Capítulo 26:
Oscuro
Selt Riquelme
Me he dedicado a sonreír a los invitados mientras mi hermana Nariel baila con un apuesto caballero. Hoy luce hermosa, el vestido carmesí que a modista hizo para ella se ha llevado todos los elogios de la noche. Lo único que no contrasta a su alrededor es la sombra que se mueve entre las parejas de baile, imagino que no tenemos a ningún vidente entre los invitados cuando nadie se ha alarmado. No me explico cómo mi madre no se ha percatado de la presencia de su hermano mayor, Simón Olmos entre todos nosotros.
Mi madre lleva algún tiempo conversando con el canciller y su esposa, ajena a lo que ocurre. Yo por mi parte no encuentro oportunidad para acercarme a la sombra.
Estoy nerviosa, Sergio no ha llegado. Tengo miedo de que las cosas no hayan salido bien. Mi casa quedó sola una vez que nos venimos a la mansión de los Acosta, pero mi hermana Tanils y su esposo se ausentaron de la celebración por el ataque él recibió de una bestia irracional que para su mal escapo. Esa es la historia que se maneja, todos están hablando de ello.
La celebración se ha realizado al aire libre, en los extensos jardines con unas esferas como cristales con lenguas de fuego en su interior que iluminan todo el lugar, dándole un efecto mágico.
Simón, sin rostro y sin cuerpo abandona el baile para venir hacia mí. No le preste mucha atención a su retrato, así que ni siquiera puedo imaginar cómo podría verse.
—Ya lo sabes —susurra provocándome un escalofrío.
—Así es, ya sé quién eres, Simón Olmos —me aseguro de hablar lo más bajo posible, aunque desde donde me encuentro rezagada entre los jardines dudo que alguien pueda oírme.
—Ahora que sabes quién soy, ¿qué opinas de tu madre? —cada palabra destila una seductora malicia. Al final de cuentas su procedencia es de un demonio, y mi madre quiso tener ese poder.
—Es mi madre, no estoy segura de querer forjar una opinión en este momento.
Mia y Fabián dan giros en sincronía con las demás parejas, mi amiga irradia en felicidad y él, sigue causándome esa misma sensación de desconfianza que me dice que algo no está del todo bien. ¿Qué tanto compartirá Arturo De la rosa con su futuro yerno?
—Esa es una línea de pensamiento muy interesante —enfrento la oscuridad que da forma a un rostro sin facciones. El peso de su mirada ante unos ojos inexistentes me asegura que él alguna vez fue humano.
—¿Acertada, o estoy equivocada? —siento su sonrisa, aunque no puedo verla.
—Solo puedo decir, eres una mujer intuitiva. La respuesta siempre ha estado frente a ti —se gira para mirar hacia la pista, enfocando su mirada en Mia y Fabián. Es él, el oscuro que está entre los guardianes es él—. Ahora, ¿qué harás con esa revelación?
—No estoy segura —es la realidad. He expresado mi desconfianza a mi mejor amiga, y a Sergio quien lo conoce desde hace mucho tiempo y ambos están dispuestos a meter sus manos al fuego por él. Decirles que creo que es el felino quien podría ser el espía de los oscuros, no puedo imaginar que se lo tomen tan bien como todo lo demás—. De lo que sí, es que tengo que impedir que Mia se case con él.
—Te voy a desear suerte con eso, porque vas a necesitarla.
—Creo que necesitaré más que eso. Por cierto, ¿cómo es que puedes estar aquí?
Mi madre ha dejado a la familia De la rosa para unirse a los Acosta, no me cabe en la cabeza su tranquilidad. Pareciera que no pudiera sentir la presencia del demonio que encarcelo con la sangre de su propia familia.
—Tú hermana Nariel ha descubierto algunas cosas interesantes a espaldas de mi hermana —esa última palabra la escupe con odio—. Detén esto antes de que tu hermana pueda reemplazar a tu madre, porque si no es así esta cadena no se romperá.
Lo mismo que ha dicho Delia, solo que él lo ha enfocado directamente hacia una persona. Nariel es la que más se acerca a las habilidades de mi madre, si es su retrato mucho más joven y tiene un capricho con el demonio, ella mencionó que quería ayudarlo, pero ¿de qué manera y a qué precio?
—Ya estoy en eso —murmuro pensando en Sergio y deseando que nada se le haya complicado.
—Lo sé, y no te preocupes de que el lobo está bien y ha obtenido lo que buscaba —el alivio me llena el alma y de inmediato me inundo con el sentimiento de miedo por lo que está por venir. Para mañana los guardianes sabrán quien es mi madre con certeza, y no se tomarán mucho tiempo para darle una sentencia—. Los guardianes la quemarán en la hoguera, ese será su castigo. Aunque ella controle el fuego, no podrá evitar su muerte.
La sombra regresa a la penosa situación de ser una criatura inexistente el resto de los invitados, siento su anhelo por estar allí entre todas esas personas teniendo una vida normal, una vida que mi madre le arrebato.
Nunca he presenciado una sentencia en la hoguera, han pasado mucho tiempo desde la última vez que el concejo permitió la quema de brujas, solo los ancianos de la ciudad vieron algo parecido. No hay tiempo para retroceder, solo queda avanzar.
—¿Por qué estás tan lejos de todo? —la voz de Sergio me saca de mis divagaciones. La profundidad de su mirada me atrapa como las olas del mar, en movimientos frenéticos que me hunden más y más.
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Editado: 16.06.2021