- ¿Él próximo soberano? Estás demente.
- Cada 18 años, en el lunasticio, el artefacto Nadir pasa de un alfa a otro. Durante 172 años mi manada, prácticamente exterminada, ha sido ignorada en esta tradición y se le ha negado su derecho de ser soberano de Entelequia -expone Ostro-. El artefacto Nadir de los lobos ya ha pasado por todas vuestras manadas más de una vez por lo que, diría que es lógico pensar, que ahora que estoy aquí, como alfa de los lobos rojos, es mi derecho ser el próximo soberano.
- Está loco -proclama la alfa Alisia y mira alrededor buscando apoyos en sus iguales.
Por supuesto, es la más afectada por las palabras de Ostro ya que era su turno de ser la próxima soberana.
- Ahora sí está claro por qué has esperado a este momento para aparecer -declara el rector Mistral.
Ostro torció la cabeza con gesto inocente. Negarlo habría sido tratar a los alfas presentes como idiotas y eso no le convenía.
- A mí me surge una pregunta aún mayor -formula la almirante Bora. - Aseguras haber formado una manada. ¿Cómo es posible? Después de la guerra, ¿cuántos de los tuyos escaparon?
- Según las historias, hubo rumores de que una de las omegas del alfa rojo escapó, pero ella era una loba gris -recuerda Khamsin-. ¿No es así?
- Y por eso se la dejó ir -habla Bora, alfa de los actuales lobos grises-. Pero jamás se la volvió a ver.
- Huyó embarazada de su alfa y tuvo una hija. Mi antecesora, cinco generaciones atrás. Se ocultó y así hemos vivido desde entonces.
- Una única mujer... -susurra Alisa-. ¿Cómo va una sola mujer a formar una manada? ¿Qué lobo se ha ofrecido a agrandar esa estirpe? -gruñe mirando al resto de alfas.
- Hay otra manera de formar una manada -indica el ciego Mistral.
- Y no está permitido -añade Bora.
Khamsin es el responsable actual de que los lobos cumplan la ley. Y lo que están insinuando los otros alfa es grave.
- Para acusar hay que tener pruebas y para hacer algo así se necesita ayuda, no se puede hacer solo -Khamsin trata de calmar los ánimos-. Confío en que puedas aclarar los detalles en un ambiente más formal. Pero supongo que comprenderás que la soberanía y la posesión del artefacto Nadir es una responsabilidad alta que conlleva la confianza de todos los lobos de Entelequia. No se puede delegar a cualquiera.
- Con todo el respeto, soberano -se inclina ampliamente ante Khamsin-. Creo que no ha debido entenderme cuando le he explicado que soy uno de los cinco alfas de Entelequia. Me ofende al llamarme "cualquiera".
- No era mi objetivo ofenderle -le habla con el mismo respeto que Ostro ha utilizado con él-. Tan solo intento explicar que es necesario tener un conocimiento de nuestras normas y leyes antes de tomar semejantes responsabilidades y, entenderá que es necesario comprobar que, después de 172 años de desconexión con el resto de las manadas, usted esté preparado para asumirlas antes de entregarlo algo tan delicado y poderoso como el artefacto Nadir.
- Le aseguro que estoy totalmente preparado para...
- Esta es una situación inesperada, hijo -interrumpe Mistal hablando con calma-. Comprenda que es necesario meditar cuidadosamente. Y, como ya ha indicado el soberano, hay muchos detalles que aclarar.
Por su expresión, aunque Mistral no pueda verla, y por su larga pausa, es fácil comprobar que no le ha gustado nada ser interrumpido. O tal vez no le agradó ser llamado hijo por alguien a quien considera un enemigo.
- Lo que pides es justo, en cierto sentido, si tenemos en cuenta tu punto de vista. Pero antes de decidir nada, puesto que considero sensato tomar la decisión con cautela, como actual soberano, me gustaría conocer las condiciones actuales de tu manada y extender mi mano y mi ayuda para que un entendimiento sea posible.
Tiempo. De momento, lo que Khamsin necesitaba era tiempo para estudiar la situación. Había muchas preguntas, muchas cosas que considerar y que comprender.
- Eso puedo entenderlo -accede Ostro-. Y por supuesto será totalmente bienvenido usted y sus omegas a mi territorio.
-¿Y cuál, según el gran alfa rojo, es tu territorio? - quiso saber Alisia no sin sorna.
Todos esperaron la respuesta con ansia. Todos los territorios de Entelequia que dependían de los lobos pertenecían, por supuesto, a uno de los alfas allí presentes, el resto de Entelequia estaba gobernado por otras criaturas. Ningún teritorio estaba disponible sin lucha y ninguno de ellos habían escuchado que hubiera ninguna clase de conflicto en Entelequia que implicara a una manada de lobos. De haber sido así, todos los sobernanos de Entelequia se habrían echado encima de Khamsin. Y tampoco era posible que se hubiera infiltrado en uno de los territorios de los cuatro alfas sin que ellos lo supieran.
- Por el momento, mi manada se ha visto relegado a vivir en un lugar considerablemente inhóspito -asegura-. El bosque aojado.
Todos los presentes, alfas o no, abrieron mucho los ojos y bocas. Todos conocían los cuentos del bosque aojado. Era territorio de mal augurio para muchas criaturas, también para los lobos. Pero si no eres supersticioso, o no tienes otra opción, es posiblemente un buen lugar para esconderse.
- Sin duda, -continuó diciendo aprovechando la estupefacción y el silencio de todos- mi objetivo, y entenderéis que es tan justo como que reclame mi derecho a ser el próximo soberno, es recuperar el territorio que le pertenecía originalmente a mi manada.
- Eso no es... -empezó a decir Bora.
- Eso se tendrá en cuenta, como todas las demás situaciones actuales, por supuesto- sentencia Khamsin ejerciendo como pocas veces su autoridad.
- Eres sin duda un soberano razonable, Khamsin Ébano -Ostro parece comprender que ha sido suficiente y que forzar aún más la situación puede provocar tensionar demasiado la cuerda que ya ha colocado con sumo cuidado- . Estaré esperando para darle una cálida bienvenida en mi hogar.