Entre fogones

Capítulo 7

Evelynn se detuvo a limpiar el pequeño desastre que había dejado en su cocina mientras Delan y Mark iban a la cocina del primero a desayunar. Desayunar. A las doce y pico de la mañana, pero bueno, todo estaba siendo para que Mark les ayudase con las recetas italianas. Según le había dicho el propio Mark, él tenía muy buena mano para las recetas que nunca había hecho, tenía ese talento innato de hacerlo todo bien desde el principio. Además de que aquellas eran recetas que requerían mucho sabor, por lo que él era el indicado para ayudarles.

Empezó a recoger y fregar todo cuanto habían usado Delan y ella. Estaba intrigada por el hecho de que la hubiese echado de la habitación cuando iba a despertar a Mark. ¿Por qué lo había hecho? ¿Le habría dicho algo al despertarle? ¿Habría hecho algo? Todo lo que sabía era que la había dejado fuera, habían estado allí dentro un buen rato y luego ambos habían salido, con el ánimo refrescado y Delan con ropa limpia. Una ropa que, por cierto, le había gustado. Aquella camiseta con el escudo de Capitán América le había llamado muchísimo la atención. Delan nunca llevaba camisetas con imágenes, eso era muy de Mark. En ese sentido, el primero era mucho más soso.

--------

Mark se sentó perezosamente en la silla mientras Delan comenzaba a sacar todo lo que iba a necesitar para preparar las tortitas y el zumo. Mark se quedó mirándole mientras hacía el desayuno. Delan cocinaba muy calmado, como si en aquel entorno, fuese la persona más feliz del mundo. Ese era el motivo por el que le había extrañado tanto que apareciese en su cuarto necesitando algo. Hasta que había sabido que Evelynn había sido "la culpable", aunque realmente había sido un accidente. Lo del plato claro, no la discusión.

Tamborileó en la mesa con los dedos sin hacer demasiado ruido. Esas cosas le molestaban muchísimo a Delan, pero si era moderado, podía pasarlo por alto. Seguía mirando su espalda, él siempre había sido un poco más corpulento que Mark, por lo que su camiseta le estaba más pegada, se marcaba en su cuerpo y se movía cada vez que él lo hacía. Su pelo, "peinado despeinado y desenfadado" se mecía al compás de sus movimientos. Al contrario que el propio Mark, que lo llevaba despeinado porque cuando salía de la ducha pasaba de perder el tiempo en eso de mimarse el pelo, Delan tenía un look bastante guay.

Suspiró apenado. Media hora mirándole y no era capaz de sacar un tema de conversación del que pudiesen hablar. ¿Qué debía preguntarle? "Delan, ¿has hecho muchos amigos esta primera semana?" "¿has conocido a alguien cool estos días?" "¿te han agobiado mucho las clases?" "¿cómo vas con tu plan de desmadrarte en el campamento con todas las chicas que pilles?" Se le ocurrían un montón de cosas, pero no podía decir ninguna. Delan no le contestaría, no tenían la suficiente amistad como para ello. Sí, era cierto que se cuidaban el uno al otro cuando hacía falta, que se podían pedir favores, pero eso era porque lo habían acabado haciendo de críos, el estar pendiente del otro, por el bien de sus madres. Aunque sin ser amigos, aquello estaba fuera de lugar. ¿Intentar que al otro no le pase nada y estar disponible por si necesita algo? Sí. ¿Hablar de sus cosas, contarse intimidades y ser más cercanos? Imposible.

A pesar de que había aprendido eso hacía años, a pesar de que Delan no le había permitido acercarse. A pesar de todo, él siempre quería volver a intentarlo. Puede que fuese un idiota o un masoquista, porque saltaba a la vista que Delan no quería nada de eso con él, pero nunca había entendido qué había hecho mal. Dios, cuando su madre le dijo que había un chico de su edad en el vecindario, se puso tan feliz que podría haber iluminado toda la ciudad de Monstruos S.A. Y, aun así, cuando fueron a su casa, Delan se negó a bajar y cuando la señora White consiguió convencerle, él volvió a subir después de mirarle con una cara de enfado que jamás olvidaría. Aquella noche, un Mark de diez años lloró durante horas por un rechazo que no se merecía. Creía que allí encontraría a ese mejor amigo que se veía en las películas, a ese casi hermano que conoce todo de ti y por el que darías la vida.

Pero solo obtuvo odio. Y ahora una rivalidad mezclada con un extraño deber de cuidar de ambos por sus madres.

Delan le sacó de sus pensamientos poniendo un plato con una gran montaña de tortitas frente a él. El delicioso olor se llevó un poco su triste estado de ánimo. Echó sirope de dulce de leche y comenzó a comer hambriento. Delan se sentó a su lado, simplemente a verle comer, aquella era una de las mejores cosas de ser cocinero, ver disfrutar a las personas comiendo tu comida, aunque fuesen unas simples tortitas.

- ¿Has visto el gimnasio que hay aquí?

Mark casi se atraganta al ver que había sido Delan quien había sacado tema de conversación.

- Sí. La verdad es que solo lo he visto desde fuera, pero ahora que ya le he cogido el ritmo a las clases, empezaré a ir por las tardes un rato.



#36504 en Novela romántica
#9472 en Joven Adulto

En el texto hay: amor, chicoxchico, rivalidad

Editado: 18.11.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.