Capítulo 4.

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Después de la última hora de clases nos dirigimos a la oficina de nuestro profesor. Tocamos y nos avisa que entremos. Nos acomodamos en los asientos frente a su escritorio, empieza hablar mientras nos entrega unas carpetas negras que lleva el logo de nuestra universidad.

—Chicas, realmente estoy emocionado por ustedes, por tenerlas como alumnas y también por guiarlas como su asesor estos últimos años para lo que es su etapa universitaria. En esas carpetas encontraran la información de la beca, malla curricular, mapa de ubicación y todo lo necesario que deben saber sobre su futura universidad, sé que adonde vayan, seguirán siendo las mejores de su clase, algo locas, pero las mejores. Como mi último consejo, solo les digo, no tengan miedo a los retos, a lo que la vida les ofrece, a equivocarse, porque en esta etapa es en donde todo es posible, donde todo se puede. Vayan con visión, decisión y paso firme. Hace un carraspeo y luego nos sonríe, para decir: —Ya son libres para escapar de este pueblucho como dicen ustedes. Nosotras sonreímos. Para luego decir al unísono. —Gracias.

—Profesor. —dirijo mi mirada a él. —Realmente gracias por guiarnos, por estar pendiente de nosotras, este instituto y los alumnos tienen la suerte de tenerlo como mentor, es usted increíble, finalizo. —Lo sé querida, soy increíble. —dice echándose airecito imaginario. Yo sonrío.

—Realmente gracias profesor, lo echaremos de menos. —termina diciendo Liz.

—Ya váyanse. —Dice para luego agregar, —sino sabotearé sus becas, nos mira sonriente.

 Nosotras nos dirigimos a la puerta y finalmente salimos de su despacho. Sin darme cuenta los ojos se me humedecen, lágrimas de pura y entera felicidad se asoman, giro hacia mi amiga y está al igual que yo. —Somos libres. —le digo mientras seco mis ojos. —Nos largamos. —termino.

 —Jodidamente libres. —dice sonriendo y riéndose.

—Jodidamente libres. —me uno y reímos.

“La libertad no es digna de tener si no incluye la libertad de cometer errores” - Gandhi.

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