Kia.
– Debe ser difícil adaptarse a un pequeño pueblo cuando vienes de la gran ciudad ¿no?.
Becky me habla mientras caminamos lado a lado por las calles del pueblo.
– ¿Cómo sabes que vengo de la ciudad? – no quiero sonar desconfiada, pero me es inevitable.
– Kia, este es un pueblo pequeño, aquí los rumores vuelan.
Becky me señala una tienda de ropa a la cual entramos.
– Iré a ver si mi hermano está atrás, mira la ropa si deseas.
Becky desaparece en la puerta que se encuentra detrás del mostrador y yo me escabullo entre las góndolas, me acerco a una de estas y toco con la punta de mis dedos un hermoso vestido color verde oscuro.
Sonrío ante la bonita vista, parece un vestido sacado de una típica película medieval.
– ¿Qué tal me queda esta prenda, niña? – oigo una voz del otro lado de la góndola, la rodeo para ver a una ancianita sosteniendo una bufanda roja.
Ella me da un alegre sonrisa.
– Muy bonita seguramente – le devuelvo la sonrisa y ella baja su mirada al suelo.
– ¿Si? – las luces de la tienda parpadean cuando la anciana vuelve a mirarme – ¿Combina con mis ojos?
Retrocedo un paso, asustada, al ver el color de sus ojos...
Rojos.
Y no cualquier rojo, sino, el mismo tono que vi en el bosque.
– ¿Qué pasa?...– la sonrisa de la anciana se amplía de una forma antinatural, lo que provoca que su piel se lastime – ¿No te gustan mis ojos?
Mi espalda choca contra una góndola, quiero gritar, pero el sonido no sale de mi garganta...
– ¿Kia?
No sé en qué momento Becky regresó, pero está parada a mi lado, me fijo en el azul de su iris antes de volver mi vista a la anciana, pero esta ya no está allí.
Mi cuerpo entero aún tiembla de miedo.
– ¿Te sientes bien? Te pusiste pálida – quiero decirle todo, pero sé que me tomaría por una demente, además, no la conozco lo suficiente.
– S-sí... Solo estoy algo cansada – sonrío levemente de manera forzada.
No había notado al chico que estaba parado detrás de Becky, de hecho, es idéntico a ella, solo que un poco más alto.
– Kia, él es mi hermano Ben – Becky nos presenta, aún estoy algo aturdida así que nada más sonrío – Ben, ella es Kia.
– Es un placer conocerla, señorita – la formalidad de Ben me hace gracia, es algo raro hoy en día.
Becky nos toma a ambos de la mano y nos saca de la tienda.
******
– Entonces nuestros padres pensaron '¿Por qué no?' – Becky relata con entusiasmo como sus padres decidieron mudarse a Clarix – hicieron sus maletas y aquí estamos.
Nos encontramos en el único café que tiene este pueblo, "Nora's coffee", no es de lo mejor pero sirve.
– No me dijiste porqué te mudaste aquí, Kia – Becky me mira esperando una respuesta, pero Ben habla primero.
– Tengo entendido que vives con Gloria Clark ¿No? – los ojos de Ben se fijan en los míos.
– Sí, ella es mi abuela.
Becky abre sus ojos de forma exagerada y a su vez sorprendida.
– Los rumores dicen que ella es una demente ¿Es cierto? – la voz de Ben es firme, más que una pregunta es una afirmación.
No lo juzgo, Gloria sí está algo desquiciada, el pueblo entero ha de saberlo.
Pero eso no quiere decir que deba admitir que mi abuela es una demente.
– Esto no es un interrogatorio, Ben – Becky lo mira con típico reproche de hermana mayor que me hace reír.
– Qué suerte tienes al ser hija única, Kia. Imagina que te hubiese tocado una hermana como la mía, qué fastidio – Ben molesta de modo burlón a Becky.
– De hecho, Ben. Tengo una hermana pequeña. – ambos me miran, su parecido es increíble – Solo que vive con mi padre.
– Oh... Debió ser difícil separarte de ella – Becky apoya su mano sobre la mía en una manera de consuelo.
– Te acostumbras en verdad...
Una idea pasa por mi mente, se supone que aquí los rumores corren rápido.
– Oigan... ¿Saben algo sobre leyendas urbanas o historias que les hayan contado sus amigos?
Los dos me miran confundidos, creo que solté la pregunta muy pronto.
– Hay muchas ¿Cuál en específico te interesa? – Becky alza su mano enumerando los 'títulos', ninguna en particular capta mi atención hasta qué...– "Los cuervos malditos"
Bingo
– Esa, ¿De qué se trata?.
– Es solo un mito, Kia – Ben rueda sus ojos como si estuviera cansado de oír la historia.
Becky lo ignora.
– Se dice que es de hace más de seiscientos años, en el bosque de Clarix, resurgen bandadas de cuervos del averno. Estos capturan almas vivas y curiosas para...
Becky deja de hablar – ¿Por qué pones esa cara, Ben? – le reprocha a su hermano.
– En primer lugar, no era así la historia, Becky-bu.
– ¿Consideras que puedes relatarla mejor? Pues adelante.
Comienzan una tonta discusión, que al final, ninguno gana.
Quiero preguntarles más, pero está anocheciendo y debo regresar a la cabaña.
Me despido de ellos, tendré que investigar por mi propia cuenta.
Al salir de la cafetería el frío golpea mi rostro, meto mis manos en los bolsillos de mi suéter y me adentro por el sendero del bosque que me lleva a la cabaña.
Trato de caminar lo más rápido que puedo, por alguna razón siento que el camino se alargó.
Miro a mi alrededor, no hay nada, ni nadie...
Solo es tu imaginación, Kia...
Me digo a mi misma, pero en el fondo estoy aterrada.
– Kia... Kia... ¡Kia!
Me sobresalto al oír mi nombre.
– ¿¡Quién anda ahí!? – toma una roca del suelo, pero no logro ver a nadie.
Mi corazón late de miedo, retrocedo un paso y mi espalda choca con algo frío.
Un grito ahogado sale de lo profundo de mi garganta cuando me giro.
Aquella figura de ojos rojos está junto a mí, tiene cuernos negros y afilados, una sonrisa demoníaca que me hace temblar de miedo.
No puedo emitir ningún sonido, ni siquiera puedo moverme.
Editado: 28.05.2024