Hunter
Wow.
La ligera corriente de aire que entra por la ventana mece su largo cabello negro de un lado a otro, y sus abundantes pestañas batiendose para admirar sus grandes ojos.
—Es extravagante ¿no?.
Pablo rompió mi burbuja e hizo que cayera de vuelta a la realidad.
La chica cuyo nombre, según los chicos, es Lucy, está sentada a unas mesas de nosotros y en sus manos sostiene un libro, de lo que creo que es ¿matemáticas? Estoy ciego.
Se ve que es muy aplicada, sus grandes lentes y su abultada mochila me aclaran cualquier duda.
—Es bonita.
—¿Disculpa?.
Los miré de vuelta solo para notar que me observaban como si les hubiese dicho que me voy a casar mañana.
—¿La viste bien?.
Argh, ya entiendo a que se refieren.
Hice oídos sordos a lo que decían, abrí mi libro de temática ambiental y solo me concentré en esto hasta que simplemente no pude evitar escuchar su conversación.
—¿No le prohiben entrar sin protección? Podría contagiarnos— bromeó Richard.
—No se contagia— respondí sin apartar mi vista del libro.
—¿Y tú cómo sabes eso? ¿La conoces?.
—No Sebastian, no la conozco, pero se llama Vitíligo y es una enfermedad en la piel no contagiosa.
Siento mi cabeza palpitar con cada estupidez que sale de sus bocas. Es inevitable, tendré que considerar irme de aquí, no podré soportar un año con estos ineptos.
—Mira mira.
No lo puedo creer.
Me giré rápidamente hacia donde estaban tirando papeles y basura, y no puedo simplemente creer lo que estoy viendo; sé que estos chicos son de alguna manera muy insoportables, pero no me imaginaba que podían cruzar tales límites.
—¡Ya!, ¿qué creen que hacen?.
—Tranquilo, solo estamos ahuyentandola para que no nos contagie— Responde Pablo riendo al igual que los demás.
Miré a mi alrededor y al parecer a los demás en la cafetería también les causa gracia ya que son bastantes las risitas.
¿Cómo puede soportar tal trato?.
—Basta, ¿ok? Esas no son formas, si su miedo es que los contagie, les demostraré que no es así— Me levanté, tomé mis cosas y caminé hacia ella.
Hace rato no pude verlos, pero cuando levantó la vista pude ver con claridad sus ojos detrás de esos gruesos lentes.
—¿Puedo sentarme?— Le sonreí amablemente.
Ella conservaba una expresión neutra en su rostro, la cual no había cambiado desde que me vió.
Me senté sin esperar que dijera algo y puse mis cosas al lado de los papeles que los cuatrillos lanzaron.
—En ningún momento te dije que te sentaras.
Se quitó los lentes y se cruzó de brazos.
Su voz es de un tono dulce, pero al mismo tiempo tiene un toque áspero.
—Mi nombre es Hunter, hoy es mi primer día, es un placer— Le volví a sonreír y le di la mano esperando que la estrechara.
—No me interesa como te llamas, no soy atracción de circo, vete con tu puño de amigos, no me interesas en lo absoluto.
Y así sin más, se levantó y se fue.