(Santiago)
Santiago se encontraba sentado en su sala viendo un programa sobre cocina, las ventanas de aquella casa absorbían tanta luz por lo que la residencia estaba totalmente iluminada, era bastante acogedora. Él parecía sistemático, todo estaba acomodado donde debía de estar, los libros adecuados de forma alfabética al igual que los discos viejos y algunas fotos de él y sus amigos. Estaba en la parte más importante del programa cuando el timbre de la puerta sonó, maldijo por la interrupción.
—¡Buenos días! ¿Usted debe ser Santiago? —El Fiscal Leon estaba parado en la puerta.
El inspector llevaba puesta una chaqueta negra, una camisa blanca y un pantalón negro, sus ojos color café revelaban el desvelo de día anterior, no era muy alto, por lo que los kilos de más que tenía lo hacían verse menos corpulento.
—Sí, ¿Puedo ayudarlo el algo? —Santiago no se inmutó ante la presencia del Fiscal.
—¿Puedo pasar? Solo serán unos minutos.
—¡Claro! Siéntase a gusto.
—¡Gracias! —Respondió Leon siguiendo al muchacho a la sala, hasta él se había sorprendido del orden y la limpieza que poseía la casa, tomaron asiento mientras Santiago apagaba el televisor, el inspector saco de un portafolio con varios papeles.
—He venido con la finalidad de que me cuente que hizo hace dos días, para ser exactos el lunes.
—Inspector, no comprendo. Para que usted venga a interrogarme, ¿debería de traer una orden judicial? —Santiago acomodaba sus lentes exacerbado.
—Santiago tengo una orden judicial. Ahora prosigamos tengo más interrogatorios que hacer, el tiempo es valioso.
—En ese caso no tengo nada que objetar.
—En la mañana de día lunes ¿qué hizo?
—Era mi día libre Inspector, pero me llamaron para que me hiciera cargo de una sesión de fotos de los Mancilla, pronto reanudarán sus votos.
—¿Donde efectuó la sesión de fotos?
—En el hotel Villareal a las diez de la mañana. Luego fui a almorzar con Tania.
—¿Usted sabe lo que le ha pasado?
—¡No! inspector. No he hablado con ella desde ese día, he estado muy ocupado.
—Tania ha sido asesinada —dijo él Fiscal impotente, le había costado matizar correctamente aquellas palabras.
—¿Que? —Santiago mostró un semblante llenó de estupor, creíble para cualquier mirada acusatoria—, ¿qué ha dicho inspector?
—Han asesinado a Tania, —reiteró Leon indignado por el hecho—. Y resulta que usted fue la última persona en verla antes de que desapareciera.
—Inspector ¿me esta insinuando que yo soy el asesino? —Santiago se tensó por la delación del Fiscal—, ¿qué tontería es esa? Tania y yo éramos amigos, como podría hacerle semejante atrocidad.
—Eso deberá de probarlo, por ahora es uno de los sospechosos del asesinato.
—No tengo nada que temer inspector, ¡soy inocente!
—Santiago, mi trabajo es dudar hasta de mi sombra, investigar a cualquiera que haya tenido el mínimo contacto con el hecho.
—Puedo comprobar que se equivoca, puede ir a Conica y preguntarle a mi jefe si estuve o no el resto de la tarde del día lunes allí.
—En eso estoy, en todo caso si se acuerda de cualquier cosa no dude en informarme.
—Desde luego Fiscal. Haga lo posible por encontrar al asesino. —Expuso con certeza mientras acompañaba al inspector a la puerta.
Leon se marchó. Santiago regresó a la sala y sacó uno de los discos viejos, sus oídos se deleitaron con las piezas más sublimes de Mozart, se quedó parado en la venta varios minutos. Una sonrisa cargada de placer recorrió las paredes de la casa.
—¡Inténtelo inspector! —Santiago distorsionó la mirada, cambiando su voz llena de una insaciable sed de regodeo—, estaré esperando. Este juego apenas comienza.
Se aburrió de estar encerrado. Pensó en salir a comer, luego recordó que lo habían invitado a una cena en la casa de los Mancilla. Se percató de la hora, aún faltaban varias horas. Así que optó por dormir unas cuantas horas. Subió a su habitación, tan pronto como se había acostado sus ojos se cerraron. Su sueño se vio interrumpido por el teléfono, se levantó apresurado para responder.
—Oye Santi, ¿piensas venir a la cena o no? —la voz de Marcos sonaba bastante alegre.
—Me he quedado dormido. —respondió Santiago entrecerrando los ojos.
—Date prisa, pronto comenzarán. Créeme han servido un banquete fino. Típico de los ricos.
Santiago colgó el teléfono, luego se levantó de la cama, encendió las luces para acabar con la oscuridad de la noche. Buscó en el armario un traje y combino la corbata con el traje gris, inmediatamente entro a la ducha, al salir se cambió, arreglo la corbata, se acercó al espejo para peinarse entonces abrió una gaveta en el mueble que se hallaba en su habitación, sacó cuidadosamente los lentes de contacto que tenía puestos, el espejo reflejo sus ojos verdes como la esmeralda, tomó otros lentes de contacto luego se los puso y nuevamente sus ojos fueron cubiertos por un color negro.
Editado: 16.06.2021