Enseñar a Amar

Capítulo 7: Desesperación

─ ¡Abriiiil!, hijaaaa, Abriiiil! ─ pero mis gritos simplemente quedaban en el aire, sentía mi corazón bombear de manera rápida, un temor se apoderó de mí, y si mi hija realmente huyó, yo soy el único culpable.

Las maestras y la niña que nos acompañó también gritaban, pero no teníamos respuesta alguna.

─ Mire, señor esa cinta es de Abril ─ mostrándome la cinta del cabello, camine un poco más y noté rastros que alguien caminó.

─ Dígame, anoche ¿llovió?

─ Si, ahora recuerdo a la hora de la cena, comenzó a llover muy fuerte.

Abril, les temía a las tormentas y más si hay truenos y relámpagos, seguí el rastro que se interna más hacia un pequeño bosquecillo, lo volví a llamar, pero no hubo respuesta.

Camine un poco más y de pronto algo me alarmo, la rejilla de un pozo estaba rota.

─ ¡Abril! ─ me asomé se veía muy profundo ─ necesito bajar, busquen una cuerda, por favor.

Una de las maestras salió a buscar la cuerda y a pedir ayuda. Trate de bajar de la forma más prudente y segura para evitar un desprendimiento de tierra, cuando llegue al fondo, mi corazón se detuvo por instante, ahí estaba mi pequeña inconsciente.

─ ¡Abril! ─ la llamaba, pero no había respuesta ─ por favor llamen a emergencia ─ grite desde el fondo del pozo, no quería moverla porque puedo provocarle una lesión, entonces el personal de emergencia llegó y de inmediatamente fue traslada al hospital más cercano.

 

*Maya*

Después de haber dejado las cajas en la bodega, que Luis rentó para guardar las cosas que no llevaré conmigo, me fui a ver a mi abuelo, ya me tengo que despedirme.

─ abuelo ─ salude, el me recibió con una gran sonrisa que le caracteriza.

─ Hija ─ dijo muy alegremente

─ ¡abuelo!, mañana me voy…─ con mi tono triste y preocupada por tener que dejarlo aquí en este lugar.

─ Mi hija, por mi no te preocupes, ya soy un viejo para que vaya detrás de ti, además yo aquí estoy bien cuidado, te lo aseguro.

─ eso lo sé, abuelo no tengo duda alguna.

─ vete tranquila, reencuéntrate a ti misma y regresa cuando tengas que hacerlo, ya te dije va pasar lo que tenga que pasar.

─ si, lo se abuelo, te extrañare…mucho…mucho.

─ si, pero tu tienes que vivir, tienes que desarrollarte como persona, como profesional y sobre todo como mujer, tienes que encontrar a alguien que haga latir nuevamente ese tonto corazón tuyo que tienes.

─ Abuelo eso nunca va volver a pasar, ya lo dije y lo prometo…

─ Jajajaja, hasta no ver no creer.

El abuelo me hacía reír con sus locuras, así pasamos horas y horas diciendo una que otra tontería, y luego me contaba de sus aventuras cuando era soldado, como era mi último día, decidí estar lo más que pude con él, lo voy extrañar, pero ya había tomado la decisión.

Subí a mi viejo vehículo, lo tenia que dejar, porque esa condición no creo que llegue hasta la ciudad que me designaron como mi nueva zona escolar. Así que lo recomendable es que viaje en avión porque en carrera sería muchas horas.

Luis, Tere y yo, habíamos investigado el asunto, primero tengo que llegar a la capital del estado del sur, presentarme en las oficinas estatales, ellas me asignaran a una región de ese estado, y luego el supervisor o jefe de sector me asignará finalmente mi destino final.

Todo sonaba muy complicado, pero esto es así, finalmente me dirigí a la casa de Tere, realmente la considera mi amiga, a pesar que es menor que yo, pero ella tiene más experiencia en ciertas cosas.

─ ¡Hola!, Tere ─ salude y dándole una canasta de frutas que le lleve de cortesía.

─ Pasa, mi bebé esta durmiendo ─ y pasamos a la pequeña sala.

─ Me vengo a despedir, mañana me voy ─ susurré

─ A fin te dieron la orden

─ Si, y quiero pedirte un favor

─ Dime si está en mis manos, claro

─ Tengo que dejar mi carcacha, no lo puedo llevar

─ Ah, sí está bien, le diré a mi esposo que le haga un espacio en su taller

─ No te daré problema

─ no te preocupes, lo puedes dejar ─ dijo tomándome las manos ─ José se encargará, pero tengo algo que decirte…

─ Dime, ¿qué pasa?

─ creo que estoy embaraza

─ Espera Tere, tu bebé tiene 10 meses

─ si, no sé qué paso ─ la mire ─ Bueno si, pero se supone que nos estábamos cuidando.

─ pero ya hazte alguna prueba o ve al medico

─ aun no, que tal si lo estoy.

─ Tere, eres una mujer casada, esto sucede, mira primero hazte la prueba y ya luego le dices a tu esposo.

─ lo haré, pero te imagina tendré otro hijo.




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