La familia Everwood era una antigua familia mágica del linaje Azerim, cuyos herederos eran considerados seres creados por la magia misma. Se decía que tenían una conexión especial con el poder mágico y poseían habilidades extraordinarias, como la capacidad de transformarse en otros seres y espíritus. A lo largo de la historia, los Azerim ejercieron una gran influencia en los reinos mágicos, participando en guerras y ayudando a los necesitados. Sin embargo, a pesar de sus buenas acciones, siempre hubo quienes desconfiaron de ellos. La familia Everwood vivía en un lugar remoto y misterioso, conocido como la Ciudad Perdida. Este lugar era oculto por una máscara de magia y sólo los Azerim sabían cómo encontrarlo.
Los padres de Aria, Eleanora y Cedric Everwood, eran reconocidos hechiceros en el mundo mágico. Su reputación se basaba en sus habilidades mágicas excepcionales y en su profundo sentido de la justicia. Eleanora, en particular, destacaba como una experta en pociones, siendo conocida en todos los reinos por su tienda en el Rincón Dorado en el pueblo de Aureum. Aunque algunos desconfiaban de sus poderes y la tachaban de bruja, Eleanora era una persona amable y dedicada a ayudar a los demás. No tenía malas intenciones, por lo que resultaba innecesario supervisarla. Su mayor pasión era utilizar sus habilidades para crear pociones maravillosas y ayudar a la gente.
Cedric Everwood, por otro lado, sobresalía como alquimista y lideraba en secreto una rebelión contra peligros ocultos. Cedric era un hombre extraordinariamente poderoso. Su influencia no residía únicamente en su habilidad alquímica, sino en su capacidad para unir a otros a su causa. Tenía el don de reunir personas en una lucha contra las amenazas que podrían arrebatarles todo lo que poseían.
A pesar de su fama, la principal preocupación de Eleanora y Cedric siempre fue la seguridad de sus hijas: Aria y Ember. Ambas poseían habilidades mágicas únicas y un carácter igualmente fuerte. Aria, la mayor, siempre demostró una independencia y rebeldía innatas. Su habilidad para seguir sus propias ideas y no dejarse influenciar por las opiniones ajenas la llevaba a ser juzgada por aquellos que buscaban la conformidad. Por otro lado, Ember, la menor, se diferenciaba de su hermana al ser más introvertida y sensible. Tenía un don especial para comunicarse con el mundo natural, especialmente con los animales.
Lo más destacado de esta familia era su enemistad con la poderosa familia mestiza Draconel, conocidos por su extravagancia y orgullo, siempre se habían enfrentado a los Everwood. Los Draconel siempre se habían opuesto a cada intervención hecha por los Everwood y no dudaban en denigrar a los Azerim. La enemistad entre las familias se remontaba a generaciones atrás y la carga de esa rivalidad pesaba en el corazón de los niños de ambas casas.
Cuenta la historia que en el pasado, la mansión Draconel descubrió una antigua tumba en las ruinas de una fortaleza ancestral. Dentro encontraron varios libros que contenían hechizos de gran poder, pero con una aplicación incierta. El hechicero principal de la mansión Draconel intentó utilizar uno de esos hechizos, pero no pudo controlarlo. Muchos perdieron la vida ese día, y la familia Azerim ancestros de los Everwood recibió la mayor parte del resentimiento de Draconel, ya que se creía que ellos sabían cómo manejar esos poderes, pero no los ayudaron a utilizarlos. Los hechiceros de ambas familias se enfrentaron en una lucha por el poder que terminó en un conflicto sin resolver.
Desde entonces, nadie había logrado descifrar los libros sagrados que se encontraron en la antigua tumba.
Aria se levantó en la cama exhausta después de una noche horrible. Al acercarse a la ventana, notó a uno de los gemelos sosteniendo una varita y haciendo movimientos hacia un árbol, que cambiaba de tamaño y color. Aria posó sus ojos en la varita, que estaba en una repisa de madera. La varita era de tamaño mediano, hecha de madera blanca con incrustaciones de cristales por todas partes envueltas de lazos azules metálicos, y tenía una piedra violeta en la que se manifestaba la magia. La piedra violeta era de una belleza incomparable, brillante y resplandeciente. Aria tomó la varita y sintió una oleada de poder. Sabía que debía tener cuidado y actuar con prudencia, así que decidió hacer una prueba sin afectar a nadie. Apuntó al peluche y deseó verlo de color negro. Una luz brillante salió de la varita, envolvió al peluche y lo transformó en el color que Aria había imaginado: negro.
Aria sonrió en grande mientras apretaba la varita en su mano.
— Tengo… magia.
Aria estaba llena de alegría, saltando de felicidad. Desde pequeña, siempre había soñado con la magia, usando ramas del jardín como varitas mágicas. Ahora que tenía una varita real, se sentía extremadamente feliz. Sintió un cambio en su interior, como si la magia se apoderara de su cuerpo. Sabía que debía usar la varita con sabiduría y cuidado, sin excederse. Se acercó a la ventana y se sentó en el borde, contemplando el paisaje más allá. No había nadie afuera, así que Aria aprovechó para dejar volar su imaginación. Se imaginó rodeada de mariposas, su especie favorita en el mundo. Desde niña, siempre había soñado con ser una mariposa azul con alas rosadas y brillantes. Se veía a sí misma volando entre los árboles, visitando flores y orugas, mostrando su belleza y saludando a la naturaleza y al mundo. Mientras estaba absorta en su imaginación, la puerta se abrió lentamente y alguien entró, asustándola. Se giró rápidamente y las mariposas que la rodeaban emprendieron el vuelo, desapareciendo en el horizonte.
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Editado: 17.01.2024