Me encontré con un par de ojos—no puedo diferenciar claramente de que color son—pero me veían a mí y eso sí que me ponía nerviosa. El pensamiento de bajar la mirada no estaba en mis planes precisamente, no soy de esas chicas que bajan la mirada sólo porque las ven directamente a los ojos.
Pude notar que estaba sentado en una mesa de la otra punta a la nuestra, con un chico a su derecha y otro a su izquierda. Él de su izquierda tenía a una chica a su lado, se me hacía muy conocida así que aparte la mirada del chico misterioso que no dejaba de mirarme y me dispuse a verla mejor.
Oh no. No, no, no.
Yo sí la conozco…es Jessica ¿Qué hace ahí?
Después de unos minutos mirandola sin entender que hacía ahí con ellos, levanta su mano para que nos acerquemos, así que me giro en dirección a mi grpo para poder decirles que mejor vayamos a casa, pero fue muy tarde. Como si fueran robots controlados con algún mecanismo instalado en su cerebro se levantaron y comenzaron a caminar hacía la mesa donde se encuentra mi mejor amiga y esos chicos.
No pienso ir con ellos.
Ya son las 4 de la madrugada. Ya es domingo y hace dos horas estoy sentada en frente del chico que no me saca la mirada de encima, callada y sin decir nada.
Se preguntarán que hago acá sentada en esta mesa cuando dije que no iba a venir, bueno la verdad es que, fui arrastrada por mis primas y mi hermana con la ayuda de mi supuesta amiga para que pueda hablar con el chico que no me saca la mirada de encima. Siempre que venimos a estos lugares me hacen lo mismo, tratan de unirme con un inmaduro—para no decir otra cosa—.
Cansada de tener la mirada del chico extraño encima, me levanto haciendo que ahora todas las miradas de la mesa se posen en mí, así que ante todo, me dispongo a crear una gran mentira llamada “escape perfecto”.
—Voy al baño.
*¡Wow, Amanda! Eres la mejor*
—Okey—llego a escuchar antes de desaparecer.
Estuve como 5 minutos antes de salir, enserio no quiero volver a esa mesa. No quiero estar ahí. Me pone nerviosa ese chico, así que en estos minutos en el baño estuve pensando y lo que pienso hacer es ir, agarrar mi campera del respaldo de la silla y decir que me siento mal, y como toda una triunfadora irme hacía casa.
Si eso voy a hacer.
Al salir del baño mi cuerpo fue impactado con algo o alguien, cosa que me dolió a tal punto que mis ojos se cerraron automaticamente. No tardé más que solo segundos en volver a abrirlos y tener la mala suerte de volver a encontrarme con su mirada. Ahora que lo tengo más cerca puedo ver el color que tienen sus ojos. Son de color verde, pero no cualquiera, es un verde oscuro con una rara mezcla con verde esmeralda, un detalle que los convierte en dos esferas tan lin...
Que estoy pensando.
Mientras desvío la mirada me separo de él como sí de eso dependiera mi vida. Él a darse cuenta que me estoy por ir, habla.
— ¿Qué no piensas pedir perdón?—su voz es gruesa, muy varonil y la intensa seriedad que utiliza en cada palabra¡Oh por Dios! Es como el papasote de la novela... ¿Perdón? dijo pedir perdón.
— ¿Qué?—todo pensamiento imprudente que mi imaginación comenzaba a realizar en mi mente sana…se esfumo.
— ¿Acaso eres sorda?—su voz ya no me producía lo mismo, sino que esta vez lo único que manifestaban era que mi enojo se despertara.
— ¿Por qué tendría que pedirte perdón?—ya estoy enojada. ¿Yo pedirle perdón? porque sí no le hice nada.
—Por no fijarte donde caminas—me dice mientras comienza a cortar el espacio entre nosotros. Con su altura y su físico—que debo decir es muy guapo y musculoso—hace que retroceda hasta chocar con lo que creo es una pared.
—No creo que fue sólo mi culpa. ¿Quién te manda a estar justo en la salida del baño de mujeres?—mi voz comenzó a disminuir hasta acabar en un susurro por su cercanía, para ser mas exactos su cara se encontraba a cinco centrimetros de la mía y eso implicaba nuestros labios.
—Entonces me darás algo a cambio—pasó tan rápido que no pude evitar que juntara sus labios con los míos. De golpe su cuerpo estaba pegado al mío, sus labios comenzaron a moverse como barco en tormenta y yo, bueno yo me encontraba completamente quieta por la situación.
*Disfruta, Amanda, por fin lo hiciste*
Después de unos minutos mi cuerpo tomó las riendas y reaccionó al mismo tiempo que se liberaba de sus brazos. Lo separé de golpe con todas mis fuerzas o las que trataba de mostrar. Mi reacción lo sorprendió.
¡Ah no, cariño, conmigo no!
Cierro mi puño y se lo estampó en la cara, acción que provoca que lleve su palma para cubrirse el lugar donde lo golpeé.
Me voy de ahí antes que pierda el control y termine estampándole el otro puño. Estoy hecha furia. Como se atrevió, todavía no puedo creer lo que hizo. Me robó un beso. Mi primer beso.
Cuando llego a la mesa todos estaban riendo por algo, y como no estaba de humor para aguantar preguntas, tomé mi campera y me fui.