16 de Marzo del 2022 18:32 pm
No soy alguien bueno para escribir sobre mi vida pero aquí estoy.
Y aquí estás tú. Eso es bueno. Así que podré empezar.
Pude volver a escribir después de un año (y algunos meses) sin el diario dónde escribo todo esto. Perdona persona que no conozco que lee esto. Cuando llegamos al edificio, Miles mencionó que me quitarían todo lo que tenía por "precaución", así que antes de entrar, dejé el diario entre unos arbustos. No pude escribir antes porque... Olvidé dónde lo había dejado, justo ayer recordé que esto existía.
Afortunadamente, la nieve mantuvo el diario bastante tiempo, y no le afectó mucho la humedad de la primavera... Pero bueno, tengo que actualizarte un poco antes de seguir con mi historia.
Y bueno, dejé atrás mi diario y con él toda esperanza de descanso. Imaginé que serían sobrevivientes pasivos, ya sabes, de esos que sólo ven el terreno e intentan seguir con vida. No me equivoqué, pero sí omití demasiada imaginación. Las Bestias, en palabras de Evan, comandante y líder, o como más lo conozco, el rubio arácnido:
“Somos simples personas que buscan volver a casa y abrazar a su familia.”
Ajá. Claro. Y yo puedo volar también.
Son “personas” que están totalmente capacitadas para cortarte la yugular sin usar ningún tipo de arma con filo, “personas” que con un gancho derecho te reacomodan la nariz si los presionas demasiado.
La realidad es que sí, son personas normales (en términos biológicos), que pueden seguir con vida si los tiras al bosque. Así dejaron de ser inútiles parásitos que sólo comen. Debo darle ese crédito a Evan, no perderán soldados tan fácilmente.
Siendo honesta, Las Bestias te tratan bien. Aquí hay mayormente familias separadas o despedazadas debería decir. Hay madres, padres, abuelos, hijos… Totalmente solos. Pocos son los que conservan aún a sus hijos o a algunos de ellos. Creo que me han visto como otra hija huérfana así que me acogieron con cariño. La mayoría de personas son adultos de unos 30 años en adelante, hay pocas personas de mi edad así que nuevas amistades no he hecho.
Este edificio en ruinas al que Las Bestias llaman "La Cueva", resultó ser un hotel que nunca terminaron, ni siquiera llegaron a pintar. Necesita un poco de color si me piden mi opinión. Las habitaciones por alguna razón están completas, pero de un color completamente gris y con huecos cuadrados por ventanas. Este hotel es gigante, así que nos dieron habitaciones a cada uno, y convenientemente me asignaron mi habitación enfrente de la de Miles.
Claro, no todo es color de rosas como dije antes. Las rutinas estrictas, que me despierten con un balde de agua fría, que coma poco, los ejercicios dolorosos; son cosas que le están empezando a hacer efecto a mi cuerpo que está en decadencia.
Me volví demasiado pálida, casi para camuflarme con la nieve, mis ojeras a modo de contraste, parecen dos cráteres por dormir horriblemente por meses. Mi cabello que antes me llegaba a los hombros ha crecido hasta la mitad de mi espalda y no calculé que se enredaría tanto hasta por respirar. Mis brazos y piernas se adelgazaron al punto de ya no ser saludable y mis costillas comienzan a verse en mi abdomen.
¿Sabes? Te parecerá raro —incluso a mí todavía me parece extraño— el hecho de que Miles se volvió el único amigo que tengo aquí. No hablamos a menudo, y nuestras únicas conversaciones son esas típicas que no pasan de un "yo también estoy bien". Aunque... Miles no es muy comunicativo. Él siempre era el que terminaba con esa frase la conversación, pero he notado que ni siquiera me ha dirigido la mirada. Hace unas noches escuché que alguien salía apresuradamente de la habitación de enfrente. Creí que era algún vigilante nocturno llegando a su turno, y realmente no me importó, hasta que logré oír que sorbía su nariz repetidas veces al cerrar la puerta. Y esto pasó por los siguientes tres días. Ayer decidí seguirlo. Cuando abrí mi puerta para ver de quién se trataba, sólo vi su espalda y su cabello —ya largo— amarrado en una coleta. Sé que no soy cercana a Miles, no lo conozco como para sentirme su mejor amiga, pero tuve la necesidad de ayudarlo como sea.
Apenas salí de mi cálida habitación, un ambiente silencioso me recibió en el pasillo, con ese aire fresco típico de Marzo. No fue buena idea ponerse en estos momentos una camiseta grande y unos shorts hasta la rodilla. Esta vez Miles salió hace unos 30 minutos de su habitación, y ahí me encontraba, buscándolo en esta oscuridad absoluta. Escuché a alguien no muy lejos de mí tararear una canción y pues fui a ver quién era.
Si alguien pregunta, no soy chismosa para nada. Pero no me digas que no harías lo mismo.
Caminé unos segundos y llegué al balcón del hotel. El cual era bastante pequeño, pero agradable. Una vela alumbraba a un tipo acostado boca arriba en el suelo, los dedos entrelazados en el abdomen, ojos cerrados y unos audífonos aferrados a sus oídos. La música estaba tan alta que pude escuchar parte de la canción, aunque sólo entendí “Flip the switch, flip the stove. World gone mad, let’s start the show”*
Me aseguré de que siguiera con los ojos cerrados y acerqué mi mano para preguntarle si todo estaba bien, y al hacerlo, unas lágrimas delgadas pasaron su mejilla hasta llegar a su oreja donde se detuvo su trayecto. Su rostro se mantuvo totalmente serio en todo momento, sin ninguna expresión.
Claramente nada estaba bien.
Pensé que lo mejor sería dejarlo quieto, no quiero molestarlo. Mi curiosidad de saber qué pasaba fue demasiado grosera y no sé qué pasaba en su cabeza que llegó al punto de llorar, pero no me puedo entrometer en dónde no me llamaron.
Sí me pasé de chismosa.
Le había dado la espalda para volver a mi habitación pero…
#13325 en Otros
#1952 en Humor
#5101 en Thriller
#2733 en Misterio
misterio suspenso humor accion aventura, trio de amigos, villano desconocido
Editado: 14.11.2022