Capítulo 1

En ciertos momentos de la vida somos empujados a tomar decisiones terribles, de las que no estaríamos orgullosos, pero después de un tiempo aprendes a cargar con esos pesos, nunca los olvidas y siempre están ahí amenazándote con derrumbarte, pero te acostumbras a vivir con ello. Aunque fue una advertencia envenenar a su amigo no fué la mejor opción, pero entre nosotros no hay confianza y no sé si alguna vez la habrá, sin embargo, ahora estamos en el mismo barco si el cae caigo también y así al revés porque ahora somos el soporte de mí casa, por decirlo así mi familia es lo más importante y aquellos que se atrevan a dañarla o perjudicarla pagaran con su vida, y ahora ambos somos familia. Me guste o no el hombre que alguna vez ame era solo una ilusión resulto ser un estafador de primera y no solo eso sino el mejor por que se llevó mi corazón y mientras pensaba en una venganza  la mejor de todas resulto ser esta, un contrato de matrimonio del cual no estoy feliz porque ese hombre lo vere todos los días del que quiero tener a una milla de distancia porque sé que con solo tocarme desencadenaría una avalancha de emociones en mí ,provoca un miedo terrible, sin importar que no puedo perdonarlo, no después de haberme traicionado de la manera en la que lo hizo. 

Y ahí estaba otra vez en mi casa, el hogar del cual me tomo tiempo reconstruir era la herencia más importante que me dejo mi familia, limpiar nuestro nombre no fue fácil. Me la pasé varios años entrenando y practicando, estudiando el bajo mundo mientras lo iba gobernado de a poco hasta llegar a la cima para finalmente limpiar el nombre de mi herencia sanguínea, pero entonces lo conocí a él quién resulto ser el socio de la escoria más grande, enemigo de mi familia y el causante de todo. Mientras deslizaba los dedos por el mueble de la estufa recordé las veces que mi abuela cocinaba en ella manteniendo nuestras costumbres, provocaba que por la casa se inundara un olor a comida deliciosa que despertaría el apetito de cualquiera. La unidad lo era todo, éramos un barco con una sola dirección y si alguien se ahogaba todos nos detendríamos e iríamos a salvarlo.

El problema de ser tradicionalista es que cuando mi madre quedó embarazada de mí, los demás no estaban contentos, resultaba que mi padre era un capo renombrado y mujeriego, pero por una razón en específico de la cual tuve suerte, la cual era que amaba a mi madre de tal manera que se casaron pese al desacuerdo de la mayoría, ganando así más enemigos de los que ya tenía provocando una multitud de problemas a los que había y al final haciendo que nuestra familia se hundiera por completo. El mejor amigo de mi padre quién era su mano derecha prácticamente le quito todo provocándole muchísimas deudas, resultando que los papeles que firmaba mi padre cayeran sobre él de manera inevitable, así que lo llevaron a perder la herencia pagando las deudas y perdiendo las propiedades que pasaron al estado. Volviendo al presente donde por fin había recuperado casi todo, él me traicionó, lo que me provocó un dolor inimaginable, lo difícil no era recuperar mis cosas nuevamente sino recuperarme del dolor. 

Se supone que mi familia desciende un grupo de los lobos en específico, pero es una vieja historia sin sentido, de la cual seguramente se transmite como historia de terror para dar miedo, aunque mi padre solía decir que mi temperamento era igual de malo que él, debido a eso. 

Cuando creí que todo parecía ir de acuerdo al plan, en la sala de mi casa había un intruso. Con solo dirigirle una mirada supe quién era. 

Leonardo, uno de los culpables de que perdiera mi imperio, miraba la ventana dándome la espalda. Siempre fue atractivo tenía ese encanto con el que atraía a las mujeres con facilidad. Sus rizos castaños los llevaba peinados para atrás, pero algunos se escapaban con rebeldía, habló sin mirarme. 

—Extrañaba a mi prometida  

—Estas de broma, ¡tú no eres mi prometido! — grité tal vez demasiado alto 

El que estaba parado examinando el exterior desde la gran ventana se giró para mirarme con una mirada de compasión 

—Bella, no tienes idea de lo que hiciste—puso sus manos a los lados abriéndolas en gesto exagerado y dramático, era tan dé el que me provocaba disgusto de solo verlo—Deberías corroborar el contrato, me parece que se te paso un detalle. 

Odiaba cuando me decía así en italiano, su voz sonaba más atractiva de lo normal.Si bien recordaba el contrato era entre Máximo y yo, estaba allí cuando lo firmó. Lo miré con desconfianza, pero lo corroboré yendo a buscar el papel, mientras siete lo vigilaba. 

Cuando volví no podía creer lo que veía, estaba jodida, me habían tenido una trampa de una forma siniestra y lo habían vuelto a hacer, traicionarme... 

—¡Esto es ilegal! —le extendí el papel señalando su firma—ni siquiera es posible 

—Lo es 

—Eso lo firmó Máximo, no tú— le dije señalándolo de manera acusatoria 

—Exacto, pero en ese momento no corroboraste su firma o me equivoco—Puso las manos en los bolsillos de su tapado negro 

Me quedé pensando, él conocía mi plan demasiado bien, fue entonces cuando supe que alguien cercano a mí, de los pocos que quedaban habían vuelto a herirme por la espalda y una ira repentina comenzaba a recorrerme por las venas. Las ganas de llorar me abrumaron, pero las oculte, aún no era el momento él no debía verme débil y herida. 

—¿Por qué querrías casarte conmigo? 

—Es sencillo, sí tu poder se une con el mío nadie podrá detenernos, aunque ahora no tienes muchas personas que te sigan y respeten sigues siendo una Caruso. Todo volverá a ser como antes si nos casamos. 

—No olvides la traición de tu padre a mi familia y de tal padre tal hijo...— deje esa frase sin terminar intencionalmente 

—Lo siento, pero tenía que ser así para que de esa manera vinieras a mí o es que ¿crees que puedes recuperar todo sin mí?, si es así eres tan ingenua y lamentable. 

—Nos criamos juntos, pero realmente te desconozco, el poder en ti hizo que cambiaras y ahora pareces una persona desalmada