El cuerpo de un hombre estaba tirado en el suelo, había un gran charco de sangre alrededor de él, su cara estaba totalmente destrozada, sus manos estaban desprendidas y en el pecho tenía clavada un hacha que decía: ''Te estaré observando, nunca te podrás esconder".
Ellos estaban aterrados, no podían reaccionar, al leer esa frase recordaron las miradas que habían sentido, y se llenaron más de miedo, quien era, qué quería, qué habían hecho ellos para que los observaran.
De repente sintieron un dolor terrible por todo su cuerpo, su vista se nubló y cayeron al suelo...
Su rutina era igual, pero algo en ellos cambió, cada paso que daban, lo daban con inseguridad, ahora se la pasaban Samantha, Stiven, Lizy y Rosa, hablaban del colegio, y su vida parecía normalizarse, pasó una semana y no había sucedido nada; pero ellos sabían que algo iba a ocurrir.
El domingo de la semana siguiente se iban a reunir para ir a una cabaña abandonada, decían que había una vista hermosa y querían ir a verla, cuando llegaron se sorprendieron, podían divisar la ciudad y un leve aire caliente los abrazaba.
Stiven pasó sus manos por la cintura de Samantha, hace mucho que quería tocarla, ambos sintieron un cosquilleo tranquilizador que los recorría y se quedaron así, observando la vista, mientras Lizy y Rosa inspeccionaban la casa.
—AHHHHH.
Se escuchó un grito proveniente de Lizy en el interior de la casa.
Cuando llegaron los demás, encontraron a Lizy hecha un mar de lágrimas junto al cuerpo de una mujer, de unos 20 años, su cara estaba destrozada, y su cuerpo partido por la mitad en un gran charco de sangre, estaban asustados, no sabían que hacer, Lizy señaló una pared en la que se encontraba unas palabras escritas con sangre: Mis ojos están sobre ustedes, no lo olviden.
Ellos no podían quedarsen ahí o serían los siguientes, tomaron a Lizy y salieron lo más rápido posible hasta llegar a casa.
Editado: 01.10.2018