Entre el odio y el amor

Capitulo trienta y tres: Un secreto a la tumba

— A mi orden atacan.— Deparó con orgullo y prepotencia, Kemal.

Los hombres de Mustafá, solamente, rodaron los ojos y mostraron entre ellos, la insatisfacción que sentían al ser comandados por un hombre tan tedioso y fantoche como lo era Kemal.

Se hallaban en una camioneta, escondidos entre las secas y altas hierbas que rodeaba el camino en el que Laia y Sasha iban. Hubiera sido, una total perdida de tiempo, si no fuese porque el infiltrado que había enviado Kemal a la seguridad de la mansión, hubiese avisado que a último momento, el auto de Laia y Sasha tomaría un camino diferente al resto de autos de la caravana.

Ya, podían ver el lujoso automóvil acercarse sin contratiempos hacia ellos. Kemal, mordía con ansias sus labios, mientras observaba con ojos de odio y maldad, al auto, precipitándose, a una velocidad impetuosa.

Ya, podía imaginarse a Laia en sus manos y a <<esa basura>> como le llamaba Azra y él mismo al bebé. Sentía oír los gritos de dolor de Sasha y esto lo colmaba de un placer enorme. Al fin se cobraría los golpes que Sasha le había otorgado cada vez que lo veía. Aunque sabía que todo eso desataría un tremendo caos, estaba dispuesto a llegar a las últimas consecuencias. Con Laia y la criatura muerta, habría un Sasha débil e impotente, que sería fácil de atacar.

Finalmente, el auto, llegó hasta ellos.

—¡Ahora!— Gritó

La camioneta se interpuso en su camino y de ella, bajaron los hombres, armados hasta los dientes.

Sasha y Laia veían la escena que tenían frente a ellos.

—¡Retrocede! ¡Es una emboscada!— Le dijo, al chófer, pero este, des inmutado, solo abrió su puerta y salió, antes de que la mano de Sasha, tomara su saco.

Laia, veía, aterrada como los hombres con capucha y trajes especiales, se acercaban a ellos, mientras que Sasha, intentaba resguardar a Laia, al ver que no había oportunidad de huir. Si lo intentaba, si intentaba tomar timón, lo asesinarían en cuestión de segundos.

—Escóndete en el maletero. Entra por aquí.— Indicó Sasha, mientras abría, sin quitar los ojos de los hombres que acercaban, un pequeño compartimiento que daba a la cajuela.

Laia empezó a entrar, mientras escuchaba los pasos de los hombres sobre el arenoso sueño.

—Vamos, Laia, rápido.— Instaba, al borde de la desesperación, a la par que buscaba un arma, pero no la hallaba en ninguna parte.

Empujó con delicadas fuerzas los pies de Laia y esta, logró entrar al maletero.

—¡Entra, Sasha!— Rogó, Laia.

—No cabemos los dos. Toma el teléfono y ocúltalo bien.—

—¡Sí hay espacio, Sasha, entra, por el amor de Dios!— Plañó

—No, te daré tiempo para que puedas llamar a Osmán, no hagas ruido. Hazlo por nuestro hijo. Te quiero, luz de mis ojos.— Aquellas, fueron las palabras de Sasha, antes de cerrar el compartimiento y dejar a Laia en la cúspide de la tristeza y de la desesperación mientras escuchaba, como Sasha abría la puerta y salía.

...

—No serías capaz de hacerlo.— Le dijo, Azra a Mustafá.

—Si te interpones en mis planes, soy capaz de eso y mucho más. Te lo dejé el claro ese maldito día en el que decidí llevarme a esa desgraciada muchacha.— Replicó, a tono desafiante.

—Prometiste guardar el secreto. ¡¿Dónde quedó tu palabra?!— Decretó

—Mi palabra quedó en la morgue, junto al cuerpo inerte y sin vida de mi hijo.— Expresó de manera intensa.

—¡Mi esposo murió para que tú pudieras escapar! ¡Él estaría conmigo si no fuese porque decidió salvarte!— Reclamó

—Así es, Azra, yo no le pedí que me salvara.— Deparó sin amagos, mientras se levantaba de su asiento con ínfimas fuerzas.

La rabia en Azra, aumentó de golpe ante aquellas palabras.

—¿¡Cómo te atreves a decir tal disparate!? Parece que la muerte de tu hijo te ha vuelto loco.—

—Sí, me ha vuelto loco, así como parece que la muerte de tu padre y esposo te volvieron loca a ti, cuando decidiste criar a un niño, como un arma de destrucción. Un hijo que comparte sangre Yilmaz, un hombre que es un Yilmaz más.— Gritó entre un ronco y desganado tosido que dejó entrever, un muy desgastado semblante.

—Sasha nunca será un Yilmaz.—Afirmó

—¿¡Y por qué tu plan siempre fue, que ese niño que nació producto de la violación de Kemal, fuese el mismo, que acabaría con el apellido Yilmaz!?— Bombardeó, con la intención bañada en ironía.

Azra, no supo responder ante tal comentario. Sabía que aquellas palabras que habían salido de la boca de Mustafá, estaban empapadas de la más pura verdad.

—Azra, criaste a un Yilmaz, para acabar con los Yilmaz.—

La mente de Azra daba vueltas a más no poder. No entendía como Mustafá sabía tanto. Obviamente, estaba al tanto que su padre y esposo eran amigos fieles del que ahora vociferaba verdades a más no poder, pero, el único que sabía tal cosa era su padre.

—Pero parece que terminaste queriendo a tu sangre enemiga. Tu plan no era confesarle a Gözde que aquel que había deshonrado a su hija era tu primogénito que habías ocultado desde su nacimiento. Tu plan no fue ese, tu plan siempre fue, confesarle a Gözde y a Kemal Yilmaz que el hombre que había acabado con su apellido, no era otro más que su nieto, no era otro más que su hijo, no era más que su propia sangre.—

El rostro de Azra se palidecía ante ese séquito de palabras que más que tales, parecían dardos untados en veneno que se incrustaban en su alma y la hacían retorcer de dolor.

—Eso los enloquecería. Esa es la verdadera venganza.— Musitó con dramatismo, apoyándose al escritorio de madera.

—¡¿Cómo sabes eso, Mustafá?!— Indagó con plena suspicacia, mirando los cansados ojos de su padrino.

—Tu padre me lo confesó, Azra. Sé todo y también sé que tu plan iba a la perfección, pero somos humanos y por encima de nosotros hay alguien todopoderoso y ese alguien, cambió tus planes, cambió el camino de Sasha y ahora, está rumbo al aeropuerto con esa infeliz muchacha. Pero temo que no llegará.— Miró su reloj de mano y cuando alzó la mirada, esta se tornó en minúsculos puntos negros que se expandían rápidamente y le impedían ver. Trataba de apoyarse con fuerzas del escritorio, mientras que con la mano izquierda, oprimía con fuerzas su pecho.



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En el texto hay: amor secretos drama odio

Editado: 23.11.2024

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