Ensoñación

Caminos Entrelazados

Elián

Después de un día agotador en la empresa, al fin me dirijo a casa, conduzco mientras en la radio suena "say somenthing" mi mente trae a Catraoine, me sumerjo entre mis pensamientos y la carretera. Luego de 20 minutos me encuentro estacionando el auto, saludo al guardia de seguridad y procedo a subir el ascensor. Pulso el botón hacia el pent-house , suspiro al saber lo que me espera arriba. Las puertas se abren e ingreso. Como es de esperar encontré al monstro de mis pesadillas en la sala, con un libro en las manos y una mirada reflexiva en sus ojos.

- Llegas tarde –mira el reloj en su muñeca- la cena ya se enfrío –cierra el libro de golpe, era Ensoñación, tenso la mandíbula mientras la miro-

- Tenía trabajo y muchas cosas por hacer. No es que estar en casa contigo sea mi pasatiempo favorito –veo como aprieta el agarre en el libro- ¿Cuántas veces debo decirte que dejes de tocar mis cosas?

- ¿y cuantas tengo que recordarte que soy tu maldita madre? Prefieres andar perdiendo el tiempo en zorras baratas, te pedí una maldita cosa, una cena a la semana en la que me trates como tu madre, pero en su lugar te la pases leyéndole porquerías a desconocidas –comienza a desgarrar el libro ante mi mirada, enojada lo lanza y simplemente en un movimiento leve lo esquivo, mientras rompía el libro es como si volviera a mi yo niño mientras ella me rompía a mí-

- ¿te atreves a pedirme que actué ante algo que nunca tuve? –digo con total frialdad en mi voz y una mirada que le aprendí a ella, nunca más le demostré miedo, simplemente, aunque no lo merecía le daba respeto por ser la mierda que me pario- y si, aunque fueran mil zorras baratas haciendo fila cada una de ellas merece más mi tiempo que tú. Al menos ellas demuestran de frente lo que son y no se esconden detrás de joyas y un matrimonio perfecto –me acerco hasta quedar frente a ella, su respiración sube y baja llena de furia y sus ojos parecen llamas mirándome- estoy tan seguro que donde alguno de ellos tuviera un hijo sería mejor madre que tú –saco de mi gabán un sobre- aquí tienes tu mensualidad, esta vez la hice un poco más extensa así no vuelves tan pronto arrastrándote a mí –y así como rompió mi libro, rompió lo último de dignidad, de respeto y simpatía que tenía con ella-

- Sigues siendo ese niño inmaduro –grita al final estallando mientras lleva su mano hacia mi rostro para darme una bofetada, es tan predecible que agarro su mano en el aire antes de que impacte en mi rostro mientras mi risa resuena en el silencio que se formó-

- Tal vez tengas razón, pero ya no soy un niño indefenso al cual puedas golpear, así que toma tu maldito dinero y lárgate de aquí antes de que se me olvide que me pariste –suelto mi agarre de su mano bruscamente, ella resopla enojada tomando su bolso, los tacones altos resuenan en el suelo y finalmente se larga del lugar-

-me dirijo hacia la cocina donde el libro yace roto en su mayoría, al ser tan antiguo se tenía que tener sumo cuidado en su trato, gruño enojado reuniendo las piezas, para luego ponerlo dentro de una caja de madera. Sin importar cuan roto este aún sigue valiendo, aun vale la pena guardar cada una de sus páginas.

Lo mismo pasa con la vida y con las personas, muchas estamos rotas por las manos de otros, pero no significa que perdamos el valor. Seguimos siendo algo muy valioso para alguien que nos ve con ojos correctos y al cual en su vida aun vale la pena guardar cada una de esas piezas –suspiro yendo de nuevo hacia la cocina, recojo la cena que hay sobre la estufa para tirarla al bote de la basura, ella nunca cocino en su vida menos va hacerlo ahora, seguro hasta veneno le puso. Paso mis manos por mi rostro frustrado de esta situación, no dejaba de pensar en Catraoine, en las palabras que siempre aparecen cuando creo no poder más. Y ahora creo entender porque solo sus palabras aparecen cuando a lo largo de mi vida tuve algunas otras personas que me apoyaron de igual manera. Como Ricardo, que siempre me daba ánimos y palabras de aliento. La razón es que alguien que no ha estado en tus zapatos no debe enseñarte como atarlos. Y ella me hizo ver que todo este tiempo no he cerrado ningún capitulo en mi vida, sino que he huido de ello. 

 




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