Cuando llegué al amplio corredor, el trino de las aves y el viento meciendo las copas de los árboles, me inundó de un sentimiento de paz; miré a mi alrededor, todo parecía tan en calma. Respire hondo y me aventuré a entrar, el lugar entero se encontraba iluminado por antorchas, me dio la impresión de los antiguos templos griegos. No había decoración, solo los inmensos pilares de mármol y al fondo una enorme puerta de madera, con bisagras y manija de oro.
-Hola. -Me atreví a decir esperando una respuesta que no tardó en llegar.
-¿Qué haces aquí? -Su voz me sobresaltó.
Volteé con el corazón en la mano, si Adiraet me impresionó, este ser me dejó sin habla. Su cabello castaño oscuro combinaba con el color de sus ojos, sus labios carnosos y tentadores, una nariz perfilada y perfecta. Llevaba el dorso desnudo por lo cual se apreciaba su cincelado cuerpo. Pero lo más impresionante son sus majestuosas alas, blancas como la nieve que emitían una tenue luz, parece una aparición, la más bella jamás vista.
-Contesta. -Expresó con tono severo.
-Yo…._ Comencé a tartamudear. _Yo…. He venido a buscarlos. _Al fin completé la frase.
-¿Cómo entraste? ¿Dime?
A pesar de ser tan hermoso me atemorizaba un poco.
-Sólo crucé el umbral.
-¡Eso no es posible! -Exclamó endureciéndose sus bellas facciones.
-Basta Reivel. -Se escuchó otra voz.
Un segundo ángel apareció, pero de edad más madura. Sus cabellos dorados los traía recogidos en una trenza que le caía con elegancia sobre su espalda. Al ver sus ojos color miel algo en mi interior se removió inquieto, lo conocía pero ¿De dónde?
-No temas Agatha.
Me petrifiqué ¿Me conocía?
-¿Sabes quién soy?
Tanto el ángel que él llamó Reivel, como yo lo observamos.
-¿Quién es ella Haziel? ¿Cómo pudo penetrar el templo? –Inquirió Reivel notablemente confundido.
-Todo a su tiempo. -Contestó tranquilo. –Acércate Agatha, no te haré daño.
Cuando lo hice Reivel miró mi muñeca, sus ojos se abrieron como platos, de inmediato espetó: -“Está marcada, es una bruja”. -Una luminosa espada apareció en su mano y la batió amenazante en mi contra.
-No Reivel. -El otro ángel se interpuso.
-¿Qué haces? ¿Por qué la defiendes?
_Baja esa espada, no es necesaria, por favor.
_No entiendo como evadió la gracia divina que cubre este templo. _Frunce el ceño.
-Analiza bien tus palabras joven Reivel, ¿Quién puede ingresar a nuestros dominios?
_Sólo ángeles. _Añade meditando lo escuchado.
Entonces comprendí su incertidumbre, si eso era cierto ¿Cómo lo había logrado yo?
-Ella es una bruja, no es uno de los nuestros, está marcada. -Insistió. -Pertenece ahora a un demonio.
-No aún, hasta su unión. ¿Has bebido de su sangre?
Moví mi cabeza en negación.
-Ves, el ritual no ha sido terminado. -¿Por qué estás aquí Agatha? –Quiso saber Haziel.
-Por qué no es mi deseo ser parte de ellos.
Las lágrimas se precipitaron mojando mis mejillas, hablaba con la verdad.
-¿Está mintiendo Reivel? -Lo cuestionó Haziel.
-No. -Se limitó a decir.
-Eres bienvenida Agatha, puedes quedarte con nosotros.
-¿Cómo puedes permitirlo? -Soltó Reivel molesto.
-Yo me encargaré de ella, vuelve a tu puesto.
-Pero….
-Ahora. -Le ordenó Haziel.
-Esto lo sabrá el Supremo. _Espeta en desacuerdo con la decisión de Haziel.
-Asumiré las consecuencias. _Sentenció sin mirarlo.
Reivel desapareció y nos quedamos solos en la estancia. La marca comenzó a arder, tanto que quemaba podía ver mi piel enrojecida.
-Ahhh. -Grité con fuerza, mientras que me retorcía del dolor.
-“Agatha” -Escuché a Haziel llamarme.
Mi vista se tornó borrosa ¿Qué ocurría? Me desvanecí, perdiendo el conocimiento.
Desperté sobre una cama de sábanas blancas de seda, suaves al tacto. No reconocí la habitación, las paredes talladas en piedra, con muebles rústicos de madera. Recordé lo acaecido mirando mi muñeca, la traía vendada.
Me levanté un poco mareada, me asomé por la única ventana del cuarto y quedé maravillada con lo que vi. Afuera un impresionante bosque rodeaba la propiedad, e innumerables clases de flores decoraban el panorama, se escuchaba el trino de las aves, y mariposas, de diversos colores revoloteaban por doquier. Abrí la ventana una esencia dulce inundó la estancia. Aspiré profundo ¿Qué es este lugar? El cielo azul e imponente con unas cuantas nubes pasajeras, el sol acarició mi rostro, no se sentía caliente sino más bien cálido.
-Veo que despertaste. _La voz de Haziel, me regresó a la realidad.
-¿Dónde estoy?
-En el limbo.