Alma
Todo está oscuro, siento como el frío llega hasta mis huesos provocándome un gran dolor, trato de moverme, aunque yo sé que no sirve de nada, unas gruesas cadenas se clavan en mi piel, y siento como la sangre escurre por mi cuerpo muy lentamente, gota a gota.
Los días vienen y van en un eterno silencio, interrumpido solamente por el constante latido de mi corazón, anhelo el día en que ese sonido se apague y el dolor se detenga, pero el destino contantemente se burla en mi cara, recordándome que no tengo derecho a elegir ni siquiera sobre mi propia vida.
La rutina es constante, un día a la semana ellos vienen, con sus agradables batas blancas, y sus espeluznantes sonrisas, fingen ser amables conmigo, y me recuerdan que todo lo que me hacen es por mi propio bien.
Después de eso, generalmente no recuerdo mucho, excepto el dolor y unas cuantas imágenes que no puedo sacar de mi mente, como la sangre escurriendo por mi cuerpo, con cada corte que recibo, o el olor a carne quemada, cuando ellos atraviesas mi piel con fuego.
Generalmente cuando me porto bien y obtengo buenos resultados me dejan tranquila unos días, y me traen una extraña comida cuyo aspecto deja mucho que desear, pero evita que muera de hambre y dejan que mis heridas sanen, antes de volver con la rutina.
Lo malo viene cuando no me porto bien, o no obtienen los resultados que querían.
Cuando me piden que haga cosas que no puedo, me castigan por ser una niña mala, y eso si es el verdadero infierno.
Ellos quieren que controle mi poder, pero no sé cómo, ni siquiera sé que es este extraño poder que ellos anhelan tanto; y para enseñarme a controlarlo, traen a otras personas, aunque estas nunca dicen nada, y después de irse, nunca vuelven.
Ellos les hacen a estas personas, lo mismo que me hacen normalmente a mí, y no se detienen hasta obtener de mi lo que quieren, por alguna razón esto me duele más, que nuestra rutina de siempre.
La mayoría llora y suplica que paren, en especial los niños, o tal vez soy yo la que suplica que se detengan, no lo sé, pero el dolor, cuando ellos se van, perdura mucho más que las heridas.
A veces mis emociones me superan, y consigo lo que ellos me piden, pero esto no es mejor, ya que cuando esto pasa, siento como si me abrieran la cabeza y todo a mi alrededor se pusiera borroso, excepto la persona que está en el suelo agonizando, sin que nadie la toque.
También hay partes buenas, a veces cuando me tocan veo imágenes, son tan efímeras que, si no fuera porque me creo incapaz de imaginar cosas tan hermosas, pensaría que son alucinaciones.
Estas imágenes las atesoro en mi corazón y son lo que me brinda calidez, cuando el frío está matándome, y muy en el fondo de mi alma, espero algún día poder comprobar si nos verdad, si existe un lugar con tanta agua que no se ve su fin, o si hay un bombillo gigante capaz de iluminar todo a su paso.
Hoy la rutina cambio, aun no logro comprender que es lo que se siente diferente, me duele todo el cuerpo y el frío se arrastra por mis entrañas, mis extremidades se sienten como pesadas piedras, y el sueño me cubre como un manto incapaz de ser removido.
Ruido, eso cambio, el desolado silencio que siempre es interrumpido solo por el latido de mi corazón, ahora se ve eclipsado por otra cosa, pero estoy muy cansada para descubrir que es, en la última visita, fui una mala persona, y me gane un castigo, ya no recuerdo, la última vez que recibí comida o agua, mis heridas esta vez, se niegan a sanar y cada vez me cuesta más estar consiente.
Creo que esta vez sí es el final, pero la curiosidad evita que caída totalmente en la profunda oscuridad.
Huelo sangre, sangre diferente a la mía, proviene de todos lados, también escucho pasos, a lo lejos.
Las fuerzas se me van acabando, los sonidos disminuyen y cuando creo que es el fin, lo escucho, un latido, pero no cualquier latido, este es diferente, este late al mismo ritmo que el mío, es como si el simple ello de escucharlo me diera fuerzas.
Escucho como este latido se altera, está feliz, y por alguna razón, yo también, es muy extraño. El latido empieza a alejarse y eso me provoca dolor.
No, no puede irse, por favor, no se vaya no me deje.
-Ayuda.
Sé que no me escucha, pero mi alma está gritando.
Se detiene, siento su inquietud, pero tiene prisa, no volverá, no puedo dejarlo irse, por favor.
-Ayuda.
Volvió, me está buscando, está cerca, me encantaría poder abrir los ojos, y ver quién es el dueño de ese latido tan cálido, pero cuando lo tengo a unos pocos metros, el cansancio me gana la batalla y en el instante en que la puerta se abre, todo se vuelve negro.