Iniciaba el segundo día, con pocos kilómetros avanzados y un gran número de bajas obtenidas. El general de operaciones, Walther Model ordenó un nuevo ataque, pero esta vez, específicamente a una pequeña ciudad llamada Ponyri. Era el punto clave si los alemanes querían avanzar para tomar Kursk y lograr cumplir con la expectativa.
El capitán Wilhelm, junto con otras compañías, tomarían la ciudad. Los soviéticos, por su parte, sabían muy bien el valor estratégico que tenía Ponyri para los alemanes, y, se encargaron de hacerlo difícil para ellos.
La ciudad estaba protegida por líneas de cañones contra carro y tanques atrincherados en forma defensiva, para frenar a los germanos. No sería fácil, teniendo en cuenta que muchos regimientos habían perdido casi secciones enteras, incluido el de Müller, tratando de romper las primeras líneas de defensa avanzando solamente unos escasos diez kilómetros.
El capitán tuvo que formarse con otras dos compañías para enfrentarse a los soviéticos. Zimmermann encontró un piloto nuevo, a quien le habían volado su tripulación entera, sirviendo como carne de cañón, irónicamente, para unos cañones antitanque.
El teniente se presentó con el SS-Sturmmann (equivalente a cabo) Helmut. Y, a primera vista, notó que era otro de esos muchachones adoctrinados de las juventudes hitlerianas, que se lanzaban sin pensarlo, tal y como los soviéticos, ya que eran, como soldados de choque, o algo así.
-Así que, ¿pilotaba un Stug? Cabo- interrogó Zimmermann, mirándolo directo a los ojos y cruzando sus brazos, para intimidarlo un poco.
-Afirmativo, teniente- contestó el SS, que no le importó la postura del oficial y parecía tener los mismos aires de superioridad que él –Estoy listo para enfrentarme contra esos cabrónes. ¡¡Les haré pagar por mis camaradas!!
El teniente agarró al engendro del brazo derecho, y le dijo poniendo su boca cerca del oído. Susurrando, dijo:
-más vale que no se ande con malos rollos, cabo. No voy a permitir que un idiota, eche a perder a mis hombres. Ya tuve problemas por culpa de mamones como usted.
Lo miró a los ojos mientras quedaba tieso
-mire Helmut, usted solo hará lo que yo diga, y todos saldremos con vida, ¿le parece?- Helmut asintió con la cabeza y soltándolo, preguntó -Ahora cuénteme ¿cómo es que perdió a su tripulación?
-Verá, teniente- se limpió el oído, por la humedad que había dejado el aliento del oficial -Avanzamos a toda marcha hacía un nido de cañones para dispararles, lo suficiente cerca como para lograr tenerlos a tiro y pasar por encima.
Mi comandante ordenó disparar a uno de los cañones. En eso, otro nos dio en la retaguardia. La metralla acabó con mis compañeros y yo logré salir y abalanzarme por debajo del vehículo, para cubrirme de las ametralladoras, hasta que los Tigers destruyeron las posiciones enemigas y pude salir.
-¿Y qué hay de su comandante de sección? ¿No les dio algún plan estratégico? ¿No cree que eso fue muy arriesgado?
-Un mortero lo alcanzó- lo dijo con desaliento y bajó la mirada –así que nos las arreglamos para seguir.
-Ya veo- se pasó la mano por la cabeza -Estamos cayendo como moscas.
-Los soviéticos están peleando muy duro, señor. Damos todo lo que podemos.
-Siempre lo han hecho cabo. Siempre.
El muchacho era tan solo un novato muy vivo. Su rostro cubierto de pólvora, el cabello alborotado, los ojos pequeños por la deshidratación, la barba de tres días, la guerrera rasgada y su bajo tono de voz, reflejaban en él, el duro sacrificio de Kursk; si un muchacho como el cabo Helmut, combatiría junto a Zimmermann, sería bajo su responsabilidad.
-Quiero que conozca a mis hombres cabo- dijo Zimmermann –se alegrarán de ver que tenemos un nuevo piloto.
-Me parece excelente señor.
-¿ya había combatido con soldados del Heer, antes?
-Nuestro cargador era del Heer, aunque no hablaba mucho, siempre fue muy rápido.
-¿Ah, sí? ¿Cuánto tiempo estuvieron juntos?
-Una semana (era normal que no duraran mucho). Pero fue lo suficiente para escucharlo hablar sobre… que lo los americanos tomarán Italia y se apoderarán de Europa en unos meses. No sé qué tan relevante es eso, pero…