Ephemeral Temptation

Ruleta Rusa

Tras cruzar el portal al mundo humano, Scarlet llamó a su hermana, pero esta no respondió. Sabía que no era correcto lo que le habían pedido, pero debía hacerlo si no quería perder lo poco que tenía. Miró a su alrededor y al verse en completa soledad, realizó un pequeño ritual de invocación, o más bien de transporte, para trasladarse hasta donde estaba Kendra.

Apenas puso un pie en la tierra, la vio. Estaba junto a la chica de la profecía, con una enorme sonrisa, montando a caballo. Miró a lo lejos y encontró un letrero, “Club de equitación”, colgando de un par de postes de madera en la entrada.

- ¿Por qué la trajiste aquí? - Buscó un lugar desde el que pudiera observar y escuchar al menos un poco de lo que decían. – hay algo que no me estás contando…

- Parece que esto sí se te da bastante bien. - Rió Kendra.

- Bueno, he venido con mis padres varias veces, me gustan mucho los caballos. - Respondió Victoria.

Las risas continuaron durante un largo rato, hasta que el celular de la castaña comenzó a sonar otra vez. Era Scarlet.

- Creo que deberíamos dejarlo por hoy, - suspiró. - hora de ir a casa, Vi.

- Pero me estaba divirtiendo mucho. - Contestó haciendo un puchero. - ¿podemos quedarnos otro rato?

- Tus padres van a matarme, - bajó del caballo y le ofreció la mano a Victoria para que hiciera lo mismo. - tendremos más tiempo para salir, no te preocupes.

- Bien. - Sujetó la mano que le había ofrecido Kendra y bajó de un salto. - Me lo debes.

La castaña sólo se limitó a sonreír y asintió con la cabeza. Caminaron hasta el estacionamiento, nuevamente entraron al auto y por fin, se dirigieron a casa de Victoria. Su madre la esperaba en la entrada, preocupada, con bastantes cosas que decirle a Kendra, pero prefirió no alterar a su hija. La puerta se cerró, dejando a una súcubo con una enorme sonrisa en el rostro. Era suya… O eso es lo que se empeñaba en creer. Al girarse para ir a casa, se encontró frente a su hermana.

- Vaya, parece que alguien tuvo un día muy bonito.

- No sé de qué estás hablando Scarlet. - La esquivó y caminó hacia la carretera. - Ni siquiera deberías estar aquí.

- No podemos hablar de eso en este lugar.

- Siempre escondiéndote, habla si es lo que quieres hacer, no me preocupa en lo absoluto lo que nuestra madre planee ahora.

- No es sobre ella. - La alcanzó y puso su mano en su hombro. - Tú tienes algo más, no puedes mentirme.

- ¿Qué podría tener?, soy un súcubo, por supuesto que voy a tener olores peculiares.

- Puedes confiar en mí.

- No entiendo tu insistencia, ¡ya basta!

- Porque si no me lo confirmas, no puedo sentir culpa por lo que voy hacer.

- ¿Estás…?, ¿Scarlet?, ¡vuelve aquí pedazo de mierda!

***
 

Para Brent, los días se habían vuelto un suplicio. Victoria se pasaba horas pegada a Kendra y por supuesto, eso implicaba que los amigos de ella, también estaban ahí, no podía verlos ni siquiera 10 metros cerca de él. Nada de lo que decía funcionaba, su amiga no hacía caso a ninguno de sus consejos, era como si su persona hubiera pasado a segundo plano. Sus salidas se vieron truncadas por la típica excusa “saldré con Kendra”, ni siquiera contestaba sus llamadas. La estaba perdiendo y eso no le agradaba para nada.


La peor parte era que aún no existía una relación formal entre las dos y Victoria estaba bastante controlada, nunca imaginó que algo así podría pasar. Llegó el momento en el que quedó completamente excluido del grupo, eso lo deprimió tanto que dejó de asistir a clases por unos días, con tal de no ver a su mejor amiga endiosada con esa chica de cabello alborotado.


Llamó a Ernesto, el amigo de Victoria, para hablarle sobre el tema, tenía la esperanza de que él supiera como solucionar el problema, sin embargo, Ernesto también era ignorado.

- ¿Cómo se supone que ha ocurrido? No tengo a nadie más que pueda ayudarme. - Dijo Brent.

- Créeme que ni siquiera nosotros sabemos lo que pasó con ella y eso que somos sus padres.

- Señor, ustedes son los únicos que quedan, si no pueden ponerle un alto, nada ni nadie lo hará.

- Te entiendo, pero nada de lo que hemos hecho ha funcionado.

- ¿Han notado algo raro en ella?, no sé, a parte del cambio de actitud.

- Sólo eso, si antes era rebelde, ahora lo es mucho más, no podemos mantenerla al margen.

Brent dio un profundo suspiro, ¿qué podía hacer?, le preocupaba más lo que estaba pasando en ese momento que lo paranormal que le aquejaba hace apenas unas semanas. Lamentó el día en el que apostaron por esa chica en el estacionamiento, si tan solo lo hubiera dejado pasar, no estaría sufriendo al ver a su amiga en ese estado, pero no podía detenerse, iba a agotar hasta su último recurso para tenerla de vuelta.

Al finalizar las clases de la mañana se sentó en una mesa alejada del montón de estudiantes que se arremolinaba para obtener su almuerzo en la cafetería. Victoria se sentaba al lado de Kendra mientras los otros 3 se sentaban frente a ellas. De vez en cuando, le dedicaba una mirada triste, esperando que reaccionara y volviera a ser la misma de antes. No funcionaba. Ella correspondía a sus miradas, pero tenían el efecto contrario, lo llamaba a venir con ellos.

No dejaba de preguntarse porqué o cómo era que Victoria se había aferrado tanto, como si la conociera desde hace tiempo, la prefirió antes que a su mejor amigo. Ella no era así.

- ¿Qué puedo hacer?

Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido insistente de su celular. Miró la pantalla y se dio cuenta de que era Anne quien lo llamaba. Se levantó rápidamente y salió de la cafetería para poder escuchar con claridad lo que ella le dijera.




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