—¡Max! —grité completamente feliz— ¿Qué…? ¡Hola mi amor! ¿Cómo estás? ¿Estás bien?
“¡Por la santa caracola! ¡Me ha llamado! ¡Me ha llamaaado!”
Acerqué todo lo que pude el celular a mi oído. Deseaba escucharlo, no quería que las cosas que me dijera se pasaran por alto.
—Estoy bien amor, tranquila —se le escapó una corta risa.
—¡Estoy tranquila! es solo que… —recién entonces me di cuenta de que gritaba— Okey, dame un momento para respirar. Es que… no sé ¡Esto-oy nerviosa!
Del otro lado se escuchó de nuevo su risa. La hermosa risa que había extrañado tanto…
—¿Me crees si te digo que yo también estoy nervioso?
—No, no te creo —contesté riendo—. Tú nunca estás nervioso.
—Cuando se trata de ti, sí. Tú me pones nervioso.
No llevábamos ni diez segundos de conversación y ya había pronunciado la primera oración bonita.
—Aun a la distancia logras hacerme sonrojar.
“Y sonreír como toda una boba…”
—Me alegro de no haber perdido el toque —rio suavemente—. Espera, me distrajiste de lo que te estaba diciendo. ¡Felicitaciones por tu graduación!
—Muchas gracias.
“¿Cómo supo que me gradué?” Una mejor pregunta sería “¿Cómo supo que me aprobaron la tesis? ¿Cómo supo que el día de mi graduación era justo hoy?”
En el tiempo de relación que llevaba con Max había aprendido que no era necesario plantarme esas preguntas. Max siempre conseguía enterarse de todo.
—No sabes cómo deseo estar contigo —murmuró— Y… lamento tanto no…
—Max eso no impor…
—Lamento tanto no estar ahí contigo —continuó, soltando un suspiro—. Es un día especial para ti y me hubiera gustado mucho compartirlo contigo.
A mí también me hubiese gustado verlo sentado con los demás, mirándome mientras ascendía en el estrado. Definitivamente me hubiera encantado recibir uno de sus besos cuando me felicitara.
—Está bien Max, no podías venir…. Lo entiendo.
Mi voz sonaba claramente triste así que cambié de tema. No quería que Max se atormentara.
—¿Cómo estás tú? No has perdido ningún dedo ¿Verdad?
Mi plan funcionó. Le escuché reír del otro lado de la línea.
—Estoy completo. Por ahora estoy en un tiempo libre, una pequeña pausa de la misión.
Con el corazón un poco más calmado, regresé a mi anterior posición sobre la cama. Abracé al panda y aspiré el aroma. Con la voz de Max sonando por el celular y el olor de su colonia, parecía que estuviera acostada junto a él.
—¿Y tú sigues igual? ¿Completa?
Su pregunta me hizo reír.
—¿Completa? ¿Qué podría pasarme a mí? Estoy exactamente igual… —reconsideré mi respuesta y me retracté— Bueno… no, estoy como diez libras más pesada.
—¿Qué podría pasarte? —pronunció sin rastro de diversión en su voz. De repente se había puesto serio— Luisa pasas la mayoría del tiempo totalmente sola y eso me preocupa, especialmente desde que pasó aquello.
“Aquello” se traducía como el secuestro.
—Sí lo sé y te entiendo, pero para tu tranquilidad no me ha ocurrido nada. Estoy bien. Además, no deberías preocuparte —volví a sonreír—. Taylor se encarga de mi seguridad.
Taylor era un agente retirado de la misma agencia de espionaje donde trabajaba Max. Desde mucho antes que pasara el secuestro, Taylor ya me conocía y me vigilaba por orden de mi novio. Lo cual me inquietó al principio, pero ahora agradezco. Sin Taylor, Max jamás se hubiera enterado de mi desaparición.
Y debido a eso y como medida de prevención, ahora Taylor cuidaba de mí cuando Max se encontraba fuera. Él era bueno en lo que hacía, nunca notaba dónde estaba y tampoco escuchaba pasos detrás de mí.
Ahora que lo pensaba… quizá había sido Taylor quien le informó sobre mi graduación.
—Tienes razón… —contestó suspirando— Creo que me vuelvo paranoico con respecto a ti, lo lamento — “Sí mi amor, lo eres desde que pasó aquello” — En fin ¿Cómo ha estado tu día? —dijo nuevamente animado— Cuéntame.
—Bueno…
Le puse al corriente de los eventos del día, contándole los detalles de la ceremonia y cómo terminé devorando la deliciosa pizzaburguer con Jason. Y por supuesto, lo entretuve con las ocurrencias de Kitana.
No sabía cuánto tiempo pasamos hablando. Lo único que sabía era que el sueño y el cansancio que tenía, por ahora, se habían marchado.
—Así que irás a una fiesta mañana…
Su voz claramente demostraba escepticismo.
—Imagínate, ha sido idea de Kitana y debo ir —solté un suspiro—. Me divertiría más si vinieras contigo.
Editado: 15.08.2022