Las pistas me llevaron hacia ella, pero cuando llegué solo había sangre. Quise buscarla, pero las sirenas de la policía me alertaron.
Era una trampa, una buena para haberme hecho caer.
Como pude me movilicé hacia la puerta trasera y caí, era muy alto. Llegué con dificultad hacia mi auto y desaparecí.
A lo lejos pude ver a los oficiales de policía llegando al lugar, y en menos de lo esperado el lugar se volvió pedazos.
Una explosión.
Esto es peor de lo que pensaba.
Ahora no existe ninguna prueba, o nunca existieron.
Escribo otra carta y la guardo para que se la puedan entregar.
Necesito estar entre las sombras, para llevarlo hacia ellos.
Solo de esa manera podemos llegar al final de esto.
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En los aposentos de la casa de los Koslov, el jefe de aquel bando observaba las cámaras de seguridad del hospital y pudo reconocer a uno de los hombres que entraron al lugar. Era conocido de él por sus buenas referencias en realizar trabajos sin dejar pista alguna. Pero las cámaras lo habían grabado.
Querían desviar las pistas hacia otra persona. – Pensó aquel hombre.
Iba a dejar ese trabajo ya que no le convenía estar en contacto con ellos por un tiempo, cuando observo aquel joven observando a cada lado del hospital.
Es Héctor. – Se preguntó a sí mismo. – Pero qué hacía la sombra del idiota de su hijo en aquel hospital. - Siguió observando cuando los vio, aquella imagen que nunca pensó ver, y la cual le hizo regresar a pensar en todos los rumores que corrían en aquella vida.
Llamó de inmediato a sus hombres y les pidió investigar sobre aquellos jóvenes. El idiota de su hijo no le había contestado las llamadas en meses, lo cual pensó que se cansó y regresó con sus estudios. Pero el muy imbécil le había mentido todo este tiempo.
No espero más tiempo y se dirigió hacia la única persona que había tenido contacto con su hijo.
El video se seguía reproduciendo en silencio en aquella pantalla de computadora, en la cual aparecían la sombra de hijo mirando de lado a lado y una camilla llevando a una joven a una habitación junto con un bebé y a Antonio a su lado.
Había reconocido de inmediato a la joven, era la única hija mujer de los Castro.
Más conocidos como los Slovocia.
Sus enemigos.
Isabella observaba a su hermano que se encontraba dentro de la mansión, el cual la veía y lloraba. Era retenido con Sebastián, el cual hizo una señal con su mano y ella no entendió. Quiso decirle algo, pero fue retenida por Antonio quien la cogió de la cintura y la guío hacia el auto.
-Espera. – Habló el padre de Isabella.
-Algo más. – Preguntó Antonio ganándose una mirada fulminante por parte de aquel hombre.
-Cómo es que secuestraron y mataron a tus hijos. - Preguntó aquel hombre.
Isabella se separó de Antonio y se acercó un poco a su padre.
-Era un embarazo de mellizos, perdí a uno cuando me provocaron un aborto hace meses. Y hace unos días después del parto secuestraron a mi otro hijo. – Dijo Isabella aguantándose las lágrimas.
-Sabes quién lo hizo. – Pregunto.
-Dónde está Nora. – Respondió Isabella.
-Disculpa, ¿quién? – Su padre estaba confundido.
-Aquella muchacha que estaba con Melanie y Sofía. – Respondió Antonio alejando a Isabella. – Ella lo hizo y aún no la encuentro. - Terminó de decir.
-Sabía que era maldita tenía algo raro. – Dijo el padre. – Es de tu equipo, ¿no?, entonces tú debes saber en dónde está. – Volvió a decir Alfonso.
-Mi equipo solo se conforma con los presentes y una baja en el hospital. – Dijo Antonio. – El resto son traidores y si no lo son, que permanezcan ocultos porque los encontrare y vengare la muerte de mi hijo. – Al momento de terminar de hablar Antonio agarró a Isabella de la mano y la llevo al auto, Luna y Lucas los seguían mientras eran resguardados por su equipo de seguridad. – Solo acepto que va a colaborar en la búsqueda por ella. – Señalo a Isabella. – De lo contrario, estaríamos muertos. – Antonio encendió el auto y desapareció junto con todo su equipo.
Solo polvo quedo de la caravana de autos que salieron de la mansión Slovocia, el jefe de aquella familia se aguantaba las ganas de haberle puesto una bala entre cada ceja al imbécil que se llevó a su hija.
Ella ya no es tu hija, es una traidora. – Pensaba Alfonso mientras regresaba a ver por las ventanas a su esposa mientras consolaba a su pequeño Gabriel. Solo por ellos los iba a ayudar en su búsqueda, mientras iba pensando en las mil formas de usar al pequeño nieto.
Ingreso a la mansión y su pequeño hijo corrió hacia el desesperado.
-Tienes que decirle. – Le decía el niño. – No lo quieren al bebé, la quieren a ella. – Dijo el pequeño llorando desconsoladamente.
Alfonso no sabía de qué hablaba su hijo, pero lo que más lo dejaba descolocado era saber de dónde se enteró su hijo del secuestro. Si ni siquiera le habían comunicado que su hermana estaba embarazada.
-Gabriel de que estas hablando. – Preguntó su padre.
-Yo los escuche, todo está planeado. Ellos la quieren a ella, cuando lo consigan matarán al bebé como lo hicieron con los demás. – El pequeño no aguanto más y se desplomó sobre el suelo.
La madre de este corrió hacia él y lo llevó de los brazos hacia su habitación. Mientras Sebastián le ayudaba, Alfonso lo llamó.
-Sabes de qué está hablando. – Le pregunto sabiendo que él era el único contacto con su pequeño hijo.
-No quiere decir que le ocurrió en ese lugar, pero la quieren a ella. Quieren a Isabella, y después que lo consigan mataran al bebé delante de ella. – Le dijo dejando a su jefe sin entender nada. – No es venganza, es advertencia. – Le dijo sacando un pequeño papel de su bolsillo. - Eso lo tenía en su bolsillo y no paraba de decir que quería recordar. – Al momento de decir esa última palabra Alfonso comprendió de quien hablaban.
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Editado: 25.09.2021