Entre estas cuatro paredes

Día 4

Me despierto para comenzar un día más. Todo parece haber regresado a la normalidad. Me siento como solía sentirme antes. Realmente nunca puedo definir mi humor. No me siento ni feliz ni triste, de hecho, podría decir, sin afán de ser dramático, que no siento nada. Es difícil ponerlo en palabras. Pero simplemente, no siento que estoy mal emocionalmente, pero tampoco siento que estoy bien.

 Aquellos días donde me sentía alegre, parecen tan distantes como extraños.

 No me gusta decir que soy depresivo. Hoy en día cualquier adolescente puede identificarse como tal, sin una consulta médica. Lo cual me parece una verdadera estupidez, claro amigo, tira años de estudios de un profesional por un quiz que hiciste en el internet. Así que no, no puedo clasificarme en ningún problema mental como aquellos. Aunque a veces dudara de mi salud mental.  Mi padre no cree en los problemas mentales de se tipo. Porque claro, cualquier espectro de sentimentalismo, es ridículo. Ridículo. La palabra del día. Genial, ahora no podré dejar de pensar en ella. Para mi padre, todo parecía ridículo y sin valor.  Como si lo único trascendental era lo que el hacía.

Continúe con mi rutina normal. Llegué a la escuela. Respiré hondo, y entré al instituto. Mi mente no estaba lista para un día más de clases. Llevábamos apenas tres meses de 5, y yo no veía la hora de salir. Verdaderamente ya no soportaba estar en ese lugar. Ver el mar de rostros desconocido, indiferentes hacia la existencia de los demás. Ensimismados y egoístas. Supongo que era algo común en los jóvenes de preparatoria.

Siempre hablo excluyéndome de los demás, es una maña que tengo. Alguna vez una niña, no recuerdo ni su nombre ni su rostro, me dijo que me creía mejor que los demás, que esa era la razón por la que hablaba con misantropía, me dijo algo como: “el excluirte de la humanidad no te hace menos humano” supongo que se refería a que ser humano, o ser joven y detestarlos no me excluía de ser uno personalmente. Y no creo que estuviese en un error, sé perfectamente bien la etapa en la que me encuentro y el ser que soy. Sin embargo, hablo de “ellos” como algo distante, precisamente, por que siento que no pertenezco. No siento que este sea mi ambiente, o que estas sean las personas con las que quiero relacionarme. Cuando digo que los jóvenes de mi edad son en su mayoría estúpidos, por supuesto que me incluyo. Soy ridículo, ¿lo olvidan? Hablando de estupideces, no me refiero al intelecto, en la mayoría de los casos, me refiero a no pensar más allá de las tendencias, no hacer juicios propios, o solamente preocuparse por uno mismo, ignorar la existencia de todo lo demás.

Jamás he sentido que encajo con mi generación. Siempre parezco perdido. Simplemente no encajo. A veces pienso que quizá, no estoy hecho para este mundo. Tal vez nací en el momento erróneo e inoportuno. Dicha teoría, era bastante lógica, y cierta hasta cierto punto. Cuando era más chico, solía buscar constantemente el ser aceptado en los grupos sociales, por supuesto esto cambió cuando cumplí unos trece años. De pronto, perdí el interés de tener un sentido de pertenencia, y me convertí en el chico raro y aislado que el mundo no conocía, y muchas veces, era porque yo no quería que lo hicieran. Encontraba un consuelo en la soledad. Cuando estas solo, nadie puede lastimarte, y no puedes lastimar a nadie.

De niño, solía cambiar constantemente de casa. Mi padre no tenía un trabajo estable y, ambos, mi madre y mi padre, no querían que los “rumores” se esparcieran por el vecindario. El decía que lo que sucedía en la casa, era únicamente asunto nuestro. Claro, mi madre pensaba que era bastante lógico, y en cierto momento, yo igual. Buscaba siempre dar una buena imagen al mundo por el hecho de que buscaba tener su propia empresa, así que, para él, la imagen era clave para poder venderse. él decía que no era solo cuestión de la empresa, sino de quien la dirigía. En este caso, era él.  De vez en cuando, mi padre sonaba como un hombre razonable. Llegó a ser la inspiración y a ganarse la admiración de varios colegas. Por supuesto, que estas personas solo lo conocían en un ambiente laboral. Yo lo conocía en su formato más irracional y violento. En lo que a mi concierne, no hay nada que admirar de él. Absolutamente nada.

El día de hoy, la srta. Zerela, nos hizo escribir un tipo ensayo inclinándose más a una reflexión, sobre quienes fuimos. Ella decía que sabiendo donde estuviste, era más fácil saber a donde vas. Quería que escribiéramos de nuestro pasado, para definir nuestras aspiraciones, porque el conocimiento empírico nos podría llevar con mayor facilidad a las metas que tuviéramos, siendo que, no puedes fallar el mismo examen más de tres veces, decía ella.  No sabía que tan ciertas pudieran ser sus palabras. Jamás había considerado las cosas de esa manera. ¿Qué hay de eso que dicen, sobre enterrar el pasado? La srta, Zerela, podía confundirme profundamente. Me causaba conflicto algunas cosas que decía. Aun así, disfrutaba de escucharla y reflexionar sobre lo que tenía que decir. Me gustaba tener siempre algo en mente, estar pensando constantemente. Aunque de vez en cuando todas las cosas se juntaran en mi cabeza. Rara vez tenía un momento de silencio mental, podía pensar en las cosas más mínimas, y volverlas complicadas de un momento a otro.



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En el texto hay: depresion, nostalgia, muerte

Editado: 18.12.2019

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