En el desconocido.
Elena.
Con caja en mano me dirijo a mi habitación, que pronto dejará de ser mía, y me encierro en ella por el resto del día; pensando en lo que el futuro me depara.
Extraño mi hogar, mi familia y amigos; mi vida porque a pesar de estar bien ahora en donde estoy, me es imposible venir.
Cuando la hora de la cena se acerca comienzo a prepararme. Lilac mando para mi un vestido negro bastante lindo, cubierto de pequeños diamantes negros incrustados a lo largo de este con unos delgados tirantes en los hombrois; tan ceñido al cuerpo qye marca a la perfeccion cada na de mis curvas paa luego caer delicadamente a mis pies.
Aprovechando mi nuevo estilo, realizó un recogido despeinado y maquillo mis ojos con sombras negras que hacen resaltar mi mirada.
Al observarme en el espejo, comprendo que la antigua Elena fue dejada atrás y ahora, en su lugar solo hay una imponente mujer de cabello blanco y mirada amenazadora.
Cuando estoy lista me dirijo al salón, donde Gaston me espera para marcharnos junto con el guardia que espera por nosotros fuera.
Phoenix es la primera en verme, sus ojos se iluminan y me da una gran sonrisa.
-¡Pareces una princesa! - Grita así llamando la atención de todos.
-Gracias pequeña.
-Te ves hermosa…
Me susurra Adler al oído mientras me encierra en un abrazo, uno que está cargado de sentimientos ya que se asemeja a una despedida. Luego de la cena nada será igual, yo ya no perteneceré a este reino y nosotros ya no estaremos juntos.
-¿Listo? - Digo dirigiéndome a mi hermano. Él asinte con su cabeza, y luego de despedirnos de los demás comenzamos nuestro camino.
Al llegar nos dirigieron al salón, a causa de que Lilac y el otro gobernante nos esperaban allí. Un hombre alto y musculoso llama mi atención, su pelo blanco es lo que más resalta de él. Vestia un traje gris con destellos blancos y algunos negros, destacando asi su belleza.
Lilac nos sonríe, sentada en la punta de la mesa, siendo la anfitriona, en una gran silla que al levantarse para saludarnos deja a la vista un extravagante vestido ceñido al cuerpo, lleno de diamantes azules y celestes. Fue allí, cuando me di cuenta que mi hermano tenía un traje casi idéntico al de ella.
Estaban combinados.
-Chicos, al fin llegan - Sonrie - Él es Craig, gobernante del Reino Caeli.
-Es un placer conocerlos al fin - Dijo él con una sonrisa extraña.
-El placer es nuestro.
Luego de la presentaciones, todos nos sentamos en la mesa y comenzamos a comer.
Y nuevamente desde que habíamos llegado, me sentí fuera de lugar.
Ellos platicaban acerca de sus habilidades y el entrenamiento de Gaston, mientras que yo solo les dirigía miradas discretas cada tanto.
A pesar de ya tener una habilidad, no tengo nada de lo cual hablar ya que aún soy incapaz de hacer nada con ella.
En un momento de la cena, siento una mirada en mí y descubro a Craig observandome.
-Mucho se habla de tu encuentro con el Angelus -Dice con una sonrisa amistosa, que transmite todo menos amistad.
-Si, gran susto que me lleve.
-Es una suerte que te encontrarán a tiempo, antes de que la bestia te siguiera atacando -La voz de Lilac resonó en el lugar, una mirada extraña se ganó de mi parte.
-¿Bestia? -Dije sin comprender -¿Hablan de esas ardillas?
-¿Ardillas? Claro que no, hablamos del Ángelus. El te atacó.
Y a pesar de que quiso hacer sonar su voz segura, la duda se reflejó en sus ojos.
-No, no fue él. Unas ardillas me atacaron y el curo mi herida - Acabé aquello mostrando la cicatriz en mi antebrazo.
Ambos se sorprendieron, pero lo disimularon rápidamente. Luego de aquellos, habían vuelto a ignorarme y no me incluyeron de nuevo en la charla. Fue como si fuera invisible o insignificante.
O eso quisieron hacerme creer.
Efectivamente esa cena tuvo un trasfondo relacionado conmigo a pesar de haber sido ignorada la mayor parte del tiempo. Craig me informó que a partir de mañana sería una habitante oficial de su reino por lo que mandaría a alguien a casa de Adler para que me guiara a mi nuevo hogar.
Cuando todo terminó, nos estábamos preparandonos para irnos, pero unas intensas ganas de ir al baño me envolvieron y luego de preguntar a un guardia me dirigí por un ancho pasillo lleno de puertas.
Estaba por girar, siguiendo las indicaciones para encontrar el baño, cuando una voz se hizo presente.
-¡Aún no estamos seguros de que eso ocurra!
La curiosidad brotó de mi e inconscientemente me acerqué a una puerta entreabierta en la que se veían a dos figuras discutiendo.
Eran Lilac y Craig.
-¡Sabes que es un peligro! -Dijo él en un susurro furioso- No solo para ti, sino para todos nosotros. ¿Acaso no la viste? ¡Parece la dama de la muerte! Nos arruinará a todos.