Durante los siguientes días la comunicación entre ambos se hizo cada vez más fuerte. Luciano llamaba a Rebecca a diario para saber cómo estaba. Él era un picaflor por naturaleza, por lo que no temía sacar todas sus cartas con esa chica que se había convertido en su pequeña obsesión. Sin embargo, Rebecca no era tan fácil como él hubiese esperado. Aun sabiendo lo valiente y aguerrida que ella era, por un momento él pensó que su talento con las mujeres surtiría efecto. Pero lamentablemente para él, esto no ocurrió y eso le estaba afectando.
Por su parte, Rebecca sí estaba perdidamente enamorada de Luciano, a quién ella conocía como Ángelo y cada día parecía que ese sentimiento se hacía más y más grande, pero al contrario de lo que cualquiera hubiese pensado, esto no quería decir que ella iba a salir corriendo a lanzarse en sus brazos. Rebecca era una chica fuerte e independiente que creía que una mujer no tenía por qué amarrarse a un hombre, ni su vida tendría por qué girar en torno a este.
Además, ella era un poco “chapada a la antigua” y necesitaba que el hombre que la pretendiera hiciera un mayor esfuerzo por ella que solo decirle palabras bonitas. Ella se consideraba a sí misma un gran trofeo y por tanto, no podía ser entregada a cualquiera, ese hombre que ella eligiera como su pareja, debía ganarse el lugar en toda regla. Por lo que Ángelo debía esforzarse más de lo que lo estaba haciendo.
Rebecca se encontraba sentada en uno de los jardines del campus de su universidad. Ese día había decidido quedarse un poco más para pensar sobre varias cosas. El semestre estaba a punto de terminar y las vacaciones de verano se acercaban, por lo que era necesario comenzar a pensar qué haría durante el receso. Iba a tener más tiempo libre y debía aprovecharlo al máximo, no solo se trataba de descansar, también debía ponerse al día con las cosas pendientes de la empresa. A veces se sentía agobiada entre tantas cosas por lo que unos días libres no le harían mal.
Sin embargo, había algo que le daba vueltas en la cabeza desde hacía tiempo. La muerte de sus padres adoptivos. Algo le decía que no su pérdida no había sido un simple accidente, por lo que tras pensarlo por largo tiempo, decidió que una de las primeras cosas que haría en sus vacaciones sería contratar a un detective que investigara a fondo todo lo que había ocurrido con sus padres y con el derrumbe de la mina, pues estaba segura que aquel suceso estaba conectado de alguna manera. Debía averiguar qué había pasado realmente. Se lo debía a sus padres.
Estaba sumida en sus cavilaciones cuando el teléfono sonó de golpe trayéndola de vuelta a la realidad. Rebecca miró la pantalla para descubrir que se trataba de Ángelo. Sonrió y se apresuró a contestar de forma alegre. Él saludó con el mismo entusiasmo desde el otro lado de la línea.
Ella comenzó a explicarle que acababa de hacer la entrega de sus últimos pendientes en la universidad y ahora se encontraba sentada en una de las mesas del campus intentando ordenar sus ideas. Estaba pensando en lo que haría en las vacaciones que estaban a la vuelta de la esquina.
Ella se mordió los labios ante la duda. No sabía que responder a eso. Una parte de ella quería irse corriendo con ese hombre que la traía loca. Pasar las vacaciones con él parecía un plan de ensueño, sin embargo, una parte de ella le decía que no debía hacerlo. Una vocecita le recordaba lo peligroso que él podría ser, pues aunque usualmente no ignorara, estaba consciente que él no podía ser tan inocente como decía ser, pues la manera en que se habían conocido le decía que quizás estuviese involucrado en algunos negocios sucios.
Ella temía quedarse a solas con él, pero aunque se dijera a sí misma que era debido a que no sabía que tan peligroso era o no ese hombre, la realidad era que a lo que temía era a un encuentro íntimo. Estaba segura que ir de vacaciones con Ángelo significaba quedarse a solas con él en un lugar paradisíaco, un receta perfecta para terminar enrollada entre sus sábanas, pero el problema era que ella era virgen y tras todas las burlas y malas experiencias que había tenido con chicos, sentía pavor entregarse a alguien que le hiciera daño, que jugara con sus sentimientos y que solo la quisiera por una noche y lamentablemente estaba segura que ese hombre del que estaba tan enamorada, no era más que otro playboy. Su mente daba vueltas entre tantas dudas. En ese preciso momento y por primera vez en su vida, no sabía qué hacer. Se debatía en si dejarse llevar por su corazón o seguir su instinto. Toda esta situación la ponía mal.