Entre Alas Oscuras [sin editar]

3 - Total negación

Diez de abril.


     Siento que mi cuerpo se encuentra en un lugar cómodo, suave, mullido. ¿Dónde estoy? Mi cabeza duele como una especie de resaca, mientras imágenes vuelven a mí recordando qué fue lo último que pasó; aquel infierno en mi piel, la garganta desgarrada, el dolor más horrible que podría haber sentido... Mi memoria parece haber olvidado cómo llegué a estar en la superficie blanda que abraza cada rincón de mi cuerpo que se encuentra frágil. Con mucho esfuerzo abro mis ojos, descubriendo a mis padres durmiendo en un sillón de color café, abrazados como una cursi pareja de adolescentes. Trato de moverme y me llevo un gran susto al notar que Frederick está a mi lado.
     —Lamento asustarte... ¿Te encuentras bien? —pregunta con notoria preocupación. Respondo de manera afirmativa, pero mis labios se sienten secos como si fuesen un desierto. Apenas puedo hablar y pedirle algo de agua al joven, quien, mirando por un momento a todos lados, me alcanza el vaso que está sosteniendo. En tanto yo bebo el contenido, él se acerca a mis padres para despertarlos.
     —¡Mi niña! —Se acerca mamá apenas me ve y me llena de besos en todo el rostro, yo solo suelto quejidos de dolor—. Perdón Vanina, olvidé que aún debes estar sensible... Han pasado tres días, creí que... Ay...
     Giro mi cabeza hacia Frederick y levanto las cejas, confundida.
     —Estuviste inconsciente durante tres días después de que reprimiste tu transformación, y, en consecuencia, tu cuerpo quedó bastante desgastado por ello. Las vendas curativas sanan rápido, sin embargo sufriste daños importantes por lastimarte a ti misma con tus poderes.
     ¿Lastimarme a mí misma con mis poderes? Eso explica por qué se sentía como si me estuviese quemando viva, es decir, en realidad SÍ me estaba quemando viva. No sabía que podía ocurrir, aunque tampoco tengo demasiados conocimientos sobre cómo no ser una faireer con poderes.
     Durante el resto del día tuve que mantenerme en la camilla, siendo revisada por Mariana, quien a cada segundo me pedía disculpas por lo ocurrido, al tiempo que me explicaba que la prueba era que mis poderes reaccionaran al peligro, o algo así, no presté demasiada atención a lo que ella decía. En la noche, por suerte, dormí mejor que en los últimos días.


Once de abril.


     Al mediodía, Mariana me trajo una gelatina de color rojo pálido y un jugo de naranja que, por lo menos, tenía sabor a naranja real. Por suerte me encuentro mejor, así que no necesité ayuda de mis padres para comer.
     —Frederick viene en camino —me informa mi padre, quien se encuentra revisando cosas desde su muñequera—. Quiere hablar contigo y con Emma... a solas —Dirige una mirada a mamá. Ella asiente, sin embargo, se voltea a verme.
     —¿Estarás bien sola?
     —Ya puedo hablar y moverme, si eso te preocupa. No prometo portarme bien con esa estúpida pelirroja, y más si ella me provoca para darle un piñazo en medio de esa sonrisita falsa que tiene...
     Ambos prefieren no comentar más nada al respecto. Por suerte, los minutos incómodos se rompen cuando alguien toca la puerta. Luego de que mi madre permita el paso, entra la imponente figura de Frederick Mayer y detrás, perdiéndose en una cabeza y media menos, está Emma Mattens, luciendo un vestido rosa con un gran moño atado en la parte de atrás que mi yo ingenua de nueve años hubiese adorado. Mientras mis padres se retiran de la habitación, ellos se acercan a los pies de la cama y parece que están esperando que el otro dé el primer paso.
     —Veo que te encuentras mucho mejor... —comienza él.
     —Me harta que den tantas vueltas, ¿de qué quieren hablar?
     —Queremos hablar de lo que te pasó en la enfermería, ¿por qué reprimiste tus poderes? Estuviste a punto de morirte. Por suerte las enfermeras supieron actuar rápido.
     —¿Rápido? —suelto enojada, mirando directamente a la chica—. ¿Eso fue rápido? Porque según lo que sentí en ese momento, me estaba prendiendo fuego viva por dentro y nada parecía pararlo.
     —¡Podrías haberlo impedido si te hubieses transformado! ¿¡Qué tan difícil era eso para vos!?
     —¿¡Qué tan difícil es para vos entender que no quiero ser una faireer como ustedes!? —alzo mi voz más de lo que deseo.
     —¡Pero es tu naturaleza!
     —¡Entonces rechazo mi naturaleza! —Mi columna vertebral arde demasiado y sé que en cualquier momento me voy a transformar—. ¡Ahora váyanse, no los quiero ver nunca más en mi vida!
     Emma se acerca a mi cama, dispuesta a golpearme o algo similar. Sin embargo, me toma de los hombros firmemente y puedo apreciar en primer plano la cicatriz en su mejilla izquierda por lo cerca que están nuestros rostros. Su respiración y la mía se sincronizan.
     —Vanina, esto no depende de lo que quieras o no, sino de lo que no podés evitar ser. La magia fluye en tu interior y no hay nada que puedas hacer para sacártelo, así que vas a tener que aprender a controlarlo. Es lo único que te pedimos, ¿tenés la capacidad de lograrlo? —No respondo, solo mantengo el contacto visual con expresión de enojo. ¿Por qué no puedo ser normal? ¿Por qué tuve que haber nacido con estos poderes? Aún recuerdo mi primera transformación, esa adrenalina corriendo por mis venas y la sensación de bienestar, mi pecho había perdido esa opresión que le permitía ser feliz, sentí el poder fluir dentro de mí, las llamas encendiéndose y la luz brillando en mi alma oscura. Pero debí haberme vuelto loca ese día en la prisión, ¿cómo podía ser que haya podido escuchar esa voz tan familiar, tan cálida, tan amorosa, diciéndome sobre mi naturaleza de Fuego Luminoso? La voz de Henry... No, no podía ser. Ese día estábamos solo Jev y yo, además del prisionero de la celda de enfrente, pero ese ni siquiera asomaba su cabeza a la hora de comer. Entonces, ¿cómo podía ser posible? Yo vi su cuerpo en el suelo. Yo lo vi, con los ojos cerrados, en su funeral... Yo recordaba muy bien a mi hermano. Aunque me duela admitirlo él no va a volver, él está muerto. Quiero creer que solo fue una alucinación por estar encerrada en aquella horrible celda, junto con el novio de mi némesis de cabellos rojos, pero se sintió tan real, como si él hubiese estado allí realmente apoyándome. "Une tus fuerzas para seguir el camino del bien", tal vez en eso estaba equivocado, ¿por qué seguiría ese camino? Si lo único que provocó con esa elección fue su propia muerte. No quiero terminar como él, ni tampoco quiero poseer la magia que lo destruyó.
     —¿Tenés la capacidad de lograrlo? —repite. Por un milisegundo veo en sus ojos café una chispa encendiéndose y eso me asusta un poco, ¿cómo pudo hacerlo?
     —Emma, por favor, suéltala... —pide Frederick, por fin interviniendo a nuestra conversación—. Ella comprendió el mensaje. Ahora déjala en paz.
     —Que lo haya entendido no significa que lo acepte.
     —Por primera vez estoy de acuerdo contigo, Emma. Y obviamente no lo voy a aceptar, ¿no fui clara al decir que no quiero involucrarme en toda su... mierda? —escupo con furia—. ¡Ahora váyanse de una vez! Fin de la conversación.
     El hombre abre la boca dispuesto a convencerme, pero es interrumpido por la pelirroja con un gesto de que se detenga.
     —¿En toda nuestra mierda? No sé si te enteraste que en esa "mierda" está toda tu familia...
     —¿Ah, sí? ¡Si no hubiese nacido yo con magia, Henry todavía estaría vivo! ¡Y él era parte de mi familia! ¿¡Por qué tuve que ser yo y no él!? ¡Estúpida magia! ¡Yo nunca quise esto ni menos lo quiero tener ahora!
     Ella no lo entiende. Frederick tampoco. Nadie entiende por todo lo que he pasado desde la muerte de Henry. Perdí para siempre a mi hermano, a mi compañero, al único que siempre creyó en mí. Las cosas serían tan diferentes si él estuviera a mi lado ahora y yo tendría otra percepción de la magia. Tal vez incluso la amaría, igual que él la amaba. Recuerdo cuando llegaba a casa y me contaba sobre los faireers, ¡él quería ser como ellos! Pero todavía sus poderes no se habían desarrollado, por lo que era considerado un faireer compuesto sin magia. "¿Te imaginas, hermanita? ¡Poder controlar la luz o el fuego, como nuestros padres! Sería increíble tener poderes, ¡espero se me desarrollen pronto! Leí mucho al respecto, aunque me dijeron que no me ilusionase tanto", él estaba tan feliz con esa vida que imaginaba y por supuesto que yo también, ¡todas las ilusiones de una niña de nueve años eran reales! Igual que Henry, soñaba con que mis poderes se desarrollaran... hasta que lo perdí. Tres largos años sin mi hermano cambiaron mi perspectiva del mundo. ¿Y ahora qué? Ese tonto sueño de pequeña se cumplió, pero yo ya no quiero esto. ¡No lo quiero! ¡No!
     —Vanina, ¿estás...?
     —¡No quiero esto! ¿¡Por qué no mejor me muero!? —Otra vez siento un dolor infernal en mi columna vertebral y mis sentimientos de furia y tristeza me superan, por lo que ellas son las encargadas de liberar las llamas de mi interior. De nuevo, mis alas de murciélago se imponen detrás de mí y salgo disparada hacia el techo de la habitación, un brillo oscuro estalla para cegar a todos, incluyéndome, mientras cambia mi atuendo a aquel vestido de tubo que tanto ayuda a resaltar mis caderas anchas, con mangas largas y escote en V, medias de red, botas estilo militar y un par de mitones de cuero. La adrenalina recorre mis venas, sin embargo, no puedo disfrutar el poder que emana de mí al notar que debajo de mí se encuentra una enfermera con una jeringa mal escondida. Emma se prepara para saltar, aunque es detenida por Frederick rápidamente.
     —¡Podemos hacer esto de manera pacífica, no te obligaremos a nada, solo debes bajar!
     —¡Los dos sabemos que eso es mentira! —respondo. Seguido de esto, veo la puerta abierta y me dirijo a ella volando a gran velocidad. Al salir, me encuentro con mis padres.
     —¿¡Vanina!? ¿¡Qué ray...? —Es lo poco que logro escuchar de mamá antes de escapar, también volando, de ellos.
     Recorro toda la enfermería mientras las personas me miran sorprendidas, ¿acaso nunca vieron un faireer loco tratando de salir de aquel horrible lugar? Probablemente no, ya que sus caras lo demuestran. Por suerte encuentro la salida y prefiero no tomar el ascensor, así que sigo volando hacia las escaleras que dirigen a quién-sabe-dónde, aunque tampoco me preocupo por saberlo. Quiero escapar, quiero esconderme, quiero huir de esto. Mis sentimientos juegan conmigo, así que tengo que buscar un lugar seguro donde poder tranquilizarme y lograr destransformarme, ¿dónde puedo ir? Ni siquiera conozco el lugar. Pero presiento que no estoy yendo a donde debería, pues cada vez me cruzo con menos personas en los pasillos. ¿Cuántos pisos tendrá este búnker? ¿Llegará un punto donde no pueda respirar más?
     Freno bruscamente cuando me doy de frente contra una puerta. No estoy segura de haberme lastimado o no, y, cuando estoy por averiguarlo, una carcajada demasiado cerca de mí me sorprende. Al abrir los ojos me encuentro con el rostro de una chica. ¿Pero qué...?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.