Eiden tenía un dolor de cabeza persistente, su día había empezado muy ajetreado pues la alarma no lo había despertado lo suficientemente temprano.
Claro que era su culpa el haber pospuesto montones de veces el sonido irritante pero su cuerpo estaba realmente cansado.
Los múltiples trabajos que tenía desgastaban su delgado cuerpo cada día un poco más y la noche anterior había llegado ya de madrugada a su casa. Por suerte su hermana que vivía con él le había hechado la mano cuidando al pequeño Dorian.
Él era el motivo por el cual seguía decidiendo vivir cada día a pesar de su constante mala suerte. El pequeño era un niño fácil de cuidar, independiente y muy listo pues a sus escasos cuatro años podía contar con los dedos de una mano las veces que había hecho berrinches o malcriadeces.
Aparte era muy comprensivo pues nunca exigía, en ocasiones Eiden se sentía demasiado culpable de no poder pasar más tiempo con el pequeño pues sus trabajos ocupaban casi todo su día pero se encargaba de estar todas las mañanas con él antes de llevarlo al kinder y almorzar juntos antes de regresar a otro de sus trabajos.
La vida se le había hecho complicada desde que cumplió los veinte pues a los dieciocho conoció a una linda chica que le había parecido a primera vista un ser muy lindo e inocente, poco tiempo después se notó que detrás de esa fachada se escondía una persona calculadora y altamente manipuladora pues lo alejó sin darse cuenta de sus amistades y familiares hasta que fué muy tarde y su vida se reducía a ella y al trabajo.
Ella llegaba a extremos de controlar incluso con quién hablaba pues al mínimo contacto con otra chica al regresar a casa le hacía berrinches que se podían comparar fácilmente a los de niños pequeños pero no llegaba solo ahí pues cuando se ponía realmente furiosa golpeaba a Eiden aprovechándose de la nobleza de éste quien había crecido respetando a las mujeres y no sé atrevía a hacerle daño.
A los diecinueve vivían juntos como una pareja, ella se quedaba encargada del hogar mientras él trabajaba pues ella lo había convencido de dejar la universidad asegurando que el dinero serviría mejor para otras cosas.
Todas las veces que la quiso dejar ésta amenazaba con quitarse la vida asegurando que haría lo posible por dejar rastros de que él sería el culpable de su muerte atormentando cada vez más a Eiden hasta la noche en que ocurrió.
Ellos habían tenido relaciones sexuales con menor constancia conforme pasaba el tiempo y la mayoría de las veces iniciadas por ella quien casi obligaba a Eiden a ceder. Esos trucos estaban dejando de causar efecto por lo que decidió usar un condón pinchado bajo el pensamiento de que un bebé ataría al joven para siempre.
Tres meses después esperó a Eiden quien al regresar de su trabajo se encontró con la prueba de embarazo dentro de una caja de regalo, al ver que marcaba en positivo su pecho se llenó de alegría por el nuevo ser dentro del vientre de su novia olvidando por un momento los malos tratos que ésta tenía hacia él.
Los seis meses restantes pasaron entre agonía y esperanza constante pues el embarazo le había sentado muy mal a la chica considerándose de alto riesgo y ella tenía constantes cambios de humor que desquitaba con su única víctima.
La noche que nació Dorian fue la más dolorosa y la más liberadora de su corta vida.
Estaba cenando con ella aguantando sus reclamos asegurando que él no se acostaba con nadie más cuando se le rompió la fuente y se apresuraron hacia el hospital. Fué una noche larga y tormentosa, cuando el doctor le informó que la chica había fallecido dando a luz calló de rodillas sollozando bajo el escrutinio de la gente que se encontraba en los pasillos aunque el no sabía si lo que sentía era dolor o agradecimiento. Se sentía mal de solo pensarlo pero ahora sentía como si una tonelada de peso hubiera caído de sus hombros y la tensión constante que tenía en ellos se liberara.
Claro que ahora tenía una nueva responsabilidad y limpiando las lágrimas de sus mejillas le informó al Doctor que quería conocer a su hijo.
Fué amor a primera vista, su pecho rebosando de cariño por el ser que tenía entre sus brazos, se aseguraría de darle una vida digna y se esforzaría por ser la mejor versión de el mismo.
Claro que era más fácil pensarlo que hacerlo y eso quedó demostrado conforme pasaba el tiempo, un bebé acarreaba muchas necesidades pero sobre todo tiempo.
Con mucha vergüenza se atrevió a visitar a sus padres con el bebé en brazos a pedir su ayuda pero fué rechazado de inmediato pues la chica fallecida se había encargado de estropear la relación que él tenía con ellos de manera irreparable.
Esa misma tarde una vez que regresó a su pequeño apartamento recibió la visita de su hermana menor, Emma, quien ese año había cumplido la mayoría de edad.
Ella había visto y advertido a su hermano mayor acerca de la arpía que tenía por novia pero viéndolo en ese apuro su corazón se ablando pues él era la figura paterna con la que había contado mayor parte de su vida, sus padres pocas veces se preocupaban por ellos de pequeños.
Por las mañanas él cuidaba a la pequeña criatura y una vez que su hermana salía de la universidad se quedaba de niñera mientras él salía a trabajar.
Su hermana adoraba a su hijo y aseguraba que era muy tranquilo por lo que no interfería en su tiempo para estudiar o hacer sus tareas.
Conforme los años pasaron el niño pudo ingresar a la guardería y Eiden se dió la libertad de buscar otro empleo durante esas horas que el niño estaba fuera de casa. Las necesidades fueron creciendo y bajando por temporadas pero él no quería que nada le faltará a Dorian.
Al cumplir los veinticuatro Dorian cumplió los cuatro añitos y ya cursaba su segundo año de kinder y si bien su maestra era considerada y no pedía tantos materiales, los pocos que pedia no dejaban de ser costosos aparte de los que pedían diarios para sus proyectos en el salón de clases y él contaba ahora con tres empleos, uno de nueve de la mañana a doce del medio día, otro de tres de la tarde a nueve de la noche y un último de diez de la noche a dos de la madrugada.