Capítulo II
---- Como pueden observar aquí en este espacio, contamos con una gran variedad de rosas y astromelias a su total disposición. Las que pueden apreciar sobre la mesa, son carmín, pero también contamos con una gran diversidad de colores. De querer escogerlas, se podrían seleccionar entre blancas, rosadas, violetas, azules y amarillas. De igual manera, podemos empaquetarlas por ustedes y hacer los arreglos de manera mixta. Eso les daría la oportunidad de elegirlas como gusten.
Mi cara de mono afligido y preocupado cambia en cuanto mamá me toca la mano. Su contacto me hace espabilar y volver al local.
No había estado tan aburrida desde que Mia me invitó a la fiesta sorpresa de su prima de ocho años.
Un payaso borracho y cinco invitados, no dan mucho entretenimiento.
--- son preciosas Jess ¿no crees?... --- me dice.
Su voz transpira ilusión. Deja el contacto conmigo y se dirige a tocar con suavidad los pétalos de las rosas que la florista, Nancy, colocó frente a nosotras.
Sonrío al observarla.
Estoy tan emocionada como alguien que asiste al velorio de la persona que le jalaba el cabello en la primara y se burlaba de sus dientes chuecos, pero observar la mirada soñadora y la emoción en las retinas de mi mamá, me hacen apaciguar un poco la ferviente sensación de querer salir corriendo de aquí.
Inhalo con calma y asiento.
--- sí, son hermosas --- digo, acercándome a ella y abrazándola por la espalda. Es más bajita que yo, lo que me da la oportunidad de colocar la cabeza de manera cómoda sobre su hombro desnudo.
No pude resistirme a acompañarla esta mañana. Luego de poner su mirada de perrito triste y derramar unas cuantas lágrimas en mi apartamento al tiempo que vociferaba lo poco que la quería y lo cansada que estaba de estar siempre detrás de mí, me convenció.
Sabía la manera exacta de manipularme para ir. Y no dudó en hacerlo.
Fue un golpe bajo.
Nancy nos observa con detenimiento y sonríe.
--- Deben tener en cuenta que, en cuanto a ceremonias especiales como bodas, bautizos y fiestas de retiros, las rosas suelen ser muy solicitadas aquí. Hacemos los arreglos acompañándolos con astromelias, pino fresco y alguna otra flor de su preferencia. ¿Tienen alguna idea en particular sobre cómo las desean?
Sacudo la cabeza y me separo de mamá.
--- No, señora Nancy, realmente queríamos evaluar opciones --- respondo tranquila.
--- ¿más allá de rosas?
Mamá asiente.
--- entiendo. Entonces creo que la opción más viable para ustedes, sería ir al patio trasero. Hay grandes cantidades de flores hermosas esperándolas del otro lado. Tal vez allí llegue la inspiración necesaria.
Nancy, quien resultó ser la carismática florista de mirada oscura, pelo cano y recogido en una coleta, nos guía a través de la sala repleta de flores y nos conduce a lo largo de un extenso pasillo hasta dar con una puerta corrediza de vidrio transparente.
Mamá tiene cara de niña en juguetería, y aunque mis ánimos no han mejorado mucho, intento comprenderla y seguirle la corriente, pero me sale fatal.
Un enorme jardín nos saluda del otro lado apenas Nancy desliza las puertas y nos invita a pasar. La gran variedad de colores y la repentina claridad me hacen doler los ojos.
Mi mamá me aprieta la mano y me envuelve el brazo pegándome a ella.
Un cosquilleo toma control de mi pecho. Casi puedo reír al imaginarla danzar como Heidi cantando sobre las flores del Jardín.
No puedo contener la sonrisa.
--- Si te suelto la mano ¿saltarás sobre ellas? --- digo sarcástica antes de echarme a reír.
Sus ojos expresivos me miran con fingida molestia, sin embargo, tampoco puede ocultar la sonrisa.
Nancy se detiene, da media vuelta y vuelve su atención a nosotras.
--- Esta habitación está diseñada especialmente para nuestros clientes. Pueden pasar y escoger las flores que desean. En cada pasillo encontrarán a un colaborador que está preparado para ayudarlas en cualquier cosa que necesiten. Siéntanse libres de elegir. Están en su casa.
--- Gracias, señora Nancy --- le digo, antes de observarla asentir con una sonrisa y salir de la sala.
Mamá y yo nos quedamos solas casi al instante.
Desde donde nos encontramos, puedo observar a varias personas a lo largo del Edén de "Las flores de Cristina"
Hay parejas, abuelas, niños, niñas, chicas emocionadas, grupos, padres, madres, solteros, casados... ¡Mierda!, está repleto.
¿Cómo puede haber tanta gente un viernes por la tarde en una floristería?
¿Acaso no tienen algo más emocionante que hacer con sus vidas?
De pronto me siento atrapada en una película de ansiedad y las ganas de elegir las flores e irme a casa, vuelven a mí.