A la mañana siguiente salimos temprano del Jardín de Amapolas, las hadas nos dieron una cálida despedida, y un buen desayuno, y nos dijeron que si necesitábamos algo, no dudaremos en volver. Agradecí el gesto pero, ni loca volvería aquí.
Cuando finalmente pude volver a ponerme mi armadura, fue glorioso, Finalmente volví a estar protegida.
Y salimos hacia Pino del Oro, afortunadamente, en esta ocasión si conseguimos un amable viajero que nos llevará hasta allá.
El viaje fue corto, tal y como Franco había dicho, y sin demasiadas cosas que ver.
Al llegar a la ciudad, lo primero que noté fue… su tan peculiar estilo arquitectónico, era más moderno, diría yo. Además de las anchas calles de piedra, donde a cada rato pasaban carruajes.
Pino del Oro era… bastante diferente de lo que esperaba, elegante más bien. Además de que la gente vestía con grandes vestidos y trajes de la alta sociedad; y las mujeres llevaban joyas.
Fue extraño, la gente nos miraba ocasionalmente, como si no fuéramos dignos de su ciudad. Franco me dijo que simplemente los ignoraba.
Terminamos en la plaza de la ciudad, donde había gente vestida de manera más casual. Había varios puestos ambulantes que vendían todo tipo de cosas, especialmente comida y artesanías. Franco y yo fuimos a ver distintas cosas, él dijo algo de unos relojes.
Me acerqué a uno de los puestos, vendían collares hechos de plata y gemas semipreciosas. Incluso algunos tenían perlas (No sabía si eran verdaderas).Todos eran hermosos y si hubiera tenido más dinero, tal vez me hubiera comprado algún anillo.
Continué observando los dijes, con la esperanza de encontrar uno que no estuviera muy caro. Tras mirarlos por un rato encontré uno que me gusto, tenía forma de media luna, era de plata con algunas incrustaciones de ópalo. Era hermoso.
Pregunté por el precio y afortunadamente estaba a solo una moneda de oro. Sin pensarlo mucho, decidí llevarlo.
Pagué y con un poco de dificultad me lo puse. Con un pequeño espejo que tenía el chico vi como me quedaba, desgraciadamente, no se veía demasiado por la armadura pero estoy segura que cuando use algún vestido se me vería precioso. No podía esperar a enseñarselo a Franco.
Franco continuaba observando los relojes de bolsillo. Me acerqué a él cuando las carcajadas de una multitud desviaron mi atención.
A lo lejos, había un gran grupo de personas en un círculo cerca del kiosco. Reían y cantaban juntos, debían estar viendo algo.
— ¡Mira Franco! — Exclamé mientras lo tomaba del brazo para llamar su atención —Están haciendo una obra —
Ambos nos acercamos y nos abrimos paso entre la gente para poder ver bien todo.
En el centro del círculo había un escenario improvisado con unas cuantas cajas de madera, además de que había un pedazo de papel con unos cuantos árboles mal pintados que hacía de escenografía.
Había un chico, que se me hacía extrañamente conocido, vestido con un traje de arlequín azul y al otro lado había un enderman albino con una corona de papel. El enderman parecía bastante molesto.
El arlequín tomó una pequeña guitarra y comenzó a cantar una animada y alegre canción.
“Una voz me ordena que haga cosas
La, la, la, la, la, la, la, la, la, la, la, la
La medicación no es suficiente
La, la, la, la, la, la, la, la, la, la, la, la”
El chico cantaba mientras daba piruetas por todos lados y la audiencia seguía con su canción alegremente.
“Estoy fatal, estoy cambiando, estoy asustado
Me despierto cada noche correteando por un prado
Y es este olor no que se quita
Cómo a establo, como a cuadra
Y hasta me he hecho con mi pelo una bufanda”
No puse atención al resto de la canción, trataba de recordar quién era el chico, su voz también la había escuchado antes. No era… tenía que ser… ¿¡Vandal!?
Las mismas canciones tontas y la misma energía del chico. Era él.
— ¿Estas bien? — Preguntó Franco.
— Es solo que… el arlequín es el ladrón de libros — Dije en voz baja — Tenemos que hacer algo —
— ¿Qué quieres hacer? ¿Atacarlo enfrente de todos? — Lo consideré por un segundo — No lo hagas ahora, no queremos atraer atención innecesaria. Mínimo deja que acabe con su obra —
Regresé mi atención a la obra de Vandal. Al parecer ya había terminado con su tonta canción.
— ¡Oh no! — Vandal continuó con su obra — Nuestro pequeño Killer está en problemas. ¿Quién podrá ayudarnos? — Dijo Vandal con movimientos exagerados.
— Es Killian, no Killer — Corrigió el enderman de mala manera.
— ¿Qué es eso? — Vandal continuó con su historia como si Killian no hubiera dicho nada — ¿Acaso no es el gran hechicero? — Dijo de manera dramática mientras señalaba a lo lejos.
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Editado: 26.09.2021