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AISLINN ENYA DEMBROT
Me quedo en la habitación encerrada otra vez y con un polo puesto. Que se ha creído Kenrick, que puede tratarme como quiere y hacer conmigo lo que le plazca, está muy equivocado, a esta situación ya le vi un futuro donde yo regreso a la universidad y organizo mi vida a mi manera, solo espera y veraz Kenrick, que yo ganaré.
Me dirijo al armario para ver la ropa que dice que me ha comprado. Abro la puerta y me sorprendo por lo grande que es, prácticamente es como la habitación de mi departamento, nunca he tenido un armario tan espacioso como este, incluso tiene una sección donde hay un tocador con diferentes marcas de maquillaje. «Sí que ha pensado en todo, ¡qué nervios!»
Este lugar seria el paraíso si no estuviera encerrada, reviso la ropa y no es mucho mi estilo, reviso los cajones por ropa interior, — ¡carajo! Pura lencería. Este tipo que piensa, que bailaré para él en esto o qué. Aunque no están nada mal, los de encaje me gustan, eso sí es mi estilo, elijo unos de color negro, reviso los pantalones y opto por unos negros también, y una polera de arcoíris de pelusa.
Me dirijo al baño para asearme y una vez lista me coloco esta ropa. Cuando salgo del baño, veo que la cama esta ordenada, giro y me sobresalto al ver a una señora con una fuente en las manos.
—Lamento sorprenderla, Luna. —dice la señora. —Le traigo el desayuno.
—Gracias, pero no tengo hambre. Y no me traigas comida el resto del día.
—Pero Luna debe comer. El Alpha Kenrick se enojará con usted si no come. —dice, aunque de su boca sale preocupación, la manera en la que me mira no me gusta.
— ¿Cuál es tu nombre? —le pregunto.
—Anna, mi Luna. —dice mirándome fijamente.
—Anna, ¿Quién se encarga de la comida en esta mansión?
— ¿Cómo dice Luna?
—Ya escuchaste la pregunta.
—Eh…yo Luna.
—Trabaja alguien más contigo.
—No Luna.
—Entonces…tu Alpha te encargo colocar algo en la comida ayer.
—Eh…no Luna.
— ¿Segura? —pregunto mirándola con seriedad.
—Sí, Luna.
—Entiendo. Puedes retirarte. —Termino de decirle. Y la veo retirarse con la fuente de comida.
Me sorprende su descaro al mentirme, y la fidelidad a su Alpha, es bueno saber eso, pero ya está en mi lista de desconfianza, no puedo fiarme de ella. Está claro que ayudo al estúpido de Kenrick a drogarme anoche, y aunque yo sea su Luna su fidelidad esta con él, no puedo confiar en que esta comida o el resto no contenga algo.
El resto de horas me la paso en el balcón, o viendo tele y no sé qué más hacer, estoy aburrida aquí. Me tiro en la cama mirando el techo y viene a mis pensamientos Leah, la vez que fuimos a la discoteca, lo increíble que se veía bajo la luna, y una sonrisa se forma en mis labios.
— ¿Qué te hace feliz? —pregunta Kenrick parado a un lado de la cama mirándome juguetonamente. Estaba perdida en mis pensamientos que no me di cuenta en que momento entró a la habitación, es tan sigiloso como un gato este tipo.
Lo miro y vuelvo mi vista en el techo. Siento su mirada.
—Te traje algo para que comas. —dice, sentándose en una esquina de la cama.
Vuelvo a ignorarlo. A poco cree que comeré, después de que me drogara con su ofrenda de comida ayer.
—Anna me dijo que no has comida nada en la mañana. —vuelve a decir. Su mirada no se despega de mí, la siento que me oprime.
Sigo ignorándolo, es obvio que la chismosa de Anna tenía que dar su reporte y seguro ayudarlo en esta artimaña de drogarme otra vez, pero no caeré en su juego.
—Aislinn… ¿puedes mirarme? —pide. A lo que yo sigo con mi mirada al techo.
—Aislinn…—vuelve a llamarme, pero su tono de voz se torna serio. Sigo mirando el techo ignorándolo. No quiero hablar con él, piensa que todo sucederá como él cree y tengo que acostumbrarme a seguir sus órdenes, ya lo hice dos décadas de mi vida, no lo haré otra vez.
—Aislinn… —vuelve a llamar y por el tono de voz sé que está apretando su mandíbula, en un día he podido analizar sus expresiones y formas de hablar.
Me rio internamente, sé que como Alpha mi comportamiento lo altera, está acostumbrado a que todos sigan sus órdenes y hagan exactamente lo que él quiere.
Pero me estoy divirtiendo con esto y eso que no estoy hablando. ¿Qué más tienes para mí Kenrick…muéstrame más? Dice mi subconsciente divertido.
—Ais…—está por decir, cuando me incorporo sentándome en la cama, lo miro y su cara esta roja de ira y por su mandíbula sé que sus dientes deben estar pidiendo piedad para que deje de presionarlos ja,ja,ja.
— ¿Vas hablar o seguirás ignorándome? —dice en un tono serio y mirándome fijamente.
Me levanto y voy hacia el balcón, nuevamente ignorándolo, como me divierto con esto, me acerco mirando el paisaje y el viento cálido golpea mi rostro y remueve mi poco cabello, se siente tan bien, cierro los ojos sintiendo los rayos del sol.
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Editado: 11.01.2021