Entre la oscuridad y el amor

Capítulo 2 rencuentro en el parque

El viento susurraba entre los árboles desnudos del parque,
llevando consigo un halo de misterio y nostalgia. Charlotte
caminaba con pasos vacilantes por el sendero cubierto de hojas
marchitas. Sus ojos se deslizaban nerviosos por la penumbra que
se extendía ante ella, buscando la figura que la había llevado de
vuelta a este lugar.
El parque solía ser su refugio, un remanso de paz en medio del
caos de la ciudad. Pero desde aquella noche fatídica, había
evitado este lugar como si estuviera infectado por alguna oscura
presencia. Sin embargo, algo la había atraído de vuelta, algo que
resonaba en lo más profundo de su ser.
Cuando por fin lo vio, su corazón dio un vuelco. Jack estaba de
pie junto al viejo columpio, con la mirada perdida en la distancia.
Su figura se recortaba contra la luna, imponente y misteriosa
como siempre. Charlotte sintió un estremecimiento recorrer su
espina dorsal, una mezcla de temor y fascinación.
—¿Jack? —llamó con voz temblorosa, sin estar segura de si
quería ser escuchada.
Él se giró lentamente hacia ella, y por un instante, sus ojos se
encontraron en la penumbra. Un destello de reconocimiento
brilló en la mirada de Jack, seguido de una sombra de tristeza.
—Charlotte… —susurró su nombre como si fuera un eco del
pasado.
El silencio se extendió entre ellos, cargado de emociones no
expresadas. Charlotte recordó la última vez que se vieron en este
parque, el último beso compartido bajo la luz de la luna. Pero
también recordó el horror que siguió, el vacío que dejó su
desaparición inexplicable.
—¿Cómo estás aquí? —preguntó Charlotte, luchando por
contener la oleada de emociones que amenazaba con
desbordarse.
Jack dio un paso vacilante hacia ella, como si temiera espantarla.
Su presencia parecía teñida de melancolía, como si llevara
consigo los susurros del pasado.
—No lo sé… —murmuró, con la voz cargada de pesar—. Solo sé
que necesitaba verte una vez más.
Charlotte sintió un nudo en la garganta. Había pasado tanto
tiempo desde que había deseado escuchar esas palabras, pero
ahora que estaban frente a frente, no sabía cómo enfrentar la
verdad que se escondía detrás de ellas.
—¿Qué pasó esa noche, Jack? —preguntó, con la voz apenas un
susurro—. ¿Por qué desapareciste?
Los ojos de Jack se oscurecieron con dolor, como si reviviera el
tormento una y otra vez.
—No lo recuerdo… —confesó finalmente, con la mirada perdida
en el vacío—. Solo sé que algo me arrastró hacia la oscuridad, y
cuando desperté, ya no estaba aquí.
Charlotte sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. La oscuridad
que acechaba en las sombras del parque parecía cobrar vida
propia, envolviéndolos en un abrazo gélido.
—No importa lo que haya sucedido —dijo, extendiendo la mano
hacia él—. Estás aquí ahora, y eso es lo único que importa.
Jack vaciló por un momento, como si temiera el contacto
humano. Pero luego, con un suspiro de resignación, tomó su
mano en la suya. Y en ese instante, Charlotte supo que no
importaba qué secretos escondiera la noche, estaban juntos de
nuevo, enfrentando la oscuridad con el poder del amor.
El susurro del viento se intensificó, llevando consigo un eco
distante de voces susurrantes. Charlotte frunció el ceño,
sintiendo cómo la atmósfera del parque se volvía más opresiva
con cada momento que pasaba.
—Debemos irnos de aquí —sugirió, apretando la mano de Jack
con fuerza—. No me gusta este lugar.
Jack asintió en silencio, como si también sintiera la presión
invisible que los rodeaba. Juntos, se alejaron del columpio y se
adentraron en el sendero oscuro, dejando atrás la melancolía del
parque.
Mientras caminaban, Charlotte se aferraba a la sensación
reconfortante de la mano de Jack, como si fuera el único ancla en
medio de la tormenta que se avecinaba. Pero incluso su
presencia no podía disipar completamente el miedo que se
agitaba en lo más profundo de su ser.
De repente, un crujido resonó a su alrededor, rompiendo el
silencio de la noche. Charlotte se detuvo en seco, con el corazón
latiendo desbocado en su pecho. Jack también se detuvo, su
mirada escudriñando las sombras con una intensidad feroz.
—¿Qué fue eso? —susurró Charlotte, temblando ante la
incertidumbre del peligro que acechaba en la oscuridad.
Jack frunció el ceño, como si estuviera tratando de discernir el
origen del sonido ominoso. Pero antes de que pudiera responder,
una figura emergió de entre los árboles, moviéndose con una
gracia sobrenatural.
El corazón de Charlotte se detuvo al reconocer la silueta, una
sombra pálida que se contorsionaba en la penumbra. Era como si
la misma noche hubiera cobrado forma, manifestando sus peores
pesadillas ante sus ojos incrédulos.
—No puede ser… —murmuró Charlotte, retrocediendo
instintivamente.
Jack la rodeó con un brazo protector, su expresión endurecida
por la determinación.
—Quédate detrás de mí —ordenó en un susurro tenso—. No
dejaré que te haga daño.
La figura se detuvo a pocos metros de ellos, su rostro oculto
entre las sombras. Pero Charlotte podía sentir su mirada fría
clavada en ellos, como si estuviera evaluando su próxima presa.
—¿Quién eres? —exigió Jack, su voz resonando con autoridad—
.
¿Qué quieres de nosotros?
La figura permaneció en silencio por un momento, como si
estuviera saboreando el miedo que emanaba de ellos. Luego, con
un susurro siniestro, finalmente habló.
—Soy el eco de lo que una vez fuiste, Jack —dijo, su voz
resonando con un tono fantasmal—. Y he vuelto para reclamar lo
que me pertenece.
El eco de esas palabras se desvaneció en el aire, dejando un
silencio cargado de tensión en su estela. Charlotte sintió un
escalofrío recorrer su espalda mientras observaba la figura
misteriosa frente a ellos. Había algo en su presencia que le
resultaba inquietantemente familiar, como si despertara
recuerdos olvidados en lo más profundo de su mente.
Jack apretó los dientes, sus ojos centelleando con determinación.
—No sé quién crees que eres, pero no tienes poder sobre mí —
declaró con voz firme—. He encontrado mi camino de regreso y
no permitiré que vuelvas a arrebatármelo.
La figura emitió una risa hueca que resonó en el aire,
envolviéndolos en un escalofrío gélido.
—Oh, Jack, eres tan ingenuo —respondió con burla—. Piensas
que puedes escapar de tu destino, pero la oscuridad siempre
regresa por lo que le pertenece.
Charlotte sintió un nudo en el estómago mientras observaba la
confrontación entre Jack y la sombra del pasado. ¿Qué
significaba todo esto? ¿Cómo estaba involucrada ella en este
conflicto que trascendía la comprensión humana?
Antes de que pudiera formular más preguntas, la figura dio un
paso adelante, emergiendo de las sombras con una presencia
abrumadora. Jack se interpuso entre ellos, dispuesto a enfrentar
cualquier amenaza que se avecinara.
—¡No permitiré que te acerques a ella! —gritó, desafiante.
La figura se detuvo, sus ojos brillando con una luz sobrenatural
en la oscuridad.
—Muy bien, Jack —susurró con una sonrisa retorcida—. Si no
puedes ser persuadido, entonces tendrás que enfrentar las
consecuencias.
Con un movimiento fluido, la figura desapareció en la noche,
dejando tras de sí solo el eco de su risa malévola. Charlotte sintió
cómo el miedo se apoderaba de su corazón mientras miraba a
Jack, cuya expresión reflejaba determinación mezclada con una
sombra de preocupación.
—¿Qué era eso? —preguntó Charlotte, temblando ante la
incertidumbre del peligro que los acechaba.
Jack cerró los ojos por un momento, como si estuviera tratando
de contener la tormenta de emociones que arremolinaba en su
interior.
—No lo sé, Charlotte —respondió con voz sombría—. Pero algo
me dice que esta noche es solo el comienzo de algo mucho más
oscuro y peligroso.



#8541 en Novela romántica

En el texto hay: romance, terror

Editado: 26.05.2024

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