Azael
La furia sube en mi interior, como si de lava se tratara, aprieto un poco más a la persona que tengo en mis brazos y me vuelvo para encarar al dueño de esa asquerosa voz, frente a mi esta un hombre, entrado en años, lo que se puede ver perfectamente gracias a unas cuantas canas que cubren los lados de su cabeza y unas arrugas que se empiezan a formar en su rostro, pero lo que hace que se me revuelva el estómago es la manera tan repugnante en que observa a la niña que tengo en mis brazos.
Trato de cubrirla con mi cuerpo lo más que puedo, mientras evaluó mis opciones, aunque me muero de ganas por dejar mi ira salir y destruir a todos los que tengo a mi alrededor en este momento, sé que no es la mejor opción, ya que a pesar de que la mayoría son simples humanos y les gano en fuerza, estoy seguro de que deben estar armados, y no puedo dejar a mi mate sola, o pelear mientras la cargo, tampoco puedo arriesgarme a llamar a mi manada porque estoy seguro que la mayoría están heridos y no quiero ponerlos en más riesgo.
-Si me devuelves a la niña, ignorare que mataste a la mitad de mis guardias y dejaste ir a mis experimentos.
Suelto un gruñido que deja más que claro que no pretendo hacer eso, pero lo único que recibo a cambio es que su sonrisa crese, estoy en guardia, pero siento como poco a poco me van rodeando, tengo que actuar rápido o me voy a quedar sin opciones.
-De verdad cree va a salir impune de esto, se acerca la reunión de líderes, y lo que estaba haciendo en estas instalaciones rompe claramente el tratado- mi voz refleja toda la ira que siento en este momento- Ya no tiene salida Reidar.
Su risa me provoca escalofríos, y ahí lo sé, mi instinto me lo dice, él es peligroso, tengo que salir de aquí.
-No tan rápido, ya te lo dije, tienes algo que es mío.
Me dispongo a correr directo al bosque, sé que una vez que entre ahí no podrán seguirme, y lo más importante ahora es poner a mi mate a salvo.
Cuando doy el primer paso, me veo interceptado por un par de vampiros que salieron detrás de mí, Reidar saca del interior de su abrigo un pequeño frasco de vidrio, lo quiebra contra el suelo, y después todo pasa muy rápido, un extraño humo rojo comienza a esparcirse por el suelo a gran velocidad, veo que todos se ponen una extraña mascara en la cara, pero, cuando reacciono y trato de taparme, es demasiado tarde.
Siento que el extraño humo me quema por dentro, toso fuertemente mientras cubro a la persona en mis brazos, todo empieza a ponerse borroso y siento que pierdo las fuerzas, veo como los vampiros que están a mi lado se acercan lentamente con la intención de arrancarme de las manos a mi mate, pero no planeo permitirlo, la sujeto un poco más fuerte, mientras trato de enfocar.
El bosque, tengo que llegar al bosque, con eso en mente, saco todas mis fuerzas para ponerme de pie, y con ayuda de mi parte animal, lo logro, pero cuando estoy por dar un paso, siento como clavan algo en mi costado, muy cerca de donde ya estaba cerrando la herida que me hicieron al inicio de la pelea, el humo no deja de entrar a mis pulmones, y siento que estoy a punto de perder el conocimiento.
Veo a Reidar llegar a mi lado, aunque no puedo ver su cara, sé que está sonriendo.
-Maldito.
-Debiste entregármela por las buenas, no sabes nada de ella y aun así arriesgaste tu vida por sacarla de aquí, pero te lo dije, ella me pertenece.
Trato de alejarme, pero mi cuerpo se siente entumecido, y lo único que puedo hacer es inclinarme, tratando de proteger a mi mate, pero cuando una de las manos de Reidar toca su cuerpo, todo se detiene.
De pronto estoy mirando los ojos más hermosos que he visto en mi vida, todo pasa a un segundo plano, el dolor, el cansancio, la ira, y lo único que importa es este momento, en donde siento como su mirada se abre paso en mi interior y lo llena de calor, pero no un calor abrasador, como la sensación de aspirar el humo que nos rodea, sino un calor como el que brinda el sol en una tarde de verano, uno capas de curar cualquier herida, incluso las del corazón.
Siento que podría mirar esos ojos, por el resto de mi vida, pero como todo lo que empieza, tiene que terminar, y así como se abrieron, en un segundo, sus ojos se cerraron, y si no fuera por la sensación cálida que aun continua en mi pecho, pensaría que todo fue producto de mi imaginación, un delirio de mi desesperación.
Al levantar la vista, no puedo creer lo que estoy viendo, creo que en realidad si estoy teniendo un delirio, Reidar y todos sus hombres se encuentran tendidos en el suelo, al parecer inconscientes, vuelvo a ver a la niña que tengo en mis brazos, pero sus ojos siguen cerrados, como cuando la encontré, con la única diferencia de que su expresión ya no parece ser de dolor, al contrario, juraría que hay una pequeña sonrisa dibujada en sus labios.
Sin pensarlo mucho, trato de ponerme nuevamente de pie, y esta vez, aunque siento dolor en algunas partes de mi cuerpo, la debilidad producto de aspirar el humo que nos rodeaba, desapareció.
Bien, tenemos que salir de aquí.
A paso rápido, sin esperar a que los malditos despertaran, me interno en el bosque, tan pronto como me encuentro rodeado de árboles, el aire puro entra a mis pulmones, quitándome cualquier rastro de malestar.
Me alejo lo más rápido que puedo de la orilla del bosque porque, aunque sé que Farid puso un hechizo, no me quiero arriesgar a que me descubran por coincidencia.
-Gabe, ¿dónde están?
-Azael, gracias a dios, estaba a punto de ir a sacarte de las orejas de ese lugar, en qué demonios estabas pensando para quedarte ahí solo, que le iba a decir a tu madre si llegaba con uno de sus hijos, pero sin el otro.
- Te recuerdo que soy tu alfa, no puedes hablarme así.
- Con un demonio si puedo, no podrías ser mi alfa si estás muerto, y al paso que vas, mejor voy pensando como le digo la noticia a tu madre.