24 de diciembre de 1997.
Jacobo Jaramillo.
Un papel capaz de aguantar 8 dobleces debe ser grande en comparación a la información que contenía, pero para alguien que haga parte de una organización como Los Olvidados el tema ambiental poco importa en realidad.
Jacobo trabajaba en una especie de multinacional de construcción, la misma que durante años se hacia de licitaciones multimillonarias para la elaboración de proyectos de infraestructura vial a través de todo el país. La gran mayoría de sus contratos terminaban convirtiéndose en elefantes blancos, y era la representación magna de un sistema de corrupción capitalista en un país subdesarrollado.
Por otro lado, según algunas personas cercanas a Joseph, el mismo Jacobo tenía ciertas aficiones poco aceptables. Se encargaba de la distribución y manejo de un estudio de pornografía infantil. Hasta donde se conocía, también era dueño de un pequeño centro de cuidado para huérfanos. Las víctimas, como suele ocurrir, siempre eran aquellas personas más desafortunadas que no solo habían perdido a sus familias, sino que también estaban entrando en un ciclo que les arrebataría toda su dignidad.
A Joseph no le dieron tiempo para preguntar nada más. Aunque la información era escasa, era suficiente. Su trabajo era sencillo y las condiciones eran claras. La única duda real era sobre el día. “¿Por qué justo el 24 de diciembre? ¿Tenía algún significado especial? ¿Podría ser antes o después?” El hombre a su lado se levantó del asiento y, con paso tranquilo, se alejó por el mismo camino por el que había llegado al parque. El día se estaba agotando y en el horizonte ya se podía observar un atardecer anaranjado con destellos rojizos, hermoso.
Antes de regresar a su casa, Joseph hizo un esfuerzo inmenso por aparentar tranquilidad. En su desesperado intento, entró a un centro comercial y compró un detalle sofisticado para su esposa. Dentro del centro comercial, encontró una joyería muy novedosa y amplia, con una vitrina en forma de L que dividía el espacio entre una sala cómoda para los clientes y una sección de trabajo donde varias personas, equipadas con una especie de mini telescopio, se encargaban de observar diferentes tipos de piedras preciosas.
Entre todos los collares, aretes y pulseras brillantes, también aparecían relojes. Había algunos de precios asequibles hechos de acero inoxidable, hasta otros más elaborados en plata u oro. En ese momento, un diamante bien pulido con un aspecto llamativo era un regalo de Navidad único, y su esposa, a quien había cuidado como su posesión más preciosa durante mucho tiempo, además de sus hijas, se lo merecía.
En ese momento, el empaque que llevaba en su mano le hizo recordar el reloj de oro que había guardado aquella tarde remota. Antes de salir del comercio, decidió pedir una cita para que, con el material de aquel trofeo, como le gustaba pensar a él, fuera transformado en una linda cadena. Planeaba colgar una virgen en ella con el objetivo de sentirse más cerca de Dios. Después de todo, aunque pecar y rezar no empataran, al menos le serviría para descontar algunos puntos.
Al llegar a su casa y durante los próximos días, Joseph se había convencido de que eliminar a Jacobo era más que una tarea; un favor a la humanidad. Cada vez que pensaba en el abuso de poder y en la ingenuidad de los niños, su mente se llenaba de rabia y comenzaba a sentir esa sensación de vértigo que tanto le gustaba, la que solo había experimentado antes cuando había cercenado la vida de otra persona con las aspas de una lancha.
El 16 de diciembre, mientras se preparaba para la lectura de la novena, ese ritual mítico del catolicismo, acompañado de sus dos hijas y su esposa, Joseph recibió el mensaje que tanto había esperado. En forma de SMS en su celular, leyó:
HOLA, JOSEPH, EL DÍA MIERCOLES HAY UNA REUNIÓN DE NOCHE NUEVA A LA AFUERAS DE BOGOTÁ EN UNA MUY PRESTIGIOSA MANSIÓN. EN AQUELLA REUNIÓN SE VA A ENCONTRAR JACOBO, CREEMOS QUE ES EL MOMENTO PERFECTO PARA QUE LLEVE A CABO SU PROPOSITO. LOS DETALLES DEL ASESINATO SON DE POCA RELEVANCIA PARA NOSOTROS.
APOYO A LA CAUSA. L.O.
Aquel mensaje resolvió todas las dudas con respecto a la fecha, pero le pareció un tanto ortodoxo todo ese protocolo. Si era una fiesta, seguro habría mucha gente y hacer un escándalo sería inevitable. Sin embargo, tampoco era una idea descabellada, ya que hasta ese momento a Joseph no se le había ocurrido cómo siquiera acercarse a Jacobo.
Ahora bien, como siempre, surgía un problema adicional, una situación que no terminaba de resolverse y que complicaba aún más las cosas. ¿Cómo haría para acercarse a esa fiesta? ¿Cómo se presentaría allí sin levantar sospechas? Aunque era una persona conocida en el mundo del emprendimiento y un administrador reconocido, rara vez se había involucrado en política, y mucho menos con personas de ese estatus social.
Aunque no estaba seguro de lo que haría una vez estuviera allí, se decidió a prepararse para ese acontecimiento. La idea era que pareciera un accidente, de esa manera nadie se enteraría. Mientras en su mente pasaban todas las alternativas posibles, se encontraba frente a su laptop comprando algunos pasajes aéreos para volar el mismo 24 y regresar al día siguiente muy temprano. No olvidaba, por supuesto, la excusa que le daría a su familia para no estar presente en una fecha tan importante.