Oliver salió de la última clase del día con una sonrisa en la cara, le habían dado los resultados del exámen de gestión de negocios y lo había pasado con éxito.
Ese sí que era un buen inicio de semana.
Al fin podía dar por terminada la temporada de exámenes, sentía una carga menos en sus hombros pues la carrera le apasionaba y no le hubiera gustado fallar ninguna de las materias, a pesar de ser algo fiestero y tener una actitud desenfadada no se olvidaba de sus estudios.
Su primo lo alcanzó en el camino pues estudiaba en la misma universidad y mientras él montaba su moto su primo se subió a su ostentoso Audi R8.
En varias ocasiones Oliver le había dicho a Javier que debería buscar algo menos llamativo pero la respuesta siempre era la misma: "Si algún día mi tío y papá nos encuentran necesitaremos a éste bebé para escapar".
La posibilidad de ser hallados siempre le ponía la piel de gallina a Oliver y Javier lo sabía por lo que la plática siempre tomaba rumbos diferentes.
Cómo ya era entrada la tarde y no tenían nada que hacer hasta en la noche que ambos tenían que trabajar fueron a casa donde encargaron una pizza gigante mitad de peperoni con extra queso y extra champiñones y la otra mitad al pastor.
Ambos habían probado diferentes pizzas en ese lugar y casi todas sabían como cartón para ellos hasta que encontraron esa en específico donde el sabor les hacia salivar e incluso podían saborearla solo con el aroma.
Esperaron a que la pizza llegara y mientras se instalaron para jugar videojuegos.
Tenían una pantalla frente a los sillones de la sala y no dudaron en dejarse caer en ellos prendiendo la consola y tomando los controles, cuando la pizza llego estaban terminando la segunda partida.
Javier fué a recibirla y reanudaron el juego entre bromas e insultos a la pantalla dándole grandes bocados a las rebanadas.
Ambos tenían un apetito voraz pues sus cuerpos eran fibrosos aunque no con excesivo volúmen, después de todo habían crecido en el rancho de la familia y su abuela les encargaba desde chicos el mantenimiento de los animales, aparte de eso su primo encontró como hobbie el fútbol mientras crecían por lo que se mantenía en forma, Oliver por el contrario era obligado a hacer ejercicios por el entrenador personal que su padre le había asignado, así que sus tardes de juventud siempre consistieron en la atención de los animales, ejercicio y prácticas de defensas, de esa manera obtuvo un gran desarrollo corporal y la altura que su padre le había heredado.
Oliver jamás se quejaría de su apariencia pues autoestima y ego no era algo que le faltara.
Para cuándo llegó la noche Javier ya estaba evidentemente exhausto y dieron por terminada las partidas de videojuegos cada quien llendo a su habitación para alistarse pues dentro de poco tendrían que partir a sus respectivos trabajos.
La habitación de Oliver era grande, se había asegurado de que si se instalaría ahí por largo tiempo tenía que contar con comodidad así que eso hizo. La amueblo con una cama matrimonial de forma que tenía espacio para otra persona, un sofá de tres piezas de un costado, del otro costado un escritorio donde tenía instalado todos sus útiles y materiales de la universidad incluído su portátil y por último una repisa donde tenía variedad de figurillas con sus personajes de videojuegos favoritos.
Y claro, no podía faltar una pantalla empotrada justo al frente de su cama con dos puffs en medio de la habitación.
Oliver se deshizo de su ropa menos del boxer y se sentó un momento en la cama tomando su móvil para checar las noticias como todas las noches, vago un rato por ellas pero no encontró nada nuevamente.
Se dijo a si mismo que algún día podría averiguar la manera de comunicarse con sus cuatro hermanos, los extrañaba demasiado, cuando tomo la decisión de escapar sabía que eso era lo que más le dolería pues su familia era parte importante de su vida y sus hermanos pequeños de 22, 19, 18 y 14 en ese orden eran todos muy unidos entre si a pesar de la diferencia de edad.
Sin embargo, su contacto, él que los había ayudado a escapar le había dicho que comunicarse pondría en evidencia su ubicación y por eso había desistido a pesar del sentimiento de tristeza que lo embargaba cada que pensaba en ellos.
Por eso valoraba tanto la relación que tenía con su primo Javier pues era el único familiar que tenía cerca y era la persona en quien más confiaba, no era difícil tomando en cuenta la manera en que éste lo protegía a pesar de ser un año menor que él como su fuera su hermano mayor.
Oliver dejó su celular de lado y se metió a bañar, una vez listo con el uniforme del trabajo se perfumó y se colocó un poco de cera en el cabello para fijarlo como le gustaba, sus ligeras ondas le daban un aire seductor que le ayudaba a ganar propinas generosas en el bar, éste era uno que si bien no tenía buena fama, era frecuentado por gente adinerada.
Su aspecto atraía la mirada de las mujeres jóvenes y adultas que visitaban el lugar pero también de algunos hombres y él uniforme que usaba le sentaba de maravilla a pesar de ser tan básico, consistía en un pantalón de mezclilla oscura, una camisa blanca de vestir que el siempre usaba de fuera sin fajar y un coqueto moño negro alrededor del cuello, el mandil se lo pondría en el bar.
Guardo las cosas de siempre en una pequeña mochila y se encaminó hacia la salida escuchando a su primo tararear aún en su cuarto.
Javier trabajaba en un restaurante como camarero, decía que le iba bien pues contaba con varios turnos y en el turno nocturno las propinas también le llovían por parte de las mujeres que atendía aunque Oliver pensaba que era puro invento suyo para atraerlo y que dejara de trabajar en los bares y pelear.
Tal vez tendría que considerarlo para no seguir preocupando a Javier.
Se subió a la moto y se colocó el casco antes de arrancar, el viaje no tardó más de quince minutos pues el bar en el que trabajaba estaba en el centro de la ciudad, Rain of Temptations se leía en luces neones en el letrero de la entrada, estacionó su moto en el lugar de siempre y entro con el casco bajo el brazo saludando al portero del lugar.