Ephemeral Temptation

Destierro

Scarlet terminó su cigarrillo y apagó la colilla contra un bote de basura. Hacer de niñera no era un trabajo tan sencillo. Le hizo señas a Victoria para que acompañaran a Brent a su casa, no podía llevarlos usando sus alas. La rubia accedió, no estaba lista para contarle todo a su amigo. Durante el camino hablaron de Galilah y lo asombrosa que era. La súcubo permanecía callada, sabía que esa “chica” ya estaba en el Averno. Podía sentirlo. Ver al chico sonriendo y con una gran ilusión le provocó un poco de lástima. Era una buena persona, merecía un romance real… No un engaño tan bajo como ese.

Faltaban un par de cuadras para llegar a la casa de Brent, cuando su teléfono hizo un pequeño ruido. Era un mensaje de Kendra. Suspiró aliviada al saber que estaba en lo correcto. No tendrían que preocuparse por ese cambiaformas.

—No creo que sea necesario que me dejen hasta la puerta, puedo caminar este tramo yo solo. —Sonrió él. —Gracias, a las dos.

—Llámame más tarde, Brent, extraño nuestras pláticas nocturnas.

—Por supuesto, —Miró a la pelinegra. —cuida de ella.

—No te preocupes.

Se despidieron mientras él se alejaba. Ambas chicas dieron media vuelta y emprendieron el camino de regreso. Scarlet encendió otro cigarrillo, mientras miraba a la rubia de reojo. Ella ni se inmutó al percibir el olor a tabaco. Tras avanzar unos metros, decidió hablar.

—Esa tal Galilah, no era humana, ¿verdad?

—Eres muy lista, Victoria. —Dio vuelta en un callejón. —Era un cambiaformas.

—Un… ¿cambiaformas? —Tragó saliva al recordar al demonio que había aparecido en su casa con la apariencia de su propio padre.

—Son seres muy extraños. —Tal vez no era la indicada para darle una explicación muy clara. —No sé mucho sobre ellos, lo mío siempre fue el entrenamiento de batalla. —Tomó a Victoria de la cintura y dio un pequeño salto, desplegando sus alas y alzándose por los aires. —Kendra es la más instruida en el tema.

—¿Evadiendo preguntas?

—Sí, también. —Respondió con una risita. —Ahora mismo nos encontraremos con ella, parece que tuvieron un percance con este tipo, no te preocupes, tu padre está bien.

—Así que esa es la verdadera naturaleza de los demonios.

—No entiendo de que hablas…

—Cuando me dices que tuvieron un percance puedo asumir que Kendra se encargó de él.

—Mi hermana es… —Le costaba hablar de cosas como esa ante una humana. La capacidad de aceptar la muerte no era la misma. Mucho menos los detalles sangrientos. —No debería estar diciéndote esto, ¿sabes?

—Como si pudieras asustarme… —Dijo entre dientes.

—Bien, —Aún estaban lejos de la casa. —Kendra fue entrenada para destruir cuerpos, despedazar… ¡Agh!, si tan sólo fueras como nosotras la habrías visto en sus días gloriosos. Siempre ha sido amable, es por eso que sus métodos no son tan agresivos… Protegía al tonto de Frank, esa rata traidora.

—¿Él te gusta?

—¿Qué?, no, nadie me gusta, ni él ni tu amigo. —Empezó a reírse, ¿por qué quería emparejarla con alguien?

—¿Entonces lo odias?

—No lo odio, Victoria, sólo que él desde siempre ha estado con Kendra, sirviéndole, “cuidándola”. Ella es mi hermana. Odiaba que me robara la atención que originalmente tenía que ser para mí, si ambos nos lastimábamos, siempre era a él a quién ella auxiliaba. Todo el tiempo se trataba de cuidar al subordinado.

—Sí, definitivamente lo odias.

—Los hermanos somos algo complicados, los menores guardamos cierta admiración a los mayores. No importa las decisiones que tomen, siempre van a ser lo mejor ante nuestros ojos… Kendra era todo lo que tenía, no sé si alguna vez te habló de lo que pasó en nuestra infancia.

—No me ha dicho gran cosa…

La pelinegra le dio algunos detalles, no pensaba contarle todo su pasado todavía. Ya habría tiempo para ello. Pudo sentir como la novia de su hermana emanaba melancolía… Le provocó náuseas. No estaba acostumbrada a lidiar con esto.

—Asegúrate de no preocupar a Kendra, ¿quieres? —Aterrizó con cuidado en el campo cercano a su casa. —Está por pasar lo peor, debes tener cuidado.

—Gracias, Scarlet y no te apures, pondré todo de mi parte para hacerlo más fácil.

—Qué mal sonó eso. —La rubia entendió su doble sentido y le hizo un gesto de asco. Entraron al lugar, tratando de no hacer mucho ruido. Scarlet entró primero, con Victoria casi pegada a su espalda. La sala lucía más limpia que antes… Excepto por esa mancha roja que alguien había tratado de cubrir con uno de los sillones.

—¿Kendra?

No obtuvieron respuesta. Parecía que la casa estaba vacía. Continuaron su camino hasta la cocina, que igualmente estaba desierta.

—Al menos el olor ya no está. —Dijo Scarlet en voz baja.

—Déjame revisar la casa, deben estar en algún lado.

—No, la llamaré, dijo que estaría aquí. —Tomó el teléfono y esperó a que contestara.

—Gracias por traerla. —Kendra apareció una toalla en la mano, seguida de Liber. —¿Todo bien?




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