Siempre es difícil arrancar la semana después de pasar un fin de semana, aun asi por suerte la jordana laboral ya había llegado a su fin. Sentada al final del colectivo cada tanto bajaba la mirada para observar mis pies y moverlos, sentía un hormigueo recorriendo la parte baja de mi cuerpo provocado por el cansancio de estar tanto tiempo parada.
<Solo me queda poco más de un mes de trabajo> me decía a mí misma para darme ánimos <Y después de regreso a clases> agregue para bajarme esos mismos ánimos. Era una total flojera tener que levantarse para trabajar, más cuando son vacaciones de verano, pero sabía que mi yo del futuro me lo agradecería al tener ese refuerzo económico.
Metí la mano al bolsillo para sacar mi celular y revisar los mensajes de Whatsapp, este fin de semana y en el descanso de mi trabajo aproveché para ponerme en contacto con todo mi grupo de amigos y organizar una salida.
En síntesis, los mensajes que mande decían que nos juntemos en el Monumento a Güemes a tomar mate y ponernos al día, mi boca se levantó en una sonrisa al ver que los planetas se alinearon para que todos pudieran ir <Esa será la situación perfecta para que los demás sospechen de Lautaro> alguien que no lo conociera de antes no notaria diferencia, pero los pequeños gestos que lo caracterizan son una señal que lo delata y espero que los demás también puedan darse cuenta de eso.
Al final el colectivo se acercó a mí parada, podía darme cuenta de eso por el cementerio que aparecía del lado izquierdo, por lo que me puse de pie para ir a la puerta y tocar el timbre, el vehículo se detuvo y me bajé.
De aquí solo me quedaba ir hasta mi casa, pensé que no habría problemas con eso, pero mis ojos se abrieron en grande y me quede atónita ante lo que presencie. Mi novio se encontraba en la parada. –¿Qué estás haciendo aquí? –Me di cuenta tarde que el tono que me salió fue de todo menos a una agradable sorpresa.
–Esperaba a mi amorcito –contestó él acercándose a mí para rodearme con sus brazos. Cuando quiso besarme mi cuerpo reaccionó instintivamente para darle el cachete, él lo besó un poco y después utilizó mi mano para dirigir mi mandíbula y nos besamos en los labios.
–Muchas gracias, pero podía ir sola a casa –le dijo haciendo un poco de fuerza con los brazos para intentar liberarme de su agarre, no logre hacerlo y tuve que esperar a que se cansara de besarme alrededor de la cara. Era un poco incómodo sentir sus dos piercings en el labio inferior rozar mis dientes y piel.
Por fin se cansó y me liberó. –Lo sé, es solo que no nos vemos hace tanto.
–Nos vimos el sábado –dije pasándome la mano por la mandíbula para limpiar el exceso de saliva que dejó.
–Sabes que yo siempre quiero estar contigo. –Y fue que volvió a abrazarme con fuerza, quizás un poco demasiada.
Cuando me soltó por segunda vez fue que ambos nos pusimos en marcha por un camino de tierra con yuyos a ambos lados y postes de luz de madera. –¿Qué tal tu día en el trabajo? –quiso saber a la par que se acomodaba su gorro, cuyos colores parecían el vómito de un arcoíris, porque al parecer su gorro se desacomodo al frotarse por mi rostro.
–Por suerte fue tranquilo, y ya terminó. Logre que muchas personas entraran a la tienda a comprar perfume.
–Obviamente si eres tú la que ofrece las muestras. –Me dio otro beso en el cachete.
Al separarse de mi lado el celular en el bolsillo empezó a vibrar mucho, varios mensajes estaban llegando, seguramente porque mis amigos estaban hablando en el grupo sobre la salida que estaba organizando. A pesar de tener miedo también le mande un mensaje privado a Lautaro hace poco.
Saqué el celular solo para confirmar que en efecto se trataba de ellos, pero ese fue un error que no tome en cuenta porque él ya comenzó otra vez con su escenita. –¿Quién te está hablando tanto?
Si le decía que no era nadie solo se pondría peor, para mi mala suerte esto era insalvable así que tuve que decir la verdad. –Son los chicos, mañana nos vamos a juntar en el Monumento a tomar mate.
Su caminar a mi lado se ralentizó y sus ojos perdieron la vida por un segundo, detrás de él, el foco de un poste de luz titilaba y le tomó unos segundos antes de responder. –¿Y a qué hora vamos mañana?
Un malestar se generó en la boca de mi estómago y me provocó nauseas, aun asi tenía que decirle. –No, voy a ir con mis amigos. Por eso no te dije.
–¿Y no ibas a decirme nunca que te ibas a juntar con ellos?
–Sí, pero mañana. –Me estaba poniendo nerviosa.
Él se detuvo en seco y tuve que hacer lo mismo a su lado. –También quiero salir con vos y tus amigos.
Blanqueé los ojos antes de seguir caminando y obligadamente él tuvo que hacerlo también. –Te caen mal mis amigos. –le recordé.
–Voy a estar contigo.
–Sí, pero cuando hablemos vas a empezar a contestarle mal a ellos, a insultarlos y molestarlos. Ya te conozco.
Sin darme cuenta estaba caminando rápido, estaba, porque él me agarró con fuerza del ante brazo izquierdo para detenerme. –No vayas Jade, si lo haces le vas a estar faltando el respeto a nuestra relación.
Me llevé mi mano libre al pecho. –Yo lo organice, no puedo no ir.
En vez de responder mi novio solo me mantuvo una mirada fría y seria, ya me imaginaba como iba a terminar esto.
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Para Sirio fue una agradable sorpresa descubrirlo, a solo tres cuadras de la casa había una parada de colectivo que lo dejaba bastante cerca de donde Jade dijo que debían reunirse. Él estuvo allí esperando a que llegara el transporte, había más personas haciendo lo mismo, aunque le pareció extraño que estuvieran más alejados, específicamente se refugiaban debajo de lugares con sombra como si fueran Vermibus.
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Editado: 26.01.2024