Entre Mí Camino

Capítulo.

(6)

Flor.

Tres días después:

Desde que llegamos aquí nos separamos para que cada quién se ocupe de su trabajo, yendo a la empresa, De Mayo, llegando a mí casa.

Me desconozco, no me gusta para nada beber, pero he aquí emborrachándome en el bar que tiene mí mansión, desahogándome con el alcohol.

Salud, por no graduarme en la carrera que he dado sudor y lágrimas.

Salud, por no tener a nadie en mí vida.

Salud, por tener a un jodido hombre que me jode la paciencia en éste negocio.

Salud, por no tener un familiar presente conmigo siempre.

Salud, por ni tan siquiera tener una mosca cómo amiga.

Salud, por no salir de ésta depresión y sentir cómo sí te fueras a morir.

Salud, ¡Porque la vida es bella, señores!.

Hace demasiado calor, me quito la ropa quedándome solo en ropa interior, total no hay nadie aquí y además es mí casa.

La mansión, De Mayo. La cuál solo lo habitan dos personas nada más, pero en éste momento solo una ya que mí papá siempre en su mundo cómo yo en el mío.

Termino eructando cuándo me acabo la botella de whisky, la tercera botella, ¡Ahora por la cuarta!.

Mí teléfono suena, me levanto de mí sitio tambaleándome mientras lo busco, el señor, Londinense/Italiano.

—¡Hola, guapote!, ¿Cómo te vá?.

Se escucha un breve silencio antes de escuchar cómo suspira.

—¿En dónde te encuentras? —Pregunta rabioso—.

—En mí hermosa morada, ¿Quieres hacerme compañía?.

Le pregunto, me sostengo la cabeza mientras siento cómo el mundo gira, tomo la otro botella para llevármela a la boca y seguir bebiendo.

—¡Oh, mierda! —Exclamo cuándo casi me caigo de espalda por el gran mareo—. ¡Señoras y señores, he aquí la próxima mujer que vá a ir a los alcohólicos anónimos!.

Hablo usando la botella de micrófono mientras me dirijo hacia un público falso que me estoy inventando.

Me acuerdo que el Nobéli me llamó, veo mí teléfono pero la llamada ya está cortada, ¡Sigamos!.

Taylor:

Inhalo paz, exhalo estrés <<A la mierda con esto>>.

Termino cortando la llamada para salir de la empresa cuya dueña está súper ebria en su mansión, tomo todo antes de marcharme para tomar un auto que compré para usarlo aquí.

—Sara, dame la ubicación de la mansión De Mayo —Le pido a mí asistente inteligente—.

—Cómo ordene, señor… Su ubicación queda a unos treinta minutos —En la pantalla sale tal ubicación—.

Ella se ofreció a qué nos quedáramos en esa propiedad, la pareja Lennox aceptó, pero yo no.

Manejo cómo un demente por las calles de Caracas queriendo llegar rápidamente hasta su paradero. Al llegar me bajo rápidamente dónde los que trabajan aquí toman la llave de mí auto para estacionarlo mejor y otros me dan el pase por completo al ver quién soy.

¿En dónde se encuentra, Flor? —Le pregunto en español para que me entienda a una señora, en un tono nada bonito—.

En el segundo piso, señor — Me responde asustada—.

Subo las escaleras de en dos en dos para llegar más rápido, me quito el saco para no estar tan incómodo, este lugar es inmenso veo a todos lados buscando no sé, la sala de bar.

Hasta que sí, doy con ella. Me quedo quieto al verla cómo está, en ropa interior, unas bragas color rojo <<Dios Mío>>, tiene música puesta, baila con la botella abrazada cómo sí fuera su pareja de baile.

La garganta se me seca, me quito la corbata, en éste preciso momento todo me está estorbando, <<No pienses con la cabeza de abajo, piensa con la de arriba, Taylor>>, pero sus movimientos que hace al bailar, en ese tipo de ropa interior, ese color, su cuerpo, todo me tiene jodido.

Intento hablar pero sigo hipnotizado, <<Maldita sea ésta mujer>>, parezco un idiota cómo sí nunca he visto mujeres en esos paños o hasta desnudas, pero vuelvo y repito ella tiene algo que la hace muy diferente a las demás, su belleza es impresionante.

Su personalidad da mucho de qué hablar. Sus papás mientras la hacían estaban botando amor hasta los poros para que salga tan semejante mujer.

Se da la vuelta dándose cuenta de mí presencia, apaga la música, mí mirada vá hacia sus pechos, cualquiera diría que están operadas.

—Taylor, aceptaste mí invitación —Sonríe coqueta, <<No juegues con fuego, mujer>>—. ¿Qué te ofrezco de todas las bebidas que hay aquí?.

He aguantado mucho más bien desde que la conocí, cierro la puerta de la sala poniéndole el seguro, me acerco a ella hasta el punto dónde puedo sentir cómo nuestras respiraciones se mezclan.

—¿Qué quieres? —Vuelve a preguntar tranquila—.

Sus ojos esmeraldas están más relucientes que nunca, sus boca chica pero carnosa con ese color rojizo.

—Te quiero a tí, Roma.

La tomo estampando mis labios con los de ellas, un beso salvaje con sabor a whisky por parte de ella, me rodea con sus brazos por mí cuello haciendo que el beso se profundice aún más, la tomo de su cintura haciendo que nuestros cuerpos choquen.

Me mira por un momento sintiendo la erección que desde un momento salió al verla así, la subo a la mesa siguiendo con los besos, se le escapa un jadeo.

—Vamos a mí habitación —Pide en un perceptible susurro—.

La tomo de nuevo cargándola para salir con ella de ahí, no hay nadie por los pasillos, es ya de madrugada, entro a la que creo que es su habitación cerrando la puerta dejándola en su cama.

Qué gran noche será ésta.

—¿Sabías cuánto estaba deseando este momento, Roma? —Le pregunto en su oído, no responde—. Cuándo hablo me tienes que responder, ¿Ok?...

—Ok —Vuelve a jadear, está muy excitada más el nivel de alcohol que tiene en su organismo—. Bésame, Taylor.

Le hago caso volviendo a estampar mis labios con los de ella posando mis manos en sus hermosos pechos.




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