Cualquier persona habría abordado la investigación del sospechoso paquete de mil maneras distintas. De hecho, existen 24 permutaciones posibles para examinar cada uno de los objetos contenidos en él. Por lo tanto, como mencione, la elección de este hombre de revisar el cuaderno en primer lugar fue una obra del azar. Tal vez se debió a que el cuaderno era el elemento más grande, quizás no el más llamativo, pero sí el que ocupaba más espacio.
No era una libreta especial, no era hermosa o dedicada. No sería extraño que el lector se imaginara un cuaderno negro de portada elaborada, con pasta dura y hojas de un material exótico, perfecto para la tinta de los estilógrafos más caros del mercado. Pero no era así. Era uno de esos cuadernos con una portada ajada, de diseño genérico, como uno de esos que se encuentran de forma gratuita en internet en formato PNG. Curiosamente, tenía páginas cuadriculadas, lo que quizás parecería una obviedad sin mayor relevancia.
Lo que sí podemos asegurar es que el papel estaba en muy buen estado, recordando a esas imágenes de los cuadernos de los estudiantes en la época de la Unión Soviética. Estos cuadernos presentaban dibujos perfectos con detalles sorprendentes, que incluían desde aviones de combate en colores llamativos hasta ecuaciones diferenciales bastante complejas. El cuaderno en cuestión tenía varios mapas, algunos que abarcaban grandes extensiones de territorio y otros que eran como hacer zoom en áreas específicas de los mapas más amplios. Como era de esperar, todos los mapas tenían múltiples lugares y ubicaciones marcados con una "X". Además, entre dos o tres de estos dibujos geográficos, se intercalaban párrafos con instrucciones sobre asesinatos y desapariciones.
Para una persona atraída por las historias de misterio, ese cuaderno era como una novela escrita con minuciosidad. El hombre empezó a leer en orden, al igual que alguien que comienza un libro y se adentra primero en la introducción o en algunas palabras del editor o del autor. La primera página estaba llena de dibujos detallados, con ríos y divisiones geográficas. En la segunda página, se acomodó, cruzó las piernas y comenzó a leer:
Carlos Olarte, de 18 años y estudiante de grado once, fue hallado fuera de su casa, lejos del centro del pueblo. Al parecer, no estaba acompañado, secuestrado de manera sencilla. Era pequeño, de constitución frágil, con un rostro hermoso. Miraba el pavimento cuando lo intercepté en mi vehículo. Era un coche precioso, aún lo recuerdo, de color plateado, un Nissan Versa. Lástima que fuera de transmisión manual; nunca me gustó conducir, y la marcha automática es una maravilla. Claro que mi coche llamó su atención, pero creo que lo que más lo convenció para tomar asiento a mi lado fue mi encantadora personalidad y el manojo de billetes que le ofrecí. Lo habrían visto, parecía un niño en Navidad. Al final, eso era lo que era, un niño a pesar de su edad. La madurez aún no había llegado a su vida. Pensé que debido a su edad sería más difícil, por fortuna la sociedad de bajos recursos poco se preparan para no caer ante las tentaciones del diablo, como suelen decir. Seguro sucumbió porque yo soy mujer.
A veces me arrepiento de lo que hice. Incluso recuerdo que, algunos kilómetros después de alejarnos de su casa, consideré arrepentirme, pero recordé que el que entra, no sale. Debo aclarar que nunca pensé violarlo, incluso no lo hice, jamás lo haría, y debo aclararlo, porque debo ser especifica con lo que hice y no quiero que se malinterprete, no al menos en ese sentido. Suena curioso que haga las aclaraciones, pero en mi mente no existe machismo suficiente como para evitar hacerme cargo de mis responsabilidades.
Quedo inconsciente, ese nuevo químico que me ofrecieron resulto ser muy efectivo. Ya lo había preparado antes de interceptar al sujeto, era una gaseosa pequeña, no alcanzo a recordar la marca, pero atiné en que le gustaría porque no tardó mucho en beberla. Lo más difícil fue quitarle la vida, no quería hacerle daño, “vaya que irónico”, al menos pues no quería que sufriera, tome la decisión de dispararle, sería rápido y si es verdad lo que dicen ni siquiera se enteraría, la velocidad del sonido no viaja tan rápido como la de la bala y su desconexión cerebral sería inminente. Debes saber que las reglas hay que seguirlas, - recuerda mucho a ese pensamiento recurrente en la mente de las víctimas de Jhon Kramer: “follow the rules” - por eso en el mapa anterior hice lo indicado, en rojo verán el punto donde Carlos descansa, lo enterré con amor, incluso le compre ropa y repetí varias veces “dale, señor el descanso eterno” y respondí también “y brille para él la luz perpetua”.
El extraño sentía una mezcla de emociones abrumadoras, como el miedo y la inquietud, mientras recibía una inyección de intensos sentimientos. Su corazón latía con adrenalina, impulsándolo a seguir explorando este inquietante descubrimiento. La curiosidad lo consumía, pero también lo llenaba de aprensión. ¿Qué tipo de oscuros secretos escondía ese cuaderno lleno de mapas y escritos? Cada página parecía ser un indicio de algo siniestro. El extraño consideraba la posibilidad de estar frente a un asesino, o incluso varios, dado el contenido recurrente y perturbador del cuaderno.
Es cierto, existe una noción de recompensa que desempeña un papel importante en los debates sobre el miedo y explica la existencia del cine y la literatura de terror. Esta teoría sugiere que el placer de experimentar miedo no se limita a la liberación de adrenalina, sino que también implica una sensación de recompensa. El ser humano parece disfrutar de los parques de diversiones, las montañas rusas y los juegos extremos, no solo por la emoción del miedo en sí, sino también por la sensación de satisfacción y gratificación que proviene de superar ese miedo o desafío. Ese morbo que nos genera el “gore” fue la explicación de porque aquel hombre en ningún momento desecho ese cuaderno e incluso lo guardo con el mismo cuidado que lo había recibido, en uno de los closets de su casa.