|Capitulo 14|
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Dicen que uno siempre vuelve al lugar donde fue feliz. Por eso ella seguía regresando a mí.
Sin importar que, ella volvía, por más que yo intentaba alejarla, conseguía la manera de volver y ahora, no me quedaba más que aceptarla, no puedo seguir huyendo de ella.
Alejo mi mirada de mi mano, apagando la pequeña bola oscura sobre ella.
Un mes ha pasado desde que hablé con ese Matthew, desde que la pude ver y hablar con ella.
Cierro los ojos al momento de recostarme, concentrándome en mi respiración y en relajarme, me quedo así unos largos minutos, buscando llegar al punto donde vago entre la inconciencia.
Mis extremidades comienzan a pesar con el tiempo, además de que un fuerte hormigueo se hace presente en mi cuerpo, mi mente da vueltas, perdiendo el hilo de mis pensamientos varias veces, me obligo a concentrarme, a no distraerme con algún ruido del exterior.
De la misma forma me obligo a no moverme, por más que la picazón y el hormigueo me molesten, no muevo ni un solo musculo, porque si lo llego a hacer, perderé toda mi concentración y, por ende, todo el proceso.
El hormigueo se hace más fuerte, siento como comienzo a dar vueltas en la cama, puntos blancos se hacen presentes en mi campo de visión, para después sentir como caigo al vacío, al final...
Nada.
Como si nada hubiera ocurrido.
Y entonces, abro los ojos.
Todo está oscuro, me encuentro acostada en una cama, con algo de torpeza, me levanto, el piso está húmedo, las paredes no las puedo detallar muy bien por la iluminación tan pobre.
Los focos comienzan a parpadear, dejándome ver un montón de puertas a mi alrededor, un pasillo se extiende por la derecha, otro por la izquierda, frente a mí hay otro, me volteo y miro lo que se encontraba detrás de mí.
Un pasillo más oscuro y pequeño se extiende, dudo al momento de caminar hacia allí, doy el paso que falta para que la oscuridad me envuelve por completo. No tengo idea de que hacer para guiarme entre las sombras.
Una voz de mi cabeza me alienta a usar esa oscuridad para guiarme, y entonces, lo hago, la dejo salir, obligándola a obedecerme, a pesar de que ella lucha para hacer lo que se le da la gana.
A pesar de no hacer nada físicamente, lo hago de forma mental, ordenándole hacer lo que quiero, no hay manera de describirlo, es algo que simplemente ocurre, como caminar, no sabes explicar cómo lo haces, pero lo terminas haciendo.
Estiro las manos y la oscuridad absorbe las sombras de mí alrededor, dejando que la luz entre y me permita ver todas las puertas.
Me dirijo a la más cercana, la detallo, es de madera como las demás, pareciera que se divide en secciones, tiene una manija dorada que sujeto entre mis dedos para abrir la puerta, al igual que antes, sombras salen disparadas.
Con la diferencia de que la oscuridad es más pesada, y la imagen comienza a cambiar, como si esta fuera una televisión.
La primera imagen que capto es a mi yo del pasado gritando.
Porque si, cada puerta significa un momento de mi vida; un recuerdo, y este puede ser bueno o malo. Por más difícil que parezca de explicar, la puerta que seleccione me mostrara o me llevara a esa instancia de mi vida, podría decirse que es un portal.
Representa un momento de mi pasado o más bien este en sí, reflejando cada pequeña instancia de mi vida, y en todo caso, un portal a cada uno de ellos.
Lo que quiere decir que me demoraría más de un siglo ver cada puerta. Y a pesar de que yo quisiera ir a algún momento, no podría cambiar los hechos, porque el cambiar un momento, significa mover toda la línea temporal y es algo que escapa de mis manos.
Regreso mi atención a la imagen frente a mí, una yo más joven se hace presente, estoy segura de que no tenía más de dieciocho años, mi rostro se encuentra empapado, cubierto por lágrimas.
La oscuridad me rodea, saliendo de mis manos, siendo capaz de poder controlarla, esta me ataca, intentando tomar el control completamente, usar mi cuerpo a su antojo.
Pero aún no recuerdo porque, porque esa oscuridad me persigue, y porque soy yo quien la posee. Es algo que ronda por mi cabeza, una y otra vez, pero no hay una respuesta clara, nunca la hay.
Un chillido abandono mis labios cuando esas manchas oscuras me cubrieron por completo, grite desesperada y...
Cierro la puerta de golpe, sintiéndome temblorosa, y demasiado afectada de rememorar eso, de que a pesar de que lo mire como si fuera una película, yo sintiera todo a carne propia.
Estoy aquí en busca de respuestas o de información útil, me recuerdo, no estoy aquí para detenerme a revivir cosas innecesarias.
Me dirijo a otra puerta, decidida a encontrar algo útil, lo primero que ocurre al girar la manija, es mi alarido de dolor, seguido de mis manos en mis oídos, buscando aislarme del grito estruendoso del interior.
Siendo este tan fuerte como para llegar a aturdirme, cierro los ojos a su vez, retiro mis manos cuando siento que termino, parpadeo para recomponerme, y hubiera deseado no hacerlo.
Mi sollozo es fuerte al toparme con la imagen de mis padres siendo atacados por mi oscuridad.
Por mí.
No dudo al momento de cerrar la puerta de golpe, exaltada.
Miro mis manos varias veces, atragantándome con el nudo que se formó en mi garganta, mis ojos no se apartan de mis manos, buscando ver esas manchas que tanto daño han hecho, tanto a mí como a los que me importan.
Me derrumbo en segundos, niego con la cabeza, como si eso arreglara el daño que he hacho, mis ojos pican buscando una liberación de lágrimas y me permito bajar mis barreras, de nuevo.
Sollozo con fuerza al saber que nadie me escuchara, que está bien poder dejar caer todo ahora, para sostenerlo con fuerza más tarde.
Está bien llorar hoy y continuar mañana, lo que no está bien es llorar una vida por lo que pudiste hacer mientras te lamentabas.
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Editado: 21.05.2023