Primera Nota:
"Y he decidido dar el paso"...
¡Hola! :)
Bueno, primero que nada quisiera presentarme, soy una chica venezolana de 24 años que estudia, trabaja y desde pequeña le encanta escribir.
Estoy aquí desde hace tiempo, he leído historias que me han cautivado por completo y es una de las razones por las que en este momento, aunque soy nueva en esto de la publicación, he decidido dar a conocer mi primera historia.
Realmente espero puedan disfrutar de esta novela y me acompañen a lo largo de todo el drama que envolverá la vida de Jessica Monroy :D
Un saludo de este lado del monitor :)
Que la disfruten.
DLB
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Prólogo
24 de diciembre, año 2006.
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--- ¡Vamos, Jess! Muévete, ¡tenemos que alcanzarlos! --- La voz infantil de Ruth, la hija hiperactiva y desquiciada de mi tía Ana, me toma desprevenida de un momento a otro y frunzo el ceño cuando me grita.
Vuelvo a mirar a Sebastián, el pequeño vecino del frente, que se encuentra en el piso con una gran bola de nieve hecha trizas sobre su pecho, y salto sobre él para seguirle el paso a la ferviente pelirroja que no para de correr por todos lados.
Hemos estado jugando con las bolas de nieve por al menos quince minutos mientras esperamos la cena y, en lo que va de tiempo, hemos sufrido dos bajas en el equipo: Sebastián y Lorena, dos de nuestros vecinos más cercanos que, obligados a participar en nuestro "inocente" juego, han sido cruelmente golpeados por Ian y William, los inseparables amigos del otro sector.
Siempre suelen hacer equipo entre ellos y nunca perdonan a los desafortunados que deciden retarlos.
Y esta vez, esas "desafortunadas" hemos sido Ruth y yo.
--- ¡no dejen que te vean Ruth!, ¡Agáchate! --- una gran bola de nieve pasa ilesa cerca de la cabeza pelirroja de mi prima, justo cuando tiro de ella hacia abajo.
--- ¡mierda! --- se queja Ruth con la respiración entrecortada al caer de sopetón contra el suelo y golpearse las rodillas.
La tomo del codo y nos empujo hacia un lugar seguro.
--- ¿Estás bien? --- pregunto, ajustándome los guantes y mirándola de reojo.
Puedo ver la desesperación haciendo mella dentro de su cuerpo.
--- tenemos que ganarles Jess --- me dice, en un susurro casi exasperado --- No dejaré que el idiota de William se burle otro año más de nosotras por haber perdido. Prométeme que ganaremos esta revancha y nos iremos victoriosas a casa --- casi me río cuando observo como su mirada pasa de estar agitada a parecer casi vengativa. Pero tiene razón.
La humillación que nos hicieron pasar durante años, no podemos repetirla.
Esto ya es serio.
Le hago una seña de aprobación y sonrío. Ella hace lo mismo y luego, como si de un par de leonas se tratase, comenzamos el acecho.
Nos arrastramos hacia un gran tronco seco que se encuentra a unos cuantos metros de nuestra ubicación y nos ocultamos entre su gruesa corteza.
Desde donde estamos, se ve con claridad como un par de árboles gigantescos de pino se alzan con majestuosidad en la distancia. No me cabe la menor duda que tanto Ian como William se encuentran ahí. Suelen ser muy listos con sus estrategias de ataque, pero Ruth y yo no nos quedamos atrás.
Además, somos más rápidas.
--- tenemos que rodear la zona Ruth. Yo iré por detrás y tú estarás justo ahí --- le digo, señalando una pequeña parte del patio que tiene varias ramas secas perfectas para un escondite temporal.
--- Seré blanco fácil si me pongo ahí. ¿Me quieres usar de carnada?
Me encojo de hombros. Su voz chillona y alterada no me hace cambiar de opinión.
--- conociendo a Ian no creo que venga por ti, en cambio William no dudará en hacerlo y es ahí cuando entraré yo. Una vez él salga de su escondite y vaya hacia ti, yo ataco ¿entendido? Luego será cuestión de cazar a Ian y a Sara.
--- ¿y por qué no eres tú la carnada? Es posible que William igual venga por ti... o Ian.
Vuelco los ojos y le doy un golpe seco al gorrito que tiene puesto.
--- ambas sabemos que no lo hará, Ruth. Ian no actúa así, lo conoces. Y William, bueno, es sólo un tonto que quiere llamar la atención. ¿Quieres ganar?
--- por supuesto.
--- entonces sólo sigue el plan ¿de acuerdo?
Ruth no termina de convencerse de lo que quiero hacer, pero no pone más objeción y acepta el trato. Yo me arrastro entre la nieve y me deslizo por el otro lado del tronco, salgo corriendo y me oculto entre uno de los árboles. Al parecer, Ian, Sara y William no se dan cuenta de mi presencia.
Me oculto bien y espero paciente.