Enzo Vitale

Capítulo 11

Marie Harrison

El señor Enzo parpadea confundido, sus labios se abren con ligereza, sus azules orbes, son un océano de sorpresa. Trago duro, mientras desvío la miraba abajo. Lanzar esto así, no fue de la nada, sopese mucho, si era tenaz de preguntarle, algo tan absurdo, dado que es mi jefe, y solo tenemos unos pocos meses de vernos. Locura con letras mayúsculas, ¿quién propone algo tan serio, sin conocer a alguien por completo? El señor ha intentado lo posible en saber de mí, yo soy la cual no pone de su parte, muy a pesar de que un trozo de mí, ansia abrirle de a poco, con confianza, pero, no puedo.

Pedirle matrimonio, sin darle explicación, fui valiente.

La desesperación ganó la partida. Y lo más de suma importancia, ya quiero a mi hijo a mi lado. Su ausencia duele de una sobremanera que yo, siendo su madre, logró comprender la magnitud del sentimiento lastimero. Sola no podré enfrentarme a esas personas. Apenas poseo un trabajo estable. Ellos tienen los medios con que no alejar a mi Matt, para siempre de mí. Mi arriesgada decisión se tomó. Sin vueltas atrás.

Ayer con algo de mis ahorros visité a un abogado para una asesoría. A detalle me explico el proceso de la lucha de custodia, una contienda compleja y tediosa, todo por culpa del infeliz de Dereck. El abogado fue honesto al decir que todas las de perder iban conmigo. No tengo un techo propio, ni una economía estable, a pesar del buen sueldo de mi empleo. Los jueces apelan a lo expuesto por los fiscales, asimismo el fiscal se vale de los informes de los trabajadores sociales y un psicólogo, el psicólogo no es preocupación, es lo menos, pero es otra situación, son los de servicios sociales, carezco de una vivienda propia, pasó la mitad del día en el trabajo. Otra cosa, la cual consideré absurda, no era casada. Increíble como en esta modernidad existan pensamientos aún tan retrógrados, mi estatus civil influye en la decisión del juez. Según el niño, debe tener ambas figuras para un mejor desarrollo en su ambiente. Al salir regresé un poco desanimada al departamento, pero había hecho un juramento, le daría batalla a los Clark. Opciones a mi favor, son escasas.

Lo primero que consideré fue que el señor me ayudará a conseguir un buen abogado, o algo de apoyo económico, proponerle lo del casamiento no estaba en mis planes. La idea de matrimonio surgió en la madrugada, después de darle ciento de vuelta a lo dicho de mi estado civil por el abogado en la tarde de ayer.

Todo por mi hijo, constantemente lo digo o pienso, pues es hora de demostrarlo, esas son palabras que se evaporan en el aire, es momento de demostrarlo con acciones. Posibilidad de que el jefe diga una respuesta afirmativa son bajas, debo ser racional, igual vamos a dejarlo en riego de, si o no. Tal vez gane o pierda, por lo menos lo intente, eso nunca rendirme; hasta que vuelva mi cielo, es mi prioridad actual, vuelva a mi.

—Marie… yo —sus labios se entreabren, baja su rostro tras suspirar. El señor se levanta. A pasos calmados llega frente a mí, se mantiene una distancia prudente. Mira mi rostro con fijación, tal como que no ansía perderse un detalle. En otra ocasión, podría rehuir de su eléctrica mirada azulada. No lo hago. Es como si quiera que admire, en fondo ser su centro de atención me hace sentir especial, pero desvíe ese pensar sin pies o cabeza, solo busco mostrarme segura de forma inconsciente es eso ¿o no?

—Señor, necesito de usted.

—Ven siéntate, por favor, con calma explicame tu… propuesta —tiende su mano a mi. Algo dudosa, no por miedo, tengo el presentimiento de temblar si siento tu tacto. Al fin de cuentas, no le hago el desaire y, tal como lo preveni, mis dedos tiritan al su contacto, sobre todo una descarga corrió en mi mano. Respire hondo, así sitúe un alto a mi nerviosismo. Con delicadeza me guia al sofá al lado de su mediano librero, cuando lo limpie por primera vez, supe que el señor, Enzo, disfruta de los clásicos y otros libros en su idioma con tapa dura y antigua, el toma asiento a mi lado.

—Todo tiene un motivo, jamás ponemos en marcha una acción, sin un detonante. Marie ¿qué ocurrió? Cuenteme a detalle. Así lograré comprender el porqué de la pregunta.

Trago sin saber cómo empezar. Motivo por el cual, jalo mi pelo trasero, cuando los nervios de no saber qué decir afloran, por inercia poseo ese tic. Mi jefe, retira mi mano. Con solo ese gesto entrelazo mis manos.

—El padre de mi hijo. —Me cuesta un tanto decir eso tan natural —.Se-e… llevó a Matt de mi lado, sin mi consentimiento llevo a mi hijo con su familia —de reojo veo el señor aprieta los puños, sin embargo, no me interrumpe, escucha atento —. Ese hombre, año atrás, me rompió el corazón, me dejó claro que no era nada para él. Me pidió que abortara cuando le conté de mi estado. Ahora vino, como si jamas paso nada, a pedir derechos sobre Matteo. Me puso una demanda de custodia. —digo con rabia, con un ardor en el pecho, al evocar el recuerdo de los sucedido en ese jardín —. Le seré honesta, a mi favor no tengo nada, ni el dinero, medios o poder, para enfretarme a él y su familia. Ellos cuentan con los recursos para alejarme de mi cielo.

Rompo a llorar.

Este peso duele. Mi alma está desmoronada, los pedazos sangran cada instante por la lejanía de mi Matteo.

Pese a todo, sacaré fuerza de donde sea para luchar hasta al final, sin caer a la deriva. Tomaré el control de mis emociones negativas, ellas no pueden dominar mi vida. Limpio mis lágrimas con brusquedad.




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