Sindy y Sander fueron a la residencia del chico, para que se cambiara y así salieran en una cita. Sander no sabía qué hacer, estaba completamente indignado, la chica lo había invitado a salir aunque fuera por farsa pero era algo inaceptable era el hombre quien debía pedirle una cita a la mujer aunque sonara machista. Sander condujo sin apuros ya que hoy no iban a ir a sus tiendas a pesar de ser un miércoles bien aclimatado, era la primera vez que Sander llevaba a una chica a su casa, en Madrid, bueno casa, a lo que él llamaba casa, aunque estaba desordenada.
Llegaron a una calle en un callejón que parecía de maleantes, Sindy dudo que fuera allí, el millonario más grande de pamplona vivía en un chiquero como ese no podía ser cierto. O si tal vez ella no sabía nada de Sander y no era el millonario que pensaba, y porque estaba pensando en los millones que podrían o no estar en su cuenta corriente, se estaba volviendo como Nathalia algo interesada. Sander condujo hasta estacionarse en una casa que se parecía a una construcción antigua de the Queens. En estados Unidos. Le traía nostalgia de un viaje a la Gringolandia.
—Vamos— Dijo él.
La chica se bajó del auto mientras él se ponía el chándal otra vez. La mirada de la chica divagaba entre las personas del barrio, eran pobres o de bajo recursos, muy bajos recursos. niños jugaban a la pelota a dos calles más arriba, Donde las arquerías eran dos pipas gigantes de basura y la cancha era nada más que la calle como campo, y el cielo nublado como techo. Sander vio como la mirada de Sindy estaba distante, el sonrió y acaricio su barbilla con los dos primeros dedos de su mano derecha. —Ven— dijo sutilmente mientras le tomo la mano y fueron al balcón de una de las casas. Sindy siguió sin dilación la espalda del chico hasta que subieron por la escalera y contemplaron la vista de unas diez casas en la cuadra. Sindy no sabía que pensar, no había estado en un sitio tan.
—Marginal es lo que estás pensando. —Parecía que Sander podía leer la mente.
—No es lo que quería decir.
—Ahora crees que no soy millonario.
—No soy interesada Sander.
—Tampoco lo he dicho.—Sindy pareció molestarse con Sander mas estaba entretenida en el juego de los chicos—¿Porque si puedes comprar el mejor departamento de Madrid no lo haces?
—Porque no es lo mío.
Sander abrió la puerta y ambos entraron sin problemas. Sander dio dos pasos hasta llegar a la sala, era pequeña como el del resto de las casas adyacentes. Había una chimenea en el centro de la sala y los muebles estaban llenos de diseños de zapatos deportivos. Aunque la proeza de hacer cosas nuevas estaba en el corazón del muchacho pero no había ni una prenda de esos calzados diseñados, tal vez eran solo los prototipos, aunque había tantos como para mantener la chimenea de la casa encendida por un buen rato, Sindy miro la cocina estaba llena de platos sucios y envoltorios de pizza. Que cosa el mejor cocinero de la ciudad comía pizza seca. Que pasaba Sander.
—Siéntate.—Era una ironía todos los muebles estaban ocupadas con las del diseño. Sander se dio cuenta inmediatamente y con sus brazos hizo un hueco entre las cosas que estaban encima del mueble. Sindy rio un poco con la actitud del chico y después tomo asiento—. Iré a bañarme y cambiarme de ropa, esperma aquí.
Sander desapareció por las escaleras, Sindy aprovecho para espiar un poco, se levantó del mueble, había muchos papeles de diseños regados por el piso. Brincaba entre las rumas de hojas de papel y algunas prendas de vestir de Sander, y llego a la cocina, allí la mesa estaba abarrotada de cosas, muchas entre verduras y demás cosas. Víveres y muchas cajas de pizza. Para ella eso pareció algo excesivo, ahora bien vagaba por la cocina buscando agua, pero de la nada encontró un cuaderno de anotaciones. Pensó que no debía abrirlo, mas por la curiosidad lo hizo, era una especie de diario, en la portada estaba anotada una fecha, después tenia escrito en el unas palabras. —Encontré la mujer más hermosa que he visto, y aunque me derribo con las cajas encima, me pareció la mujer más bella de toda España— Sindy sonrió con ganas de reír, no era objeto de bufo sino de ternura, en su pecho sintió como una puntada tierna que se propagaba por la sangre de sus venas.
Cerro el cuaderno, no quiso leer más porque si lo hacia las cosas entre ellos se pondrían más fáciles y ella no era una chica fácil, ella regreso para la sala aunque no estaba segura que saldría de aquella selva de desorden. Sindy miro por todas las partes de la casa era cálida reconfortarle, era como si tuviera un calor que le hacía recordar a las praderas o al campo. También era como la paz en un día soleado, muy tranquilo casi ningún ruido penetraba entre las paredes de hormigón y ladrillos. Se asomó otra vez al balcón era bonito la vista, los niños el aire fresco las calles húmedas, le recordaba a estados unidos. Ahora ella estaba veía como los niños se divertían en las calles, mientras que las personas veían como una hermosa chica de cabello negro estaba en el balcón del chico Sander. Unos chicos del vecindario se quedaron mirándola, como si estuvieran impresionados, bueno no era lógico ver a una chica con tanta categoría por esas zonas.
No era eso, era algo más, en sus miradas no notaba aquella sensación de que se la estaban comiendo con la mirada, más vale era como un objeto de burla, se dio cuenta minutos después, así que decidió entrar a la casa, cuando lo hizo Sander estaba casi listo bajo sin camiseta a la primera planta donde se encontró con Sindy de manera frontal. Sindy se quedó viendo el abdomen del chico no estaba marcado pero si era lindo, y su piel estaba quemada muy quemada, estaba mojado entonces ella se hacía alguna que otra vaga y picara fantasía, los brazos del chico estaba bien fornidos aunque no como los del gerente pero tampoco se le quedaba atrás. Hubo un momento de silencio antes de que pudiera volver a hablar. Sander tapo su estómago y se sonrojo un poco.
—Casi estoy listo espérame un poco más.
—Sí.
Sindy no dijo nada más, estaba embelesada en el chico que estaba buscando unas botas de su colección, saco una caja de debajo del mueble y después de eso la cogió y se la llevo a la plata de arriba. Con una sonrisa se sentó en el mueble hasta como una señorita su espalda rígida y las piernas cruzadas, ahora la chica estaba convencida de que no era un niño a pesar de que le llevaba nueve años.<<25 eh no es mucho>> pensó mientras que estaba divagando entre las cosas que habían pasado juntos. Sander bajo después con la ropa puesta.
—Mira me costó mucho pero me puso unos vaqueros.
—Es verdad.—En efecto el chico llevaba unos vaqueros de color negro muy ajustados a sus piernas, y para ella eso fue muy extraño todos los meses que estaban juntos nunca lo había visto con un vaquero siempre vestía con ropa deportiva. Pero hoy vestía con una camisa amarilla como una chaqueta y por debajo una franela de color negro, con los vaqueros y unos lentes de aviador, a Sindy le parecido que Sander estaba al nivel de un actor de telenovela, el pelo se lo había peinado hacia atrás. Y en los vaqueros tenía una especie de cadena de color dorado de aza a aza en el corredor de la cinturón donde llevaba una correa de cuero negro, que lo hacía ver como un maleante, cosa que le hizo adorable a Sindy.
—¿Cómo quede?
—Muy bien Sander. Estas como uno de esos raperos de YouTube. —Sander rio con parsimonia—.Vámonos.
Sindy siguió al chico, cuando salieron a la calle, la gente de antes aún seguía observándolos. De repente estos chicos que eran como seis se acercaron al carro de Sander. Rodeándolo por completo.
—Nos van a robar dijo Sindy.—Sander Guardo silencio.
Poco a poco se fueron acercando hasta que pudieron llegar a la acera donde estaban ellos interponiéndose en el camino para entrar al carro.
—Creo que nos debes una explicación chico Sander. —Sindy estaba pegada al brazo de Sander. Tenía miedo de lo que le pudieran hacer. Por suerte el resto de la gente estaba mirando para que llamara a la policía.
—¿Que explicación quieres cabeza de martillo? —Sindy estaba atemorizada de Sander como le podía decir eso al jefe de la cuadrilla de maleantes de su barrio, estaba claro ahora los iba a matar.
—¿Cómo me dijiste?
—Cabeza de Martillo.
El hombre de la nada golpeo a Sander en el pecho, Sindy entro en pánico. Todos los demás se bajaron del carro. Sindy solo se cubrió la cara y cerró los ojos. A los pocos segundos cuando no escuchaba nada abrió los ojos, y vio a Sander estrechando la mano del cabeza de martillo. No estaba segura de lo que había pasado, pero algo tenían esos dos.
—Sindy —Dijo Sander— Conoce a un amigo. Él es Julio es mi buen amigo aquí en el barrio. —Sindy no podía creer lo que estaba diciendo, no iban a pelear.
—Diablos Sander es muy linda de donde sacas ternuritas así.
—Ve al centro comercial.
Sindy no podía creer lo que veían sus ojos, estaba hablando normalmente con uno de los maleantes de su barrio, no había llamado a la policía y se llevaba bien con todos, que estaba pasando en ese barrio todos eran inadaptados. Reincorporándose a la conversa Sindy se puso más rígida y saludo a Julio y al resto de muchachos. Aunque tenía miedo de que los robara, cosa que nunca paso, luego los amables muchachos abrieron el paso para que el auto saliera sin problemas, y pararon a un camión que estaba detrás del auto de Sander y que pretendía pasar por esa calle justo ahora, solo para que Sander saliera primero con ella.
Sindy estaba mirando como los chicos se despedían golpeando al conductor que se había bajado del camión para amedrentarlos. Pero ni pudo, lo último que vio por el día de los chicos fue una patrulla que se dirigía a ellos, pero que con agiles como gatos cuando ven a un perro, se fueron entre los callejones, Sander no para de reír con cada cosa que pasaba.
—No puedo creer que seas amigo de esos maleantes.
—Y yo no puedo creer como eres tan miedosa.
—¿Perdona?
—Tienes pánico de vivir.
—No.
—Sí. Además no son malos chicos son buenos amigos.
—Diablos Sander si sigues así ya te veré asaltando bancos.
—No.
—¿Oye porque vives aquí?
—No lo sé, desde que llegue a Madrid busque apartamentos pero todos eran casi igual, vacíos llenos de frio y con todo preestablecido. Menos el tuyo que es otra cosa. —Corrigió inmediatamente.
—Ahora es más implacable el frio no en tu casa no hay calefacción solo una chimenea.
—Si pero nunca la enciendo. Sabes creo que el frio del alma es peor que el frio que hace en Madrid.—Sander estaba atento a la carretera.
—¿Cómo frio de alma?
—Ósea sabes la soledad y el estilo de vida nómada es peor que cualquier cosa. Te hace sentir solo, y a pesar de que no soy filosofo se, que estar solo no es bueno para el humano. En los edificios nadie sale a conversar sobre el trabajo o su vida, todos son algo más asociales y viven encerrados en sus vidas, mientras que aquí, en el barrio como muchos dicen se ven cosas todos los días, haces amigos, ves las necesidades de los ciudadanos, estás en contacto con el cielo, con la calle, con los niños con las personas, con los viejos que juegan Domino hasta altas horas de la noche, estas al pendiente del cotilleo de las fiestas de los culebrones, todo. Me entiendes todo.
—Te falto decir la misa los domingos.—Agrego Sindy con Sarcasmo.
—La misa en los domingos, el té de la tarde, tomar un chocolate en el frio de la tarde y ver la puesta del sol. Se me había olvidado. —Sander rio con nostalgia y alegría en su pecho.
Sindy no sabía que el chico era tan apasionado. Oírlo hablar así de la ciudad de un barrio o de solo su casa, es como ver a un poeta recitar la más bello poesía. Aunque no le hacía sentir ni la menor tristeza el chico era un hombre de verdad. Los demás eran intentos fallidos, cada vez Sindy estaba sintiendo ese sentimiento en el pecho que le gustaba y era como una droga inefable. Amor.
Sander llevo a la chica primero a ver una película, le gustaba ver dramas y a Sander también le saco algunas lágrimas la peli, aunque después se rieron por el mismo echo, ella decía que él era muy sentimental y que él decía que ella era una descorazonada. Ambos se rieron tanto que perdieron la noción del tiempo, poco a poco se fue poniendo el sol y llegaba la noche, fueron a un carrusel porque era el sueño de Sindy, ahora bien llegaron y jugaron en varias atracciones del carrusel. En una de las atracciones en que debían reventar los globos —atracción en que Sindy perdió 20 euros tratando de explotar un miserable globo pero no consiguió darle a ninguno— Sander destaco reventando todos y consiguen el mejor de los premios para su bella dama, un oso de peluche de Felpa gigantesco del tamaño de Sindy. Sindy cuando lo tenía en sus manos no pudo evitar darle un fuerte abrazo a Sander, y después siguieron con las siguientes atracciones, el martillo, las maquinitas, la rock olla, todo, la montaña rusa y por último la rueda de la fortuna.
Sindy y Sander subieron con gran emoción y a la vez con algo de miedo la chica no se subía en una desde hacía años, pero poco a poco fueron subiendo. Cuando estaban en la cima fuegos artificiales empezaron a salir disparados de la nada, eran maravillosos de todos los colores y formando una amplia gamas de formas, Sindy miro a Sander se quedo quiera y cerró los ojos, Sander pensó que era momento de arriesgarse y sin miedo alguno le dio un beso. Un roce de labios que hizo un calor incorporo en su cuerpo. al bajar ninguno de los dos podía hablar estaban pensando en que tal vez fue muy repentino, Mas Sander paso sus manos por encima de la chica y la acerco a su cuerpo caminando como una bella pareja de enamorados.
Pasaron otras horas en un bar donde las orejas de un oso panda gigantes deslumbraba al resto de clientes y aunque Sander era el centro de atención lo ignoro solo por buscar la sonrisa de su querida Sindy, bebieron un par de copas más hasta que sintieron que era hora de regresar a casa, Sander como buen caballero pago lo debido al bar con su correspondiente propina y después de eso abría la puerta para que la chica pasara sin ningún problema. Cargo con el enorme oso panda y lo puso dentro del carro cosa que le costó un poco, después encendió el carro y puso rumbo al barrio, —No por él, sino por petición de Sindy— Para la chica había sido uno de los días más felices de su vida, desde que conoció a Sander lo había pasado como ninguno, llegaron al barrio y subieron todo hasta la casa que estaba llena de cosas, ahora la sala estaba repleta mientras que Sander subió para acomodar la cama donde dormirían, rápidamente el chico saco todo lo que estorbaba en su cuarto y lo arreglo un poco.
Sindy tenía una sonrisa de oreja a oreja, estaba clara que en muchas ocasiones las cosas habían sido duras para ella, pero pensaba que tenía que aprovechar esta oportunidad que la vida le estaba poniendo adelante, Sander, Sindy llamo a un restaurante donde pidió dos pizas medianas para cenar aunque era tarde ya, más de las doce, pero no le impidió que lo hiciera, Sander bajo y le dijo que la cama estaba lista, Sindy se negó salió a esperar a la pizza, el chico repartidor llego muy pronto, ambos empezaron a comer entre las historias que le contaba Sander, después de un rato conectaron el televisor que Sander nunca usaba y lo subieron al cuarto, más tarde se acostaron acurrucados uno con el otro viendo alguna película, mientras que la felicidad los llenaba e invadía la solitaria habitación. Los ruidos eran sinfonías de ángeles que sacaban a la casa del abismo del ermitaño y las cosas se pintaban como bellos cardenales que salían volando en manadas a un paraíso.
Entre roce y roce de piernas entre las sabanas la chica que estaba acostada encima del pecho de Sander estaba empezando a quedar dormida y antes de que cerrara los ojos completamente hasta mañana—Que para Sander iba a ser eterno— Decidió contarlo un secreto que su corazón guardaba.
—Sindy te quiero.
—Yo también Sander.
—Hasta mañana.
—Sera mucho tiempo.
—Te esperare hasta que el sol salga cabeza hueca.
Ambos rieron con ternura y pasión apagaron el televisor, y por primera vez desde que Sander había llegado al barrio, se fue a dormir más tarde que el resto de vecinos.
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Editado: 24.06.2020