Entre los Brazos del Lobo

Capítulo III

Saber que nunca serías alguien para tu padre; duele. Ese era el caso de Dominik, su padre lo odiaba por ser el causante de la muerte de su madre. Pero realmente no era su culpa. Eran pasadas de la media noche y el decidió salir a dar una vuelta por el pueblo, por su pueblo. Salió de la casa con sigilo con cuidado de no despertar a nadie, al salir enfundó su espada y metió sus manos a las bolsas de su pantalón.

Hacia demasiado calor esa noche, sin pensarlo, corrió al bosque y comenzó a trepar los árboles como hacía de pequeño. Todos sabían que ese era un reino con habilidades especiales, al llegar a la cima del árbol se acomodó y miro a su alrededor. A lo lejos se veía la casa de las jovencitas o como el pueblo la llamaba "The avagedrala niñera que tuvo cuando tenía menos de quince años le platicó cosas sobre esa casa.

Ahí entrenaban a las jovencitas para ser perfectos para sus hombres, pero él no quería una compañera perfecta quería a alguien natural. Escucho el susurro del viento, su mirada fue al centro del pueblo donde normalmente prendían una fogata para celebrar una fiesta, pero esta ya estaba apagada.

—¡Baja de ahí Dominik!—apretó los puños hasta que sus nudillos se volvieron blancos, miro hacia el suelo y vio que su hermano mayor se encontraba debajo del árbol viéndolo. Dominik saltó al piso cayendo a lado de su hermano mayor, a él nunca le había dado miedo hacer ese tipo de cosas, todo lo contrario a su hermano mayor. André le tenía pavor saltar de alturas demasiado altas y también pasear solo a mitad de la noche en medio del bosque.

—¿Qué haces aquí André?

—Te seguí—Dominik suspiró, su hermano siempre estaba al cuidado de él. Al vivir su infancia sin un padre, André tomó ese puesto ya que le lleva ocho años.

—Deberías dejar de meterte en mis asuntos André—Dominik comenzó a caminar hacia la casa con André detrás.

—Sabes que tendrás que hacer si encuentras a tu compañera—la voz de su hermano mayor lo hizo detenerse, él sabía cuáles eran las tradiciones de su pueblo.

—Tú eres el rey, en cambio yo soy el príncipe.

—Las mismas reglas aplicadas para el rey, son las mismas aplicadas para el príncipe—André solamente quería advertirle a Dominik, André había sufrido demasiado con las tradiciones de su pueblo.

—¿De dónde rayos sacaste eso?

—Anulare el día de la tradición—Dominik se quedó mudo—. Has sufrido mucho en tu vida, no quiero que sufras más. Simplemente tendrás que ir a conocer a los demás pueblos y presentarla como tu mujer.

Dominik abrazó a su hermano, las tradiciones en el pueblo era extrañas. Además de que todos los pueblos tuvieran habilidades diferentes; ellos tenían una demasiada extraña. Los lobos. Ellos tenían ADN de lobos en su sangre y una de las tradiciones era que las compañeras de la familia real tenían que matar a un lobo y demasiadas barbaridades que tuvo que sufrir la compañera de su hermano.

—Gracias André.

—De nada Domi.







 

Las mariposas habían cambiado desde hace años, las mariposas que se veían antes simplemente volaban al verte acercarte a ellas. Bueno Arleth y Naomi descubrieron un hermoso lugar detrás de la casa donde habitaban, lleno de aquellas mariposas que se acercaban a ellas al verlas.

Ese día fue con Naomi tres horas antes de que el timbre sonará para que todas se despertarán, las dos caminaron de manera silenciosa hasta salir de la casa. Cuando salieron las mariposas se acercaron a ellas, caminaron hacia un árbol y se sentaron. Se quedaron calladas, observando como las mariposas revoloteaban por el lugar.

—Son hermosas—Naomi levantó su mano y una mariposa de diferentes tonalidades de azul, se quedó en su dedo. Arleth miró encantada a aquellas mariposas, le encantaban. Una vez ella y Naomi intentaron atrapar a una con un bote de pomada que tenían en el cuarto, pero fracasaron.

—Yo quiero una—las dos se quedaron viendo a aquellos insectos hasta que la campana sonó. Las dos se levantaron y caminaron lentamente a la casa principal. Todas sus compañeras les preguntaron porque habían llegado tan temprano y ellas solamente se encogieron de hombros porque realmente no querían contestar. Y tal vez se les podía escapar el lugar donde habían estado y todas querrían ir ahí. Ellas comenzaron a comer y miraban a todas porque había algo extraño en el ambiente.

Todos en el comedor comieron con una gran sonrisa, tanto como Arleth y Naomi no sabían lo que estaba pasando. Un suspiro lleno la sala, Naomi volteo y su boca se abrió de par en par. Le dio un codazo a su amiga y Arleth volteo en dirección a donde todas las jovencitas estaban mirando, un silencio reino la sala porque nadie sabía qué hacer. El actual rey estaba hablando con la señora directora y esta estaba muy contenta. Una chica colgaba de su brazo y miraba a todas las jovencitas expectantes. Era algo increíble porque, aunque parezca irreal, ellas nunca habían visto a un hombre en vivo y en directo. Excepto por las fotografías en blanco y negro que les enseñaban.




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