Entre Sombras

Capitulo 9

Salimos de la pensión y una avalancha castaña nos impacta. Antes de que pueda reaccionar, Thoth me detiene, apartando un poco los brazos de la mujer que lo está dejando sin respiración. La mujercita es pequeña y curvilínea, llena de vigor. Su cabello cae en cascada hacia la mitad de sus muslos y cuando logro ver su cara, siento una punzada de familiaridad.      Tiene algunas pecas en sus pómulos, su cara es ovalada y sus ojos marrones. Dentro de su apariencia “tierna”, hay un tumulto de sentimientos, pero logro destacar uno: indignación.

—¿Qué crees que estás haciendo, pequeño imbécil? —Dice arrastrando las palabras. A continuación, golpea con fuerza a Thoth en el brazo.

Abro los ojos sorprendida. ¿Quién es esta mujer? Por la forma en la que Thoth aparta su mirada, sé que es una figura autoritaria para él y también la respeta. No podría ser su madre. El parecido físico es casi nulo y aún así, no hace nada por apartarse de sus manos violentas.  

—No había necesidad de pegarme. —Se queja el hechicero con una media sonrisa, algo avergonzada.

—Oh, sí que era necesario. Y lo volveré a hacer si me obligas. —Le gruñe. En ese momento nota mi presencia y me lanza una sonrisa. —Hola. ¿Eres parte del grupo de suicidas?

Carraspeo con incomodidad, pero no aparto la mirada. —Creo que sí.

Ella suelta una carcajada, carente de felicidad y aleja su atención de mí.

—Y tú —Lo señala con un dedo acusador. Sus ojos marrones brillan con enojo. —¿No pensabas despedirte de tu madre, idiota?

Thoth retrocede con las manos en alto. —Vamos retrasados. Aparecieron demonios en…

La mujer eleva su mano, la cierra uniendo sus dedos y Thoth enmudece en medio de la frase. Frunzo el ceño. Ella lo ha obligado a callar. Puedo sentir su magia rodeándolo. De inmediato elevo mis defensas y me preparo para cualquier ataque mágico o no mágico, de su parte.

—No te estoy preguntando si vas temprano o tarde para tu cita con la muerte. Te pregunté si no pensabas despedirte de tu madre.

Thoth frunce sus labios, molesto y señala su boca. Su madre abre de nuevo la mano y Thoth suelta un gruñido bajo. Lo observo con detenimiento y percibo su enojo e indignación, pero también el amor que siente por la pequeña mujer enojada que está frente a nosotros.

—Lo siento, mamá. —Murmura y estira una mano hacia ella.

Su madre aún enojada, le aparta la mano con una palmada y se lanza de nuevo a sus brazos. Thoth sonríe y acaricia su cabello de forma distraída. La cabeza de ella solo llega hasta su pecho, pero se acoplan a la perfección.

No puedo evitar preguntarme, como alguien rodeado de tantas personas que lo aman, con una buena posición social y con un atractivo que obviamente no he notado; se arriesga a morir en una misión que podría ser totalmente inútil. Se atrevió a sugerirla, sabiendo que tendría que liderarla él. 

Si yo tuviera la mitad de lo que Thoth tiene, no me expondría a perderlo. Ahora que observo todo lo que le cuesta alejarse del abrazo de su madre, aumenta mi estima por él. Es valiente e idiota, se lo concedo.

—Tenemos que irnos. —Murmura en el cuello de su madre.

Doy unos pasos lejos, intentando darles privacidad. No es como si realmente pudiera ocurrir. Tendría que alejarme más que unos cuantos metros, para no escuchar su conversación.

Miro el sol, subiendo por el horizonte, mientras finjo que no estoy aquí.

—Lo sé.

—Mamá, estaré bien. —Murmura Thoth, intentando tranquilizar a su madre.

—Te he dicho que odio las mentiras —Le responde ella en forma de reproche. —, pero prométeme que no vas a morir.

Thoth suelta un suspiro. —No se los dejaré fácil, lo prometo.

—Mas te vale, porque soy capaz de sacarte del infierno para darte una regañina por tarado.

Escucho una suave carcajada ronca y echo un pequeño vistazo hacia la pareja. La madre ha rodeado la cabeza de su hijo con sus manos y sus ojos se ponen en blanco. Thoth cierra los suyos y respira profundo. Doy unos pasos más cerca, sin interrumpir lo que sea que estén haciendo. Me concentro y casi puedo observar las corrientes de magia saliendo de la mujer y concentrándose en Thoth. Le está dando su poder.

Después de un tiempo que me parece eterno, pero que no debió ser más que unos pocos segundos, la mujer se balancea lejos de su hijo. Suelta un suspiro y sonríe.

—Espero que sea suficiente.

Thoth mueve la cabeza, desorientado. —No era necesario.

—Cualquier pizca de magia hace la diferencia entre la vida o la muerte. Recuerda eso, hijo. —Dicho esto hace ademanes con las manos, despidiéndonos. El hechicero le da un último beso suave a su madre y camina sin esperarme.

Observo y siento el dolor de la mujer frente a mí y no puedo hacer nada más que despedirme. Un suave susurro penetra mente, dejando una estela de paz tras él. Me detengo un instante y asiento hacia la mujer de largo cabello castaño, mientras surge un rastro de esperanza en ella.

Después de que Thoth cambia su ropa arrastrada, Lebor se une a nosotros. Camina con un pequeño renqueo y tiene una cicatriz reciente en su pómulo. En unos pocos minutos estará más fresco que una rosa. Ferrer debe ser la que terminó mal parada.




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