Entre Muros Grises

Capítulo 10

—¿Alguna vez has pensado en ponerte un piercing en la ceja? —cuestiona Loren en mi dirección—, esos ojos grises resaltarían.

—Para mi desgracia, Loren, lo último que busco es resaltar y gastar dinero —espeto, al tiempo que niego el cigarro que me ofrece—. Eso incluye no ir a tu puesto de trabajo.

—¡Oh, vamos! —la chica llena de tatuajes, piercings y un inconfundible olor a marihuana exclama—. ¿Ni siquiera un tatuaje?, mira que te quedaría de perlas uno como de los que tengo aquí —ruedo los ojos un tanto exasperada. Esta situación ya me esta comenzando a fastidiar, odio a la personas drogadas...

—Vete de aquí, Loren —la pelinegra está tan fumada que asiente sonriente.

—Un placer hacer negocios contigo, deberías venir un dia de estos a Loyal Palace conmigo, tendrías​ una diversión...

—Una vez más agradezco la oferta, pero yo no necesito ese tipo de diversión —informo, al tiempo que miro mis uñas de tal manera que, a pesar de su lamentable estado, se de cuenta de que si no se va ya de mi lado la terminare echando—. La única diversión que me puedes ofrecer y que aceptaré sin pretexto alguno es que te vayas de mi lado, no necesito ir a un maldito prostíbulo, ni mucho menos a un mugriento lugar a fumar.

—Yo no...

—Felicidades —espeto con una sonrisa fingida—, ahora largo.

La morena con la falda más alta que ni pa' donde no tarda en obedecer, retirándose del espacio íntimo que me corresponde y por fin, después de unos largos minutos, me permito respirar.

—Hey —de la nada aparece Lucas en el asiento que queda. Frunzo el ceño al no ver a Duncan junto a él, creí que tenían biología a esta hora.

—¿Dónde está Duncan? —cuestiono, y mi amigo arquea una ceja en mi dirección.

—Yo estoy muy bien, Bell. Afortunadamente en todo el día no he recibido amenazas de nadie, además de que no he tenido ni un solo enfrentamiento con alguien que quiera meterme un cuchillo por el trasero, ¿qué tal estas tu? —cada palabra se encuentra teñida de sarcasmo pero no permito que eso me afecte mientras mantengo mi rostro serio. Lucas rueda los ojos al cielo al tiempo en que saca su navaja para jugar con ella como usualmente suele hacer—. Está bien, se quedo hablando con el profesor de biología acerca de esas cosas de electricidad que hace él.

—¡Oye, Bell! —la voz de Loren llega a mis oídos y esta vez no me contengo.

—Maldita sea Loren, ya basta. Métete un dedo por trasero y ve a venderle tus mierdas a otras persona con tu comportamiento de drogadicta —gruño, pero ella solo ríe. Por el rabillo del ojo noto como Lucas mira en dirección a la pequeña minifalda que posee la morena mientras se aleja. No reprimo el impulso de esbozar una mueca de asco mientras le doy un zape en la cabeza—. Si estas buscando con quién revolcarte al menos procura que sea con alguien que esté consciente de ello y no se ría mientras los haces —digo, con brusquedad y el pelinegro solo me sonríe.

—Tienes razón, Bell. Todos queremos a alguien que grite nuestro nombre mientras follamos, no a una que se ría.

—Eres jodidamente asqueroso.

—Y tu estas más gruñona que de costumbre, dime, ¿que es lo que le molesta a mi hermanita?

—Deberías cerrar la boca si quieres permanecer con tu aparato masculino sano y salvo.

—No sabia que eras especialista en castrar.

—Muy gracioso Lucas, has lo mismo que Loren y métete un dedo por atrás.

—Con gusto lo haré, amor. ¿Quisieras ayudarme? —una vez más le doy un zape en la cabeza, solo que esta vez lo cojo tan desprevenido que su asiento se balancea a punto de caerse—. ¡¿Pero qué mierda?!, Bell no saques tu maldito instinto de boxeador cuando estas sillas apenas y tienen patas para sostenerse.

—Cierra la boca o sere yo quien romperá una pata, y no estoy hablando de la silla.

—Joder —dice con tono pesaroso, mientras que se sienta de mejor manera y pasa una mano por la zona de su cabeza en la que le di el zape—, qué es lo que tienes mujer, ¿el período?

—Voy a...

—Bennett —dice una voz conocida, grave, y profundamente masculina a mi lado. Levanto mi cabeza para encontrarme a...

—¿Grayson? —cuestiono confundida, al tiempo en que me levanto del asiento. Es la primera vez que lo veo en un lugar que no sea el taller automovilístico de Rob, así que la sorpresa en mi voz debe ser totalmente perceptible.



#49341 en Novela romántica

En el texto hay: oscuridad, el primer amor, muros

Editado: 24.12.2018

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