Entre ceja y ceja

Capítulo 15

A eso de las diez de la mañana del día siguiente, Farah arribó a su oficina.

—Llegas tarde, amiga —dijo Erin—. No sueles hacer eso. ¿Estás bien? En definitiva, Duncan te alteró la vida.

—Erin… Lo que menos quiero es hablar de él.

—Lo sé. Lo sé… Sabes que no pienso mucho lo que digo cuando estoy nerviosa.

—¿Y qué te tiene así? —indagó Farah, en tanto revisaba unos documentos.

—Pues… Tengo esa cita y me da miedo. No conozco al tipo, por bueno que esté.

—Sí, sin duda, es un riesgo. Debe ser todo un galán para que hayas aceptado. Recuerda a Ted Bundy, atractivo y sonriente, pero mató a treinta y seis mujeres. Estoy segura de que fueron más. Gracias a Dios que tenía los dientes chuecos y dejó esas mordidas en la piel de esas pobres chicas.

—Ok… Alguien por aquí se levantó con el pie izquierdo. Ay, pero que seria estás…

Farah la miró y sonrió al fin.

—Sí, ¿verdad? Ando de lo peor. Solo estoy un poco preocupada… Eso es todo. Ya sabes qué se me pasa rápido. Bueno… Cuéntame —dijo Farah. Se detuvo y prestó atención a Erin, ladeando una sonrisa que no engañaba a nadie.

—Quiero que vayas al Cloudbar este viernes en la noche. Será emocionante. Algo así como una noche de espías.

—¿Emocionante para quién? Yo estaré allí, sola, tomando margaritas, mirándote salir con tu papacito bello personal —Apoyó su rostro sobre sus dos manos—. Claro que iré y haré de espía, amiga. Sabes que nunca te dejaría sola. No creo que pueda protegerte mucho si Teddy decide asesinarte y morderte, pero, al menos, puedo llamar a la policía —Farah carcajeó.

Erin abrió los ojos ampliamente.

—Sigues con tu humor de siempre, pero hoy está más negro que nunca. Además… Necesito que me prestes algo que ponerme. Quiero verme bien. ¿Puedo pasar por tu casa antes de la cita?

—Por supuesto. Nos vestiremos y saldremos juntas. Será divertido. Intentaré que Rhett me acompañe.

—¡Sí! —expresó Erin emocionada— ¡Una cita de parejas! ¡Qué emocionante! Quizá hasta se nos puedan unir. Ya sabes… Simular que nos encontramos por casualidad. ¿Te imaginas? Las dos juntas, cada una con su juguetito. ¡Uy, qué emoción!

—Primero tengo que preguntarle a Rhett. Ya sabes que es medio amargado y tiene novia, aunque lo negó. No me engaña. Pero podríamos cuidarte juntos.

 

 

A la hora pautada, Rhett buscó a Farah en su oficina para ir a la prisión Stateville.

Saludó a Erin con amabilidad; la secretaria lo siguió con la mirada hasta entrar, porque Rhett lucía más alegre de lo normal. La saludó con un beso en la mejilla, se agachó delante de ella, la tomó de la mano y preguntó:

—¿Cómo estás? ¿Mejor?

Farah lo miró por un momento frente a ella, a su nivel. Este nuevo Rhett era más cercano y cariñoso. Ella asintió con una mueca resignada de labios apretados.

—Me alegra, Farah —Tomó una de sus mejillas y besó la otra—. ¿Nos vamos?

Ella se levantó y tomó su bolso. Miró a Erin, quien se mostró impresionada al ver la forma en que Rhett la trató.

 

 

En tanto viajaban en el auto, camino a Stateville, Farah comentó:

—Rhett… Sabes que… Erin tiene una cita a ciegas. Bueno… No es a ciegas del todo. Quiero decir, ha visto al tipo, pero no lo conoce. Entonces, quiere que vaya a cuidarla. Ya sabes, a mirar de lejos y evitar que le echen algo en la bebida. Cosas así. Será en el Cloudbar.

—Entiendo —respondió él—. Y… Quieres que te acompañe, ¿cierto? —anticipó.

—Sí… Me gustaría. Los bares no me encantan. A veces hay tipos desagradables. Algunos creen tener derecho a molestarte o se enojan si no aceptas su invitación. Otros… —le costó decir lo que venía—. Otros creen que pueden tocarte o burlarse. Detesto a los tipos que parecen una botella de cerveza.

—¿Qué parecen una botella de cerveza?

—De esos que tienen solo aire del cuello para arriba. —Rhett rio—. Sé que no todos son así, pero hay algunos muy groseros.

Rhett meditó en que, si asistía, simulando no conocer a Max, mas adelante, posiblemente, tendría problemas. Además, no podía dejar a Farah sola en un lugar como ese, Duncan podría estar cerca y, además, algún tipo podría abordarla en serio. Por lo que se vio obligado a aceptar. Ya resolvería qué hacer con Max.

—Por supuesto que iré contigo, novia mía —le sonrió al contestarle y volvió a la carretera—. Por fin me invitas a una cita en un lugar decente.

—No es una ci…

—Lo sé, Farah… —la interrumpió—. Aunque ahora que lo pienso, iré solo con una condición…

—Ajá… ¿Cuál será?

—Tengo una sesión de fotos el domingo para una marca de ropa interior italiana, y quiero que me acompañes.

«¿Ropa interior?», fue lo único que quedó rebotando de un lado a otro en el cerebro de Farah, en tanto se le desarmaba cualquier vestigio de pudor.




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