- ¿Crees que alguna vez lleguen a estar juntos? – volvió a repetir Romain provocando que terminase mi momento de imaginar. Miré un punto fijo cohibida, no era bueno estar ilusionando escenas en donde yo terminaba besándome con Devent.
- Levina ¿en qué piensas? Estás babeando – su mirada captó la mía y rápidamente mi mano tocó esa zona, no había rastro de baba por ningún lado. Romain al ver mi reacción se río levemente y le dio otro sorbo a su bebida. Todo fue mi imaginación, él nunca iba a besarme y haría tales cosas.
- ¿Qué te tiene así, Lev? –Me hundí en mi asiento, avergonzada, y sentí cómo el color surgía en mis mejillas.
Debo dejar de imaginarme cosas que nunca pasarán.
Me quedé en silencio por un buen rato y cuando sentí que el color cesaba le di un sorbo al vaso y tosí para captar su atención, me miró de nuevo y por un segundo me arrepentiría por lo que iba a decir- Creo que vi a mi exnovio.
Tragué saliva nerviosa, no había nadie que conociese ahí, pero Devent no tendría que saberlo.
¡Vaya! En qué me estoy metiendo.
- ¿Y? No se te ha acercado, por lo que no tienes por qué incomodarte. – alzó la ceja confundido, su semblante divertido se ha convertido en uno serio.
Observe detrás de él y me reí, más bien actué reírme. Dios, segura parecería una loca.
- Me confundí, lo siento a veces mi vista me falla y confundo a las personas – traté de sonreírle y me encogí de hombros. Si no me creía de seguro iba a entrar en un colapso nervioso.
- ¿Segura? – asentí frenéticamente, para después agarrar la bebida que tenía en mano y darle un sorbo. Él me miró anonado por mi acción y cerré los ojos para ya no sentir su mirada, tragué en seco y sentí el ardor en mi garganta.
Quizás hoy ya no cumpliría mi promesa de manejar.
Volví a abrir mis ojos cuando escuché unos aplausos y la canción se acabó. Alexandra estaba sonriendo mientras recibía la aceptación de parte de la gente ante su voz.
- ¿Quieres cantar? – Miré a Romain fijamente, creí escuchar mal, que la gente se quede aturdida por mi mal voz no era un buen plan. Además no quiero ir a la cárcel, aún no.
- ¿Lo dices en serio? – desconfiada traté de hacerme la idea. Cantar junto a él. En frente de todos. Era una mala idea. Definitivamente.
- Sí, sé que cantas horrible, pero podemos apagar tu micrófono y nadie escuchará – bromeó - Auch, Levina no seas violenta esta noche.
- ¡Pero sí que eres ingenioso!
- Eso ya lo sé – hizo un pose de diva y me reí. Era raro e increíble cómo podía estar cohibida ante Romian y de un momento a otro me sentía libre junto a él. Quizás esta noche será mucho mejor a la escena que llegué a imaginar en mi cabeza.
Sí, seguro.
***
- Esto está delicioso – le di un bocado más a la hamburguesa que habíamos preparado.
Después de haber cantado Photograph de Ed Sheeran en el bar y haber producido que todas las parejas bailen románticamente, decidimos que era mejor ya irnos debido a que los dos teníamos hambre y tomar bebida alcohólicas no era lo mejor en el mundo porque no nos iba a llenar y no queríamos estar ebrios.
Y llegamos hasta aquí. Levina Davis y Romain Devent estando en una cena –para nada romántica- en plena madrugada disfrutando unas ricas hamburguesas en el departamento del chico.
- No sabías que tenías un dote culinario – miré a Romain minuciosamente, él solo se encogió de hombros.
- No es para la gran cosa.
- ¿Bromeas? Yo trato de cocinar algo simple y quemo la cocina.
- Exagerada...
- Nunca deberías probar un plato hecho por mí.
- ¿Tan mal cocinas?
- Hago mi esfuerzo pero siempre me va a salir feo. Hasta recuerdo la vez que por el Día de la Madre decidí hacerle una lasaña a mi madre y salió horrible – me río recordando ese día.- El rostro de Ross al ver lo que hice fue cautivador y hermoso ¡le brillaban los ojos! Pero, al probar el plato, su cara se transformó y casi vomita, se puso pálida y a mí no me dieron ganas de probar mi plato. Por lo que al final le supliqué que deje de comer eso y pedimos pizza.
Al terminar de contar eso, Devent soltó una gran carcajada. No me molesté en lo absoluto porque sabía cómo era yo.
- Prometo darte clases de cocina. – Dejé la hamburguesa encima del plato y lo miré. Me gustaba la idea, pero sabía qué clase de alumna. Un desastre.
- ¿En serio?
- Sí, de esa manera dejaría de cocinar solo para mí.
Lo que dijo me causó cierta curiosidad, pero decidí mejor quedarme callada y pasarlo por alto. Me removí de mi asiento y un largo bostezo salió de mis labios.
- ¿Prefieres quedarte? No tengo ningún problema con ello y ni loco te dejo que te vayas a las tres de la mañana.