Entre corazones y contratos (versión corregida)

EXTRAORDINARIA COINCIDENCIA

            Unos minutos luego que Rebecca se fuera, un auto blindado apareció para recoger a Luciano. Por suerte, él aún tenía su teléfono consigo y había podido llamar a Velan, su asistente, para que le consiguiera un vehículo para salir de ahí.

  • Señor ¿se encuentra bien? –preguntó la mujer asustada en cuanto Luciano se subió a la camioneta.

            Estaba cubierto de sangre. No solo era la que se había secado en su cuerpo y ropa tras acabar con sus enemigos, sino que su herida en el hombro parecía no detenerse. La mujer tomó rápidamente la caja de primeros auxilios para intentar controlar la hemorragia mientras regresaban a la mansión de Luciano y que lo atendiera un médico.

  • Tranquila Velan. No pasa nada –expresó de forma tranquila. La mujer lo miró sorprendida.
  • Señor. Acaba de recibir una emboscada y casi muere –exclamó confundida por la actitud de Luciano.
  • Lo sé y tú te encargarás de encontrar a los culpables para que pueda castigarlos, pero mientras tanto, no hay nada de qué preocuparse.

            Velan no podía salir de su asombro. Ese no era el Luciano que ella conocía. Por lo general tenía muy mal humor y cuando algo salía mal, gritaba y se descontrolaba. Con todo lo que había pasado, ella estaba esperando que hubiese subido al carro hecho una furia, pero no había sido así. No entendía que estaba pasando.

            Lo que su asistente no sabía era que Luciano tenía cosas más importantes en la cabeza que los contratiempos que había tenido. Pues para él, en ese momento, no había nada que pudiese borrar de su mente aquella chica con rostro de ángel que lo había salvado. Esa joven rubia lo había conquistado por completo, había sido amor a primera vista. No podía pensar en nada más, ni siquiera podía sentir el dolor ocasionado por la herida de bala en su hombro. Ella era como una droga, una hermosa, rubia y sexy droga que se había apoderado por completo de él. Suspiró con ilusión mientras recordaba a su amada. Velan lo observaba en silencio mientras intentaba controlar la sangre que salía de su herida. Nunca antes lo había visto así y eso le preocupaba incluso más que el intento de homicidio que había sufrido.

  • Debes tomar estos analgésicos cada ocho horas y limpiar bien la herida. Descasa que vendré a quitarte los puntos en 15 días.  –le indicó el doctor tras sacarle la bala y coserle la herida.
  • Me tomaré los medicamentos, pero nada descanso. Tengo mucho trabajo. Debo encontrar al soplón que ha causado todo esto –respondió serio.
  • Luciano por dios, tuviste mucha suerte que solo saliste con una herida sencilla, pero igual necesitas al menos un par de días de descanso para que te recuperes como debe ser.
  • Tranquilo doctor, yo estoy bien. Además, tengo un compromiso importante – dijo poniéndose de pie y tomando sus cosas para retirarse a su habitación.

            Media hora después, Velan entraba a la alcoba de Luciano con una bandeja en la mano, llevaba su cena. El joven se encontraba frente al espejo arreglándose la camisa. Se había vestido de manera casual, pero elegante. Todo indicaba que iba a salir.

  • Señor, traje su cena –dijo la mujer en cuanto entró a la habitación, pero se sorprendió al ver que él se estaba arreglado.
  • No tengo hambre –respondió sin siquiera voltear a verla.

            Ella puso la bandeja sobre una mesa, pero no dijo nada. Pareció dudar sobre su próximo movimiento, pero tras unos segundos, se decidió por avanzar hasta él y comentar algo.

  • Pensé que estarías algo cansado y quería atenderte un rato –expresó de forma pícara mientras se acercaba a él. Luciano no respondió, siguió ignorándola– Creí que querías… ya sabes… que te cuidara –dijo con una sonrisa mientras comenzaba a acariciar su brazo, luego su pecho y continuaba bajando hasta su entrepierna. Luciano sujetó su mano de golpe para detenerla.
  • Tengo un compromiso –informó en tono serio.
  • Pero… no hay ningún negocio pendiente –soltó la mujer confundida mientras Luciano le daba la espalda, tomaba su chaqueta y caminaba hacia la puerta.
  • Encárgate de encontrar al topo, quiero saber quién me ha traicionado. Yo tengo una cita a ciegas que no me la pienso perder –aseguró mientras salía de la habitación dejando a Velan completamente atónita.

            Luciano nunca decía que no a la posibilidad de una nueva conquista, así que entre pasar la noche con Velan, su amante usual o conocer a una nueva chica a quien derretir con sus encantos y jugar con ella hasta llevársela a la cama, le gustaba más la segunda opción. Disfrutaba del proceso de conquista. De acechar a su pequeña víctima y envolverla en su magia hasta que cayera rendida a sus pies.

            Disfrutaba tanto de ese juego de seducción que rara vez mantenía a una mujer como amante. A parte de Velan, muy pocas se habían ganado ese puesto. Por lo general era cosa de una noche de diversión y hoy tenía ganas de divertirse con una sexy rubia. Una que le recordara a aquella valiente joven que había conocido algunas horas atrás.

  • ¡Sí viniste! –exclamó Marisa emocionada al ver a Luciano llegar al bar. Se acercó apresurada hasta donde él estaba.
  • No me lo perdería por nada del mundo –aseguró con una sonrisa– para ti por tu gran día –exclamó entregándole un ramo de rosas que cargaba en la mano.
  • Tu siempre tan encantador –soltó ella emocionada mientras tomaba las rosas y las olía– espero que le encantes a mi mejor amiga.
  • Yo también lo espero –declaró con una sonrisa y ambos rieron– ¿y en dónde está tu amiga? –preguntó mirando hacia ambos lados.
  • Del otro lado del local, donde está la barra. Llegó hace un rato. Te estábamos esperando.
  • Lamento haberlas hecho esperar, tuve un pequero inconveniente antes de venir aquí.
  • No te preocupes, lo importante es que ya estás aquí, así que ven conmigo. Te llevaré con ella.




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