Capítulo 1
Sindy estaba en su stand acomodando papeles del importante negocio, era una empresaria difícil de engañar en sus finanzas, no había podido estudiar por falta de tiempo, pero su sueño era tomar la carrera de medicina y Contabilidad. No le faltaban ganas más si, tiempo. La chica de un bello cabello negro, con puntas platinadas, estaba centrada en sus libros contables hasta que su amiga Nathalia llego casi rompiendo la puerta del stand, aquella puerta que siempre presentaba un error al abrirla, en vez de empujarla, debía jalarla. —Cosa insospechada por el cerrajero que había puesto la puerta, y que como las quejas de Sindy se habían hecho cuento viejo— Entonces entro la chica después de un intento fallido, y empezó a hablar con tal alegría que Sindy tuvo que levantar la mirada y recibirla.
—Hola Nathalia, que milagro —Mentía Sindy no estaba siendo reciproca— ¿Cómo estás?
—Hola <<Amiguis>> —Sindy odiaba que le dijeran de ese modo— estoy bien, adivina que va suceder estos días.
La chica no tenía manera de descifrar aquella pregunta que le lanzaba su amiga, además estaba tan concentrada en los negocios que no había tenido tiempo, ni para tomarse el café matutino que siempre tomaba antes de llegar al centro comercial. Sindy sin hacer esfuerzo, solo puso los ojos en blanco, y pensó un poco, sería la fiesta del nuevo dueño del gimnasio de al lado, o alguna otra cosa que tuviera que ver con fiestas, ya que su amiga siempre hablaba de eso.
—No lo sé dime —Dijo ella con total frialdad —El nuevo gerente del gimnasio de al lado, me invito a una fiesta, cuando me vio pasar por el pasillo, además me dijo que invitara a una amiga.
Lo había adivinado, como de costumbre Laura una de las chicas de papi y mami, de la ciudad, quería invitarla a una fiesta, con chicos cachas que solo piensan en músculos y además se la pasan fardando de cuantas mujeres se han llevado a la cama. Pero era normal, tenía un par de años menos que ella, y a esa edad solo se piensa en fiesta, alcohol y sexo, tampoco era que Sindy fuera vieja, a sus veintiséis años se conservaba como una chica linda de esbelta figura y de enormes caderas. Nada que envidiar a Una Miss.
—No iré. —Dijo ella cortando el Tema completamente. — ¡¿Qué?! No puede ser, ¿si casi todo el mundo en este centro comercial va a ir a esa fiesta, y tú que eres una propietaria y además vecina del apuesto y fornido gerente no vas a ir? —Sindy No supo cuál de las palabras fue la que dio en el clavo, pero tal vez fue apuesto o fornido acompañado de fiesta, las cuales colmaron el vaso.
—Tengo casi dos Años que no voy a una fiesta y no volveré a ir, además odio a los tipos musculosos, ya sabes lo que paso con Roberto. —Sindy aparto la vista de Laura y regreso a los papeles— Además estoy ocupada. —Pero no todos los hombres son iguales. —Tal vez… —Respondió rápidamente— Pero me importa poco. La chica de cabello negro, no quería dar explicaciones ni se sentía acorde, con lo que decía su amiga Laura, los recuerdos volvían a ella y con mala cara los recibía, pensando en que lo mejor era quedarse en su casa esa noche, pero igual para el evento no faltaba mucho, solo un par de semanas, después todo iba a ser normal nuevamente en su tienda de cosméticos. —¿Sindy has pensado en volverte a encontrar con otro hombre después de lo que paso con tu ex? —La invitada tomo asiento en un pequeño taburete en forma de dado.
—No lo he pensado, pero si lo hago te avisare, para que le digas que se salve de vivir largos años atormentado por mi carácter, y por mi… —Sindy miro sus piernas.
—Todavía sigues con eso. Enamórate de una buena vez y se feliz. —No me pienso echar un novio ahora. —No hablo de echarte un novio, hablo que te enamores. —Ella seguía con lo mismo, una y otra vez le planteaba la misma situación a Sindy.
A veces su pequeña amiga de cabello marrón, tenía un mínimo de razón, pero ella se apegaba a un pasado que le había costado caro, y eso lo tenía más que claro, cuando miraba sus piernas. Aunque con nostalgia miraba las páginas de los libros contables, pensando y recordando que en el pasado hubo un chico que no la decepciono del todo, un hombre que no parecía de este mundo, su ex-novio-barra-mejor amigo de la secundaria. El chico adorable que siempre pasaba con un libro en mano. A veces con literatura clásica o algún otro ejemplar de la cono. Con cabello largo hasta el cuello piel morena y poco musculo, pero de buen corazón, Pero eso hacía ya hace más de quince años. Y hasta el nombre había olvidado, solo recordaba los ojos de color gris que la volvían loca.
Al cabo de una hora más de platica infernal y forzada con su amiga, Laura se marchó porque tenía cosas que hacer, pero Sindy sabía que solo era otra fiesta, la había visto tecleando su celular una y otra vez, y al final no entendía como ella podía soportar fiesta tras fiesta, una vida así debía dejar vacío el espíritu, aunque ella era la que en realidad estaba vacía por dentro. Sus ojos relataban como cualquier otra chica que llevaba una vida buena, pero que le faltaba amor. Desde que había empezado a hacerse justicia con su propia mano olvido cualquier hombre en la faz de la tierra, eso hacía más de dos años, y las cosas para ella iban bien como para ponerse a componer alguna aventura con otro chico. Ya eso no la llenaba, que más le daba un poco de sexo y nada más. Buscaba lo que el mundo había perdido. Amor.
Entonces ella cansada de los papeles y con los ojos irritados de sacar tantas cuentas, decidió bajar al café para comprar un café o un jugo, lo primero que pescase en la maquinita. Bajo por el elevador para llegar más rápido a la fuente de éxtasis de toda las tardes, la cafetería del Centro Comercial. Con una sonrisa, paso por las mesas llenas de camareros y clientes y llego con orgullo a la barra, donde espero al chico que le atendería. La cafetería estaba llena, los clientes alegres en aquella sala, con fundamentos y fachadas parecidas a Disneylandia, donde las parejas se agarraban de las manos, y besaban en frente de cualquier atracción.
El chico se disculpó por el retraso, además tomo la orden eficaz de la chica. Y ella espero en una de las mesas, que aún estaban vacías porque el lugar estaba más que abarrotado. Sindy para esperar, las donas y el café que había pedido como orden, saco su celular y se puso a buscar modelos de nuevos cosméticos chinos, —Que eran los más avanzados y de buena calidad que existían en el mercado por no decir baratos y accesibles—, Su teléfono parecía más bien el de una adolescente china, lo único que faltaba para ser tal, era que pusiera el idioma base del celular en mandarín. Tecleo y vio algunos productos de una nueva empresa de cosméticos que brindaba una gama de colores para los parpados, le pareció muy eficaz entonces guardo la página para después hacerle una llamada y asi siguió con otras dos empresas. Los productos chinos se habían vuelto más conocidos en el mundo de la belleza acrílica.
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Editado: 24.06.2020