Entre Balas

Estereotipo

Llega el fin de semana y me he convertido gran amiga de mi cama, más de lo que ya era. La puerta de mi habitación se abre y Savannah entra con dos hamburguesas a la mano y una coca cola en la otra.

—Es un malo pero delicioso desayuno, pero fue lo más rápido y fácil que conseguí.

—Por eso se le dice comida rápida.

¡Pas!

La puerta se abre de un portazo y Jess aparece bien arreglada como siempre, solo que ahora lleva lentes de sol. Yo y Savannah intercambiamos miradas y miramos a Jess extrañadas.

—Alístense chicas — ella se retira los lentes revelando sus ojos avellana

—Vamos de compras.

—¿Justo ahora? — pregunta Savannah mientras yo me disponía a comer de mi hamburguesa.

—Si, justo ahora así que muevan sus holgazanes traseros y cámbiense que Bennie nos espera en el auto.

—Paso — digo y vuelvo a morder la hamburguesa que Savannah compró para mí.

—No, nada de quejas, vas porque vas a ir. Necesitas salir de tu encierro.

—Me gusta mi encierro — señalo mi cuarto incluyendo la estantería llena de libros que quiero leer y el Smart tv que tiene Netflix.

—Nikki — me señala con su dedo —No me obligues a sacarte por las malas.

Ruedo los ojos y asiento, la verdad no estoy de ánimo para discutir.

(...)

Savannah y Jess vuelven a los vestidores con la décima prenda... o era la doceava. No recuerdo, pero estoy entrando en desesperación. Tengo hambre, calor y me muero de aburrimiento.

No entiendo porque la gente piensa que las mujeres deberían gustarles las compras.

Enfrente de la tienda de ropa hay un puesto de smoothies que he estado mirando todo el rato. Veo a Ben quien está recostado a mi lado revisando su celular relajado.

Está acostumbrado a esto. Pienso

—Voy por un granizado ¿Me acompañas?

Ben me voltea a ver y parece pensarlo.

—No gracias, pero ¿Podrías preguntar si tienen roles de canela? — asiento.

Malas noticia para Bennie no hay, pero por suerte para mi tiene granizado de mora. La mujer me entrega mi pedido en un bonito vaso transparente.

—Gracias — me doy la vuelta para volver a la tienda, pero en lugar mis ojos encuentran a Tyler, siempre vestido casi todo de negro solo que hoy lleva una camiseta blanca y su típica pero linda chaqueta negra he de decir.

—Hola princesa — me saluda con su radiante sonrisa.

—No me digas así — eso solo lo hace sonreír más y me ve con esa cara de seductor que despierta mi sistema nervioso.

—Entonces ¿Prefieres Nicole? — mi cuerpo se sacude ante mi nombre y sacudo la cabeza en negación, solo mi madre me llama así

—Princesa se queda — me sonríe de forma victoriosa.

Veo sobre su hombro que por la gran ventana de vidrio mis dos amigas hurgando todavía en la ropa y pidiéndole a Ben su opinión, el haciendo comentarios graciosos, aunque corre el riesgo que Jess le lancé un zapato. No quiero entrar ahí.

—¿Gustas acompañarme a una caminata? — pregunto.

—Por supuesto.

()

—¿Qué te trae por aquí? — me pregunto él. Tomo mi tiempo para beber un sorbo de mi ansiado granizado antes de contestar.

—Jess decidido arrastrarnos a su día de compras.

—¿No te gustan las compras?

—No a todas las chicas les gusta ir de compras.

Odio el estereotipo de que las chicas deben amar ir de compras ¡Maldita sociedad!

—Creo que eso me agrada de ti —una pequeña risa brota de mi garganta sin poder evitarlo. Pero mi felicidad no dura mucho cuando mis ojos encuentran a mi ex novio besándose con la perra de Amy.

A decir verdad, no sentí nada, solo me irrita el hecho de que apenas termine con el hicieron su relación pública sin importarles cómo me afectaría.

—¿Y pensar que me había enamorado del? — susurre para mí misma, pero creo que Tyler me escucho.

—Ustedes los ricos son tan engreídos — susurro el, tal vez no quiso que yo escuchara y no lastimar mis sentimientos, pero escuche lo que dijo.

—¿Disculpa?

—Olvídalo.

—¿Acabas de llamarme niña rica? — pregunte con enojo.

—No.

—Pues yo creo que sí.

—Olvídalo Nicole.

—Primero no me llames así, segundo no quiero que volvamos a hablar.

Tiro mi envase al basurero y me alejo de mala gana. Si van a pensar así de mi mejor solo no se me acerquen. Es verdad que el dinero es una enfermedad que vuelve a las personas engreídas, pero yo no soy una de esas.

 



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En el texto hay: espias, amor, amor amistad

Editado: 09.07.2020

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