El día siguiente Sindy despertó con el tazón de cotufas a un lado de su brazo y su columna desviada, pero había pasado una noche espectacular viendo películas de terror. Abrió los ojos con intentos fallidos, sentía los ojos demasiado pesado. Y el cuerpo estaba completamente erguido, se levantó del mueble y estiro su espalda con un breve escalofrío, estaba cada vez peor aquella molestia de la columna. Rápidamente se lavó los dientes y se puso algo más presentable, busco en los cuartos el rastro de su hermana, pero no lo encontró, entonces ella se había quedado afuera de la casa.
Sindy rápidamente preparo desayuno y se fue al stand, ahora reconciliada con Nathalia debía sacarle los ánimos para ir a la fiesta de Vicente, solo restaba un día para la fiesta. Mariana ya había llegado y estaba esperando en la planta baja como de costumbre, Sindy salió del elevador y la saludo con parsimonia y una sonrisa enorme, después se subieron al carro y llegaron al stand en menos de lo que canta un gallo. Sindy pensó que Sander llevaba tiempo desaparecido, ayer no había ido a buscar, y no apareció ni un mensaje en su buzón de salida de su celular, cosa que parecía extraña para la chica. Los papeles no aguardaban en la noche, ahora lo más importante era resolver los problemas de la tienda, pero con renovados ánimos y con un buen estimulo saco el pecho y empezó a firmar montañas de papeles e inventarios.
Nathalia llego a las dos de la tarde, Sindy estaba tan entretenida que ni siquiera sabía la hora que eran, había pasado la mañana volando ella se quedaba fuera de los eventos y el mundo del celular que la mantenía informada, hoy todo había sido papeles y papeles. Entro Nathalia en el stand y vio a Sindy. Ella no la vio estaba ocupada en los papeles, y hasta había ignorado la campanilla de la puerta al sonar. Nathalia camino hasta ella, y se puso delante de Sindy ella aun no sabía que estaba allí, la siguió ignorando hasta que su amiga le dijo que estaba junto a ella.
—Sindy estoy aquí. —Musito pasito. Sindy dejo los papeles y miro al frente.
—Hola Nathalia. ¿Cómo has estado?
—¿Cómo crees? —Nathalia venia algo alterada.
—No lo sé ¿Qué paso?
Nathalia suspiro como si tuviera un problema gigantesco, y se sentó en una de las sillas que complementaba la declaración.
—No voy a poder ir a la fiesta.
—¿Porque?
—Tengo que acompañar a mi hermana a Barcelona.
—Pero…
—Sindy créeme que no puede escaquearme. Si lo pudiera hacer estuviera comprando la ropa para ir contigo a la fiesta. ¿Oye pero que paso con Sander?
—Es difícil.
—¿No son nada aun?
—Qué puedo hacer. Es que…
—Te estas poniendo muchos obstáculos. —Interrumpió a Sindy sin cortesía.
—Si debe ser razón
—Entonces que esperas está pasando el tiempo Sindy ya tienes 33 los chicos no te van a llover.
Sindy se paró un momento para pensar en lo que decía su amiga, era verdad, ya tenía su edad en menos de ocho años iba a ser cuarentona y a su ritmo de vida, cuarenta los cumpliría a la vuelta de la esquina, la vida para ella tenía que ser simple, una familia y un hogar, eso es lo que deseaba desde de su niñez pero en sí, no lo había conseguido por aquel trauma del cual guardaba recuerdos, pero era difícil salir de ese trauma, para Sindy era como una pecera llena de agua que la empujaba hacia atrás y ella estaba en el fondo sin poder salir, quedándose sin aire, en esas vio a Sander también nadando en el agua, el trato de tomarla pero no pudo, al final el agua termino llevándosela hasta el fondo impreciso.
—No lo sé Sindy, me siento,—Tartamudeo— insegura. —Sonrió con melancolía su sonrisa estaba perdida en el edén.
Nathalia pensó que las cosas estaban pasando del límite establecido, las cosas para Sindy no eran fáciles.
—No pienso que pase esta oportunidad para ti Sindy, ya verás que hago que acaben juntos.
—Ojala amiga.
—No es un ojala, como tú dices, es un hecho que voy a hacer realidad.
Le quedaba mucho tiempo aun a Nathalia que se ponía pesada con el tema de Sander aunque para siempre guardaría la calma para unir a su amiga, y al chico Sander en unión estable y si era posible hasta casarlos, solo ella se había dado cuenta de las miradas que se hacían entre sí, vale si eso no era pasión que lo era, se notaba a leguas de distancia que el chico estaba loco por Sindy y como buena conocedora de su amiga, ella también estaba sintiendo cosas por él. El resto de la tarde la chica, paso contándole a Nathalia como había sido los últimos dos días.
Hasta que un último momento Nathalia se fue del stand ocupada por las cosas del viaje a Barcelona ambas llegaron hasta el edificio y después se despidieron en el carro, por la ventanilla de pasajeros y después de un rato mariano llevo a Nathalia a casa, acto seguido ella volvió a su departamento y se encontró con Vera, estaba preparando las maletas, asumía que se iba a un hotel o quien sabe, para ser precisos no le pregunto nada a su hermana, más se despidieron como era debido, solo sabía que la volvería a ver muy pronto ya que estaba en la ciudad de Madrid, tampoco se negó a darle una vuelta de vez en cuando para asegurarse que estaba bien. Sander parecía no haber llegado, pero eran por buenos motivos o estarían justificados, nunca le haría esperar tanto solo para hacerse el chico malo, seguro que tenía una explicación lógica. Ahora ella sentía que las cosas iban a ser más difíciles con la fiesta encima. Solo le quedaba el día de mañana para arreglarse.
Uno de los mejores club de la ciudad. El día siguiente llego con disimulo, las cosas pasaban sin dilación alguna, los murmullos de los coches y el vapor de la ciudad, más el aire fresco de la mañana concebían a un ambiente espectacular. Sander estaba esperando en el stand a que Sindy llegara, el día anterior se la paso buscando los exámenes de la chica, no los había abierto aun, decidió que lo abriría junto a ella, el sobre lo tenía en una de sus manos, mientras mantenía los brazos cruzados, no por el frio sino por la impaciencia.
Sindy llego con buena cara al stand, cuando vio a Sander soltó una pequeña sonrisa, camino lo que faltaba del pasillo, y le dio un abrazo. Se saludaron como correspondía y entraron al stand siguiendo la conversación allí.
—Sander no fuiste ayer para mi casa.
—Si es que, estaba ocupado.
—¿Estas bien pareces algo desanimado?
—Estoy bien, te recuerdas que te mandaste a hacer algunos exámenes de salud, —Ella afirmo con la cabeza—. Pues ya los resultados estaban listos desde hace una semana. Aquí están. —Mostro a Sindy el sobre de color amarillo, y lo puso con lentitud en la mesa.
—¿Dices que estos son los resultados de mis desmayos y eso?
—Sí, no los he abierto aun.
Sindy pensó en muchas cosas, pero no iba a perder una oportunidad de hablar con Sander mucho menos cuando se había desaparecido así, por estar viendo alguno que otro triglicérido alto o alguna que otra grasa trans saturada, solo eso no más. A veces pasan cosas imprevistas, eso eran sus desmayos nada más, no era nada más que eso. El resto de la visita pasaron hablando tonterías cual quinceañeros de secundaria, justos momentos que se habían perdido en el tiempo. Hasta que el tema de la fiesta salió a la mesa, mientras que ella, intento ponerse al día con la situación, pensaba que la mejor cosa seria contarle a Sander que iba a ir a la fiesta, como había dicho Vera, no tenía nada que ocultarle.
—Sander sabes que va a ver una fiesta del gerente de la fiesta.
—Sí.
—Bueno he sido nombrada la reina de la fiesta.
—Ala que bueno, en hora buena, La reina.
—Deja lo tonto, préstame atención. —El afirmo con la cabeza—. Yo no quería ir, —Sander frunció el ceño— no me gustan las fiestas, pero había sido nombrada reina de improvisto, nadie me lo dijo con tiempo para negarme. Y por eso tengo que ir, pero de verdad no quiero ir.
—¿Porque me pides permiso?
Sindy flipo al escucharlo, no sabía si darle un abrazo o darle una cachetada, decía dos cosas, el mensaje estaba claro, no me tienes que pedir permiso porque no somos absolutamente nada, y el otro que el muchacho confiaba en ella plenamente. Como un hombre podía ser tan bueno, pensaba que las cosas eran de la mejor manera con él, era como si fuera una monedita de oro, que compraba lo que fuera.
—Gracias Sander siempre entiendes.
El chico se levantó de la silla, y se acercó a ella, en una instancia parecía que la iba a besar, pero en un último momento desvió su rostro hacia el lado derecho de la chica, y solo termino en un cálido abrazo, Sindy tenía el corazón a millón, ese acercamiento imprevisto había sido toda una locura. Como te comprendo la verdad era una locura, los pensamientos de cada uno estaban distantes, pero el consuelo que estaba recibiendo la chica, y ese calor del cuerpo de Sander le encantaba, hasta le ponía la piel de gallina, nada la ponía más, que una buena escena de drama pasional, era una chica también, no estaba conformada de hierro o de madera, sentía, pero de una manera distinta. Y aunque las cosas con ella era un poco más difícil, el chico se estaba acoplando bien, Sindy estaba dejando el miedo a la sociedad. —Y aunque Sander tenía que esperar, cosa que Sindy sabia con exactitud— Lo estaba haciendo bien en todas formas, esperaba y era paciente.
—Sindy espero que hayas comprado un vestido lindo para la fiesta, me mandaras una foto.
—Sí. —En ningún segundo se separaban, aún estaban abrazados.
—Sander, quiero que sepas, que eres muy buena persona.
—No lo tienes que decir.
—Lo sé. Sander acompáñame a la fiesta.
—Ah quieres que sea tu rey. —Lo dijo en tono burlón, acto seguido se separó de la chica.
—Tonto.
—No creo, no fui invitado.
—Vamos acompáñame.
—No me gustan las fiestas sabes.
—SANDER. —Sindy inclino la cabeza a la izquierda.
—Sabes si quieres te llevo y te traigo hasta la casa, pero no me comprometo a ir a la fiesta.
Sander estaba mostrando una actitud muy rígida, seguro que ni aunque le rogara de rodilla iba a aceptar. Quedaba seguirle la corriente.
—Qué remedio. Vale, serás mi chofer.
—Si así es mejor niña. ¿Cuándo es la fiesta?
—Mañana por la tarde.
—Genial cuenta conmigo, estaré allí mi reina.
Ese tono le daba carisma a Sander aunque no era normal en el estar tan juguetón, Sander en el cabo de cinco minutos más se fue después de despedirse con un beso en el cachete, Sindy volvió a los papeles y así sin remedio llego la tarde.
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Editado: 24.06.2020